Baltasar
Garzón ha sido un juez vanidoso que ha instruido telediarios en lugar de
sumarios. La actuación perversa de Garzón es reprochable, no sólo por ser
delictiva sino por la imagen negativa que ha ofrecido con respecto a la imparcialidad de la justicia. El ambicioso
juez también ha sido un juguete desechable del Poder. Un poder del Estado en
manos de una casta política abyecta que desprecia todo lo que implique separación
de poderes.
El
juez Garzón, que no es digno de ser juez,
ha sabido vender su mercancía defectuosa a los zopencos marxistoides
españoles e incluso a algún que otro maricomplejín pepero. Garzón ha sido
considerado siempre como el niño bonito de la izquierda progre y de la no tan
progre, como esa que lidera un tal Cayo desde su tractor “ Made in URSS”.
Recordemos
como en el año 1993, después de investigar el caso de los GAL (http://lodicecincinato.blogspot.com/2010/08/gal.html)
o Grupos Antiterroristas de Liberación, acompañó a Felipe González como número
2 en la lista electoral del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Garzón
tenía afán de ser ministro, incluso a las órdenes del máximo responsable de un
gobierno que practicó el terrorismo de Estado y que el propio juez Garzón había
investigado. Recordemos cómo, tras la victoria en las urnas, Felipe González no
le hizo ministro y de cómo Garzón se apartó furibundo de la política, volvió a su juzgado y sacó del cajón el
sumario del caso GAL que había guardado antes de su corta carrera política;
reiniciando el proceso judicial pendiente que finalizó con el Ministro de
Interior del PSOE entre rejas. Así Garzón dejó claro que desde ese momento,
Felipe González comería de su mano, siempre con la amenaza de poder meter en
prisión a un tal “Mister X”.
Garzón,
siempre movido por el resentimiento,
encarna como nadie todos los males que aquejan a la justicia española.
Sea por su paso sectario por la política, o sea por el caso Gürtel, donde
ordenó ilegalmente escuchas a los abogados de los acusados. Sobre éste último
caso, nada mejor que la sentencia que nos aclara por completo la ideología
enquistada en el cerebro de Garzón. He aquí un extracto:
T R I B U N A L S U P R E M O
Sala de lo Penal
SENTENCIA
Sentencia Nº: 79/2012
En la Villa de Madrid, a nueve de Febrero de dos
mil doce. Visto en juicio oral y público y en única instancia la presente Causa
Especial número 20716/2009, tramitada por el procedimiento Abreviado y seguida
ante esta Sala por delito continuado de prevaricación judicial y delito
cometido por funcionario público de uso de artificios de escucha y grabación,
con violación de las garantías constitucionales del art. 536, párrafo 1º, del
Código Penal, contra el acusado D. Baltasar Garzón Real, titular del D.N.I.
número 26.182.037-X, nacido en Torres (Jaén) el 26 de octubre de 1.955, hijo de
Ildefonso y de María, y con domicilio profesional en Madrid…., de profesión Magistrado
“……. En el caso, el acusado causó con su
resolución una drástica e injustificada reducción del derecho de defensa y
demás derechos afectados anejos al mismo, o con otras palabras, como se dijo ya
por el instructor, una laminación de esos derechos, situando la concreta
actuación jurisdiccional que protagonizó, y si se admitiera siquiera como
discutible, colocando a todo el proceso penal español, teóricamente dotado de
las garantías constitucionales y legales propias de un Estado de Derecho
contemporáneo, al nivel de sistemas políticos y procesales característicos de
tiempos ya superados desde la consagración y aceptación generalizada del
proceso penal liberal moderno, admitiendo
prácticas que en los tiempos actuales solo se encuentran en los regímenes totalitarios
en los que todo se considera válido para obtener la información que interesa, o
se supone que interesa, al Estado,
rescindiendo de las mínimas garantías efectivas para los ciudadanos y
convirtiendo de esta forma las previsiones constitucionales y legales sobre el
particular en meras proclamaciones vacías de contenido….”.
