domingo, 29 de enero de 2012

BALANCE DEL GOBIERNO DEL PARTIDO POPULAR ENERO 2012



Como buen anarco liberal asilvestrado siempre criticaré al gobierno de España cuando se lo merezca, sin importarme el color o pelaje que tenga. La entrada de hoy y otras que presentaré en el futuro es la prueba de mi independencia.

Afortunadamente la era Zapatero se ha acabado, por ahora, para el pueblo español; sin embargo algunos/as liberticidos/as  siguen obsesionados y aspiran a continuar el proyecto zapateril mientras se dan navajazos recíprocos para poder sucederle. Esto lo hacen perversamente porque saben que aún están  arropados por más de 7 millones de incondicionales zopencos que votaron al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en los últimos comicios. Zopencos que contemplan sin inmutarse la ruina dejada por el PSOE.

Zapatero fue un tipo que encarnó al rancio socialismo de izquierdas durante casi 8 años. La herencia que ha dejado a los españoles, con la complicidad de muchos reyes de taifas autonómicos peperos y no peperos,  no ha sido otra cosa que miseria creciente, más intervencionismo, mucha deuda, paro crónico y un indeseable subdesarrollo para una nación que podría ser grande si la dejaran en libertad de una puñetera vez.

A este nuevo gobierno del Partido Popular (PP), como a todos los gobiernos, hay que vigilarlo. A partir de ahora debemos controlar al Sr. Rajoy, representante del más rancio socialismo de derechas.

He aquí una serie de documentos en formato audio que os ilustrará bastante sobre las peculiaridades de ese socialismo de derechas que encarna Mariano Rajoy y su comparsa de ministros. También los argumentos que aparecen en estos archivos sonoros os harán comprender la aparición en escena de los nuevos zopencos, esta vez seguidores ciegos del socialismo de derechas, que apoyan complacidos las políticas intervencionistas, maricomplejines y sangrantes (para el contribuyente) que empieza a aplicar el nuevo gobierno de España. Esos zopencos lo justifican y lo justificarán  todo porque afirman orgullosos: ¡¡ Ahora gobiernan los nuestros !!”
























































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sábado, 21 de enero de 2012

LAS CALAMITOSAS COMUNIDADES AUTONOMAS



El Estado de las Autonomías no es viable. No se trata sólo de una cuestión ideológica o política, sino que también es económica. El Estado de las Autonomías es insostenible y debe disolverse inmediatamente. Repito, todas las comunidades autónomas deben desaparecer, sin excepción.

Es el criterio que seguiría cualquier persona sensata que conserve el sentido común. Cualquier persona juiciosa y reflexiva entiende esto simplemente examinando las ventajas e inconvenientes de que un país en quiebra técnica, como le sucede a España, conserve 17 parlamentos que legislan a capricho, 17 monstruosas administraciones públicas interviniendo en todos los aspectos de la vida de la ciudadanía y 17 castas políticas manirrotas que gastan más que lo que ingresan.

Lo cojonudo de toda esta “mierda autonómica” es la manera en que el prototipo de político nacionalista pervierte la realidad para hacer cómplice al pueblo lanar de sus sueños perversos. Para eso siempre tienen en la boca la maldita palabra “autogobierno” la cual berrean constantemente con la ayuda de sus tropecientas y despilfarradoras televisiones públicas. ¡Claro, los españoles son permanentemente ultrajados al no poder disfrutar de un “autogobierno”!. Es el primer deseo que sienten cuando suena el despertador. Es el mayor desasosiego que les atribula. Parece ser que, según esa casta política nacionalsocialista,  lo que verdaderamente les inquieta a los ciudadanos es no tener ese autogobierno. Un autogobierno con forma de PER andaluz, bilateralidad catalana, cupo vasco, pisto manchego y bellota extremeña.

El timo autonómico cuesta a los españoles la friolera de 170.000 millones de euros al año. Dos tercios se los lleva la educación y la sanidad pública; ambas de carácter obligatorio, puesto que los españoles no tienen opción de elegir si quieren esos bodrios públicos o no. El resto del derroche se destina a “otros gastos", es decir, al pasteleo, al trinque y a la burocracia.

