Que nuestro presidente se quedase sentado al paso de la bandera del Imperio, puede que parezca haber pasado desapercibido, dado el ruido mediático por apagar sus ecos a uno y a otro lado del Atlántico. Pero no. No ha pasado. Es más, le están pasando una muy amarga factura. En eso, Obama ha demostrado ser un patriota para con su país y, aunque no quiera decirlo, para con su ex-Presidente, Bush. Vayamos por partes.
Afirmamos que Obama le ha hecho una faena a Zapatero, de las que hacen historia; de salir por la Puerta del Príncipe y quedar en los anales del toreo, sin ni siquiera haber pasado las fatiguitas de las tientas de vaquillas en las noches de luna. Verán por qué lo decimos y nos darán la razón.
- Obama cita a Zapatero, para que rece. Se lo lleva al rezo de los ultraderechistas. Y como no puede salirse del ruedo, debe aceptar la embestida. Primera fase de la lidia del otrora rimbombante “líder” de la socialdemocracia europea, pea.
- Obama templa a Zapatero. Le ordena, con o sin capote, entrar en Afganistán, so pretexto de venir a verle a España, y otros cuentos planetarios. La realidad es que se lleva los soldados que quería y que le arrebataron a Bush. La venganza está servida como Dios manda, en plato frío.
- Obama manda y desprecia. Después de la victoria y del palo a la popularidad de Zapatero, la puntilla es decirle que no viene a España, y que ni siquiera tenía tal propósito en la agenda. El honor de la bandera del Imperio ya está salvado. El Imperio ha contraatacado. No ha habido bajas. Salvo las propias. En una guerra que no era.
Faena torera donde las haya, Obama se ha pitorreado de Zapatero, como tantos otros, que, en estos tiempos tan aciagos, han encontrado en este tonto contemporáneo una alfombra a la que pegar cada vez que pasan por delante. Díganme si no se merece el Sr. Barack Obama salir por la puerta grande.
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