FALLO
Debemos condenar y condenamos al acusado
Baltasar Garzón Real como autor responsable de un delito de prevaricación del
artículo 446.3º, en concurso aparente
de normas (artículo 8.3) con un delito del artículo 536, párrafo rimero, todos del Código Penal…
Tampoco
debemos olvidar su “causa general contra el franquismo”, mientras la ciudadanía
contemplaba cómo a Garzón se les escapaban los narcotraficantes por no ocuparse
judicialmente de ellos. Y digo yo ¿Cómo es posible que una nación próspera,
como era España, se hundiera en la miseria y el desempleo mientras los
culpables buscaban en las fosas de una guerra pasada, absurda y fratricida, las
pruebas de su fracaso? Además, a los tipos sectarios como Garzón no le gusta
reconocer que bastantes descendientes de víctimas de la guerra civil se han
presentado en oficinas públicas para buscar datos de sus padres o abuelos
desaparecidos, comprobando que únicamente estaban disponibles los datos de
aquellos desaparecidos que les interesaban a quienes gobernaban. O sea, unas
fosas se abren y en otras se echa más tierra. Garzón: ¿Esa es la verdad que
persigues? ¿Eso es lo creías que tenías que hacer, sin atender ideologías, Tal
como afirmaste cuando te procesaban en el Tribunal Supremo por prevaricación?
Para colmo un grupo de
amigos del juez prevaricador, animados por el decano de los jueces centrales de
instrucción de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, tomaron la iniciativa de
recoger firmas para proponer al ministro de Justicia que solicitara la
concesión para Garzón de la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort,
distinción creada por el Generalísimo Franco el 23 de enero de 1944 y destinada
a aquellas personas que hayan contraído “relevantes méritos” en el servicio a
la Justicia. Es decir, un reo como Garzón recompensado con la máxima
condecoración existente en el mundo del Derecho español en virtud de su
“extraordinaria” aportación del totalitarismo aplicado a la justicia.
Muchos en España
comentan que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) son cuatro palabras y
cuatro mentiras. Entre las últimas proezas del CGPJ fue archivar la causa contra Garzón por no
comunicar, como era su obligación, el dinero, que según el ha argumentado,
cobró de la Universidad de Nueva York. Puede que contablemente fuera así, pero
los documentos que el Banco de Santander aportó al Tribunal Supremo demuestran
que (“Querido Emilio” para el juez, según las cartas que mandaba al banquero)
fue él quien personalmente solicitó esos fondos al banquero Sr. Botín.
El Consejo General del
Poder Judicial no castigó la falta "muy grave" cometida por Garzón de
"faltar a la verdad en la solicitud de obtención de permisos,
autorizaciones, declaraciones de compatibilidad, dietas y ayudas
económicas", de esta forma el CGPJ, esas cuatro letras y cuatro
mentiras, enfangó de nuevo el escaso
prestigio que le quedaba a la Institución, cuyos miembros sumisos se arrastran
a los pies de la casta política que les nombra.
No olvidemos como
Garzón, durante su estancia en Nueva York, compartió mesa y mantel con un
directivo del Banco de Santander y de cómo el juez prevaricador solicitó, como
juez de la Audiencia Nacional y en un sobre con membrete de la Audiencia
Nacional, financiación al banquero Botín (“...Querido Emilio…”) para organizar
un par de cursos con la idea de enseñar derecho al pueblo norteamericano. ¿Qué
paradoja? Un juez totalitario enseñando justicia a la nación más libre del
mundo. La suma total que se embolsó el juez fue de 302.000 dólares. Hasta ahí,
no se puede objetar nada ni es censurable puesto que la mayoría de las grandes
empresas financian cosas que se apartan de su negocio. Eso es lo que se
denomina mecenazgo. No es algo objetable en sí mismo. Lo asqueroso y
nauseabundo de todo esto es que cuando el juez regresó a España a retomar su
descuidado trabajo en la Audiencia Nacional,
recibió una querella contra Botín y otros 21 consejeros del banco ¿Y qué
hizo Garzón?, pues archivarla sin abstenerse, como era su obligación porque la
Ley Orgánica del Poder Judicial considera una falta muy grave la inobservancia
del deber de abstención a sabiendas de que concurre en alguna de las causas
legalmente previstas. En el momento de conocerse que el Banco Santander había
sufragado los cursos de Garzón éste alegó que no había "ninguna
relación directa ni indirecta con la entidad, ni de carácter económico ni de
otro tipo", lo que constituye una falsedad manifiesta.
Pero esto no es todo,
entre otras fechorías del Juez Garzón está la de retirar a la Guardia Civil de las investigaciones del caso Faisán
(el del chivatazo policial a los etarras) una vez que los agentes le emplazaron
a investigar las llamadas, del día del soplo, entre el comisario jefe de la
Brigada Provincial de Información, Manuel Risco, con el partido
socialista, y de ahí a la Presidencia del Gobierno.
¿La intención de dar
satisfacción a unos denunciantes puede justificar la persecución de unos
delitos prescritos y con sus presuntos autores ya fallecidos, como hecho más
que notorio en especial respecto de algunos de ellos como en el caso del
General Franco, contra el que también se incoa desde un principio la causa?