Es patente la espantosa complejidad burocrática que presenta España y que ofusca las mentes de los forasteros que intentan comprenderla. Una complejidad burocrática que se caracteriza por la superposición de Administraciones,  hasta siete niveles administrativos distintos y diferenciados: la Administración Central, que la conforma el Estado y un gran número de sus organismos autónomos; la Administración Autonómica, que disfruta de una extensa capacidad normativa y fiscal que enturbia y enmaraña la vida económica y administrativa de familias y empresas; la Administración Local, que comprende ayuntamientos, mancomunidades y diputaciones; los Entes Empresariales donde la casta política enchufa a los cuñados y a los amiguetes (más de 3.000 Entes en manos del Gobierno central y autonómicos) y, por último, la Administración de la Unión Europea, que aprueba disposiciones legales de obligado cumplimiento para todos.

Todo este barullo burocrático embrolla, hasta la locura, las relaciones de los ciudadanos con la Administración. La paradoja es que la intención de esa enrevesada organización administrativa era "acercar la Administración a los ciudadanos para resolver sus problemas”, sin embargo ha sido todo lo contrario y encima ha resultado demasiado cara, hasta el punto de hacer quebrar al país.

Es obvio que las transferencias y las propias competencias autonómicas, deberían haber estado supeditadas a la consecución de objetivos determinados para asegurar la igualdad de oportunidades. Pero es manifiesto que el dinero que el Estado recauda de todos los españoles y que, posteriormente, se distribuye, en una parte sustancial, entre las distintas autonomías, no se ha gastado adecuadamente. Por este motivo, a pesar de la ingente cantidad de pasta que ha entrado en cada comunidad, en unas más que en otras por cuestiones del voto cautivo, el resultado de la aventura autonómica ha sido desastroso;  ya que  siguen existiendo grandes desigualdades territoriales en materias tan diversas como desarrollo económico, educación, tejido empresarial, desempleo,  sanidad, etc.

El mantenimiento de esas diferencias, o su incremento, es la prueba del gran fracaso del Estado de las Autonomías que las ha ignorado. Para colmo y para terminar de joderlo todo, a Andalucía y a Extremadura había que darles, durante décadas, un PER y unos “ERES” para garantizar, durante varias décadas, la hegemonía del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

El Estado de las Autonomías también ha servido para enfrentar a unas regiones con otras espoleando unos hechos diferenciales diseñados para zoquetes y zopencos; cuya consigna se fundamenta en recordar permanentemente que uno, por vivir donde vive, es agraviado despiadadamente por el resto de los malísimos españoles que parece que no hacen otra cosa, desde que se levantan hasta que se acuestan, que planear ese agravio.

Una prueba de la nueva conflictividad entre los habitantes de España es que, antes de que se inventara el  Estado de las Autonomías era posible la realización de trasvases de unas cuencas excedentes a otras deficitarias,  como ocurre en todas las naciones con desequilibrios hídricos y que sus habitantes conservan el sentido común.  Ahora no, ¡porque a nadie se le había pasado antes por  la cabeza que un río u otro, o parte de él,  perteneciera a una u otra región!.

Lo curioso es que a pesar del fuerte aumento competencial y el gran incremento de recursos del que disfrutan los gobiernos autonómicos, el Estado de las Autonomías, junto al socialismo rancio y casposo aplicado en muchas de ellas durante lustros, ha enquistado uno de los problemas históricos de España, las desigualdades entre los españoles. Es la nueva configuración de la España pobre y la España rica.

El bodrio autonómico se gestó en plena transición de la dictadura a la democracia para satisfacer las ansias de autogobierno de algunos catalanes y vascos. ¿Pero y el resto de las regiones? ¿No tenían también derecho a esos privilegios?

Después de casi 4 décadas de caudillismo había en España cierta casta política muy comprometida con la democracia cuando el riesgo de ir a la cárcel por eso ya no existía. Se trataba de tipejos que soñaban despiertos haber corrido delante de los grises. Políticos caciquiles y paletos a los que algunos desaprensivos decidieron satisfacer para llegar al “consenso”. Por este motivo, esa “transición a la democracia” debería facilitarles moqueta oficial y un sueldo de por vida sin necesidad de trabajar.

El problema es que los nuevos señores caciques de la periferia no se conformaron sólo con el sillón oficial y con pillar  pasta gansa a costa del erario público. Lo grave es que esos paletos, con la connivencia de algunos residentes del Palacio de la Moncloa, se obstinaron en llevar a la práctica, en diferente grado,  políticas caprichosas, liberticidas, racistas, sectarias, inútiles, contraproducentes y que esquilman sin piedad el bolsillo del contribuyente; hasta el punto de arruinar a la ciudadanía y de necesitar pedir dinero prestado, en forma de emisión de deuda pública, para seguir con sus sueños nacionalistas. Deuda que pagaran los hijos y nietos de todos los españoles. 

Muerto el caudillo, y de forma chapucera, se decidió que existirían dos tipos de comunidades autónomas con distinto grado de autonomía o de velocidad para alcanzarlo: Las “históricas” y las que no lo eran. ¡como si Asturias, Castilla y León o Aragón no tuvieran historia!

El problema del "café para todos" es que algunos siempre quieren más café como ocurre con las Vascongadas y con Cataluña puesto que los paletos de allí se sienten superiores a un ciudadano extremeño o  riojano. ¡A ver que se han creído si ni siquiera chapurrean un dialecto! -Dicen ellos-. Sin embargo, los valencianos se agarran al puto dialecto y también quieren el cupo vasco, la bilateralidad catalana y un PER de arrozal y barraca. Luego los andaluces, canarios, gallegos, etc,  dicen: ¿Qué hay de lo mío? Y así les va a los españoles.

Es hora de los referendos. Es hora de preguntar a los ciudadanos de esa parte oriental de la piel de toro al sur de los Pirineos, si quieren seguir siendo españoles o si desean ser independientes y convertirse en  rabo o pezuña. No caben soluciones intermedias. Incluso ha llegado el momento para que España pueda  independizarse de aquellas regiones que se sienten oprimidas por el resto.

Es indudable que la experiencia del Estado Autonómico habría sido menos traumática si se hubiera planteado  bajo el principio de corresponsabilidad fiscal propio de los estados federales, puesto que  gastar sólo en función de lo que se ingresa es una magnífica forma de promover la sensatez; más si hablamos de una casta política manirrota, con intención de medrar y de perpetuarse en el poder  a costa de contentar a sus representados.

Pillar dinero del Estado y gastar a lo loco, sin rendir cuentas, se ha acabado. La pesadilla del  Estado de las Autonomías, que no ha servido en absoluto  para satisfacer  las ansias caciquiles de vascos y catalanes, no es sostenible. ¡Ya está bien de que regiones como las Vascongadas o Navarra conserven sus privilegios económicos sólo por haberlas ofendido al ser tratadas como otras vulgares regiones. Unos privilegios que les permiten ser, de hecho, paraísos fiscales dentro de España; lo que les asegura una prosperidad económica superior al resto de comunidades autónomas. Privilegio que recientemente también se ha otorgado a Cataluña, por medio del último estatuto zapateril. ¿Dónde está la puñetera igualdad entre españoles?.

Las ansias voraces de unos y la de otros ha alimentado el sentimiento de agravio en todos los territorios y ha convertido el Estado de las autonomías en una trifulca continua como las que tienen los hijos pequeños. Riñas que siempre acaban en el momento de que el padre levanta la voz expresando su enfado y  propinándoles un cachete a cada uno.






















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lunes, 16 de enero de 2012

¿Dónde está mi dinero?

Publicado originalmente en ellibrepensador.com

Existen multitud de estudios que determinan que un mileurista, básicamente trabaja de enero a junio para pagar impuestos. Conforme aunmenta tu renta, aumenta tu IRPF y por lo tanto el porcentaje de tu trbabajo que se embolsa el Estado, crece con los tramos. Bien está preguntarse ¿dónde está mi dinero?

Ayer mismo, en mi tierra valenciana ocurría que trabajadores cuyo sueldo depende directamente del Estado, protestaban porque no cobran. Las farmacias tampoco cobraban, las librerias, que tienen un bono para hacer frente a los libros de texto, no cobran, las escuelas concertadas no cobran y amenazan algunas ya con el cierre, yo mismo, soy acreedor de mi propio gobierno en cantidades superiores a las que me reclama por impuestos varios.

Si tu administraras así tu casa, no tendrías casa. Son unos pésimos administradores. Aquí en Valencia no vale el fueron los otros. Entonces.. ¿por qué los aguantamos? ¿Mis paisanos están obnubilados? Les otorgan mayoría tras mayoría, para que esquilmen las arcas púlicas absolutamente. Cualquiera que administrara con tan pésima diligencia estaría en la calle, ya fuera en su empresa