La Justicia deja de
ser Justicia cuando un togado realiza "interpretaciones alternativas"
a la legislación vigente; en este caso realizadas por un exjuez que se ha
creído “Sumo Hacedor” y cuyo final, como todos los que han experimentado dicho trance, será la paranoia
progresiva. Demencia que surgirá en el momento en que empiece a percatarse de
que era un simple mortal. Sin embargo, El Tribunal Supremo absuelve al exjuez
Baltasar Garzón, pese a sus pseudodivinidades despóticas cuando imparte
justicia.
En la resolución el
Tribunal entiende que Garzón interpretó de forma equivocada la Ley. Pero esa
errónea aplicación del derecho no alcanza, para los “supremos”, la nota
característica del delito de prevaricación; de manera que, aunque errónea, no
es prevaricadora.
Todos sabemos que
hubo una intención perversa de Garzón, totalmente politizada y maniquea. El
exjuez era totalmente consciente de que carecía de competencia para investigar
los crímenes del franquismo y de que no existían hechos con relevancia penal
que justificaran la apertura de la causa, desdeñando deliberadamente la Ley de
Amnistía de 1977.
El alto tribunal pone
fin así al último proceso que tenía pendiente contra el exjuez de la Audiencia
Nacional, a quien, con pusilanimidad y misericordia, condenó recientemente a
unos años de inhabilitación por intervenir las descaradas y totalitarias
escuchas entre abogado y cliente de la trama Gürtel. El Supremo, considerando
que la inhabilitación ya era suficiente condena para un “Sumo Hacedor”, también
archivó por prescripción, haciendo un insólito juego de malabarismo judicial,
la causa por los supuestos cobros de la Universidad de Nueva York.
La Sentencia del Tribunal Supremo
sobre la causa del franquismo la podéis leer en el siguiente enlace:
Para finalizar la entrada, he aquí los argumentos que prueban la poca imparcialidad del juez
Baltasar Garzón. Lo que expongo a continuación puede producir náuseas a todos
aquellos que creen en el Estado de Derecho y la separación de poderes, algo tan
necesario para que una democracia sea simplemente eso, una democracia:
En
1993 el magistrado dejaba la Audiencia Nacional para concurrir en la lista de Felipe
González en las elecciones que se celebrarían el 6 de junio de ese mismo
año. La llegada de Garzón al PSOE la fraguó su amigo, entonces y ahora, José
Bono. La historia comienza el 27 de febrero en la finca de los Quintos
de Mora, Los Yébenes (Toledo) –propiedad de Patrimonio y utilizada para
agasajar a personalidades extranjeras– donde Bono, entonces presidente
socialista de Castilla-La Mancha, organizó el encuentro en el que Garzón y
Felipe González acordaron que el juez sería el número dos del PSOE en las elecciones.
Y es
que la historia de Garzón y el PSOE aparece siempre ligada a lujosas fincas.
Muchos años después, en febrero de 2009, el juez de la Audiencia
Nacional protagonizaba un nuevo escándalo por una cacería y fin de semana
–en una finca privada de más de 600 hectáreas llamada Cabeza Prieta, situada en
Torres (Jaén), pueblo natal del magistrado– compartido con el entonces ministro
socialista de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, en plena instrucción
del Caso Gürtel, contra cargos del Partido Popular (PP). El paralelismo
entre ambos personajes es inevitable. Bermejo, que acabaría dimitiendo, era
fiscal antes de ser nombrado ministro y tenía muy claro esto de las
‘ideologías’ en la Justicia. Entre 1992 y 2003, fue fiscal jefe del TSJ de
Madrid y dejó claro su sectarismo con una frase lapidaria que ya ha pasado a la
historia: "Soy de izquierdas y como tal actúo".
Días
después de la célebre cacería, en la que también participó el excomisario de la
Policía Judicial, Juan Antonio García, el PP presentó una recusación
contra el juez, por su evidente animadversión a este partido, o a "la
derecha", como le gusta decir al juez.
Volviendo
a 1993, Garzón tomó parte muy activa en la campaña electoral del PSOE. Una
campaña socialista recordada por el famoso vídeo del Dóberman. Un rápido
vistazo a las hemerotecas de aquel año, permite reunir alguna de las perlas de
Garzón, que bien podrían haber figurado en el anexo al escrito de recusación
que presentó el PP.
Garzón
se preguntó: "si el país va bien con la presidencia de Felipe González,
¿por qué cambiar de patrón cuando sospechamos que Aznar no lo hará tan
bien?". "No quiero alarmar gritando que viene la derecha pero no
sé si bajo la piel de oveja hay lobos (…) alguno ya enseñó la patita cuando
se anunció mi candidatura, y si hay algún lobo, seguro que bailaremos con
ellos".
Garzón
acusa a los dirigentes del PP de decir "mentiras" y de interesarle
"que nos callemos". Garzón resaltó que "estas personas de la
derecha están soñando con un mundo al revés y dicen palabras vanas y vacías que
se las lleva el viento". Después de decir que "la intolerancia se
ha apoderado de la derecha", se refirió a Aznar, como "ese señor
que encabeza la derecha va a deshacerlo todo porque dice que todo está
mal". Por ello, Garzón pidió el voto para el PSOE, porque estas elecciones
se presentan "reñidas" y "tiene que quedar claro que no gane la
derecha", ya que no tiene programa y, si lo tiene, "no se atreven a
decirlo".
En
Talavera de la Reina. Garzón respondió a las críticas de "algún dirigente
del PP" al afirmar que era "el mudo de los hermanos Marx". Su
respuesta fue: "Prefiero ser mudo y vivir en el mundo de los hermanos Marx
que vivir en el mundo de Drácula". En ese mismo mitin, y a petición de un
grupo de jóvenes socialistas de Castilla-La Mancha, Garzón eligió una metáfora
taurina para augurar el triunfo de los socialistas: "Los pases más
hondos se dan con la izquierda y en el centro del anillo".
Animó
a votar PSOE, porque "no estamos en una España ni dormida ni corrupta,
está viva. Por el destierro de los corruptos, ya están doblando las
campanas". "Si agrupamos los votos, les vamos a dar un meneo que
se van a enterar" y agregó que si se concentra el voto de progreso
"vamos a ganar de calle".
Garzón
pidió que se deje "a la derecha continuar en la oposición esperando a
aprender cómo se gobierna. Ya ha ejercitado la santa indignación, ahora que
ejercite la santa paciencia". En referencia al PP añadió:
"Quienes dinamitaron la UCD quieren ahora que un rayo parta en dos al
único árbol centenario de esta democracia". En su peculiar defensa de
la "regeneración" de la vida política española, dijo que "los
intolerantes han enlodado el adjetivo, secuestrado el verbo, y ahora vienen por
el sujeto". El próximo día 6 "hay que votar por derecho pero no
por la derecha", decía el candidato socialista Garzón y "merece
la pena dejar de ser neutral sin perder la independencia y sumarse a una idea
de futuro". "Yo he elegido la opción del futuro, que es la del PSOE y
la de Felipe González".
Pero no
sólo en la campaña del Dóberman Garzón evacuó su odio hacia el PP. Diez años
después, el 6 de abril de 2003, y ya de regreso en la Audiencia Nacional, el
juez, junto a su hija, fue el encargado de leer el manifiesto que cerró un
concierto organizado por los del "No a la guerra". No hace falta
recordar los lemas y cánticos contra el PP de esas manifestaciones en las que
Garzón actuaba como estrella invitada. Lo más suave que se llamaba a los
miembros del PP era “asesinos”.
El 15 de diciembre de 2005, en el restaurante español Solera, situado en
Nueva York, muy cerca de Central Park, aconteció la cena pagada por Baltasar
Garzón, con cargo a los cursos patrocinados por el Banco Santander. El juez
gastó 4.575 dólares. Allí compartieron tapas y Ribera del Duero 25 comensales,
entre los que se encontraban el ex
presidente de México Ernesto Zedillo, el ex secretario de Estado de Estados
Unidos Henry Kissinger, el embajador español Javier Ruipérez y, como invitado
estrella, el ex presidente del Gobierno Felipe González. El juez enterraba
así el hacha de guerra con quien en 1994 había puesto freno a sus aspiraciones
políticas y al que posteriormente señaló como el máximo responsable -la X- de
los GAL.
La cena, se celebró y en ella se consumieron 27
botellas de vino para los 25 comensales presentes en tan animada velada. La
factura es una de las pruebas que el Centro Rey Juan Carlos de Nueva York envió
al Tribunal Supremo para justificar el “generoso patrocinio del Banco
Santander, por el que siempre estaremos muy agradecidos”. Y es que, el Banco
Santander, entre los años 2005 y 2006, hizo una donación de 327.000 dólares al
Centro después que Garzón solicitara dicha cantidad al presidente de la entidad
bancaria, Emilio Botín (“..Querido Emilio…”). A pesar de esta información, y de
considerar acreditado el delito de cohecho impropio, el juez Marchena decidió archivar la causa, aceptando por primera vez la prescripción
como causa de extinción de responsabilidad penal.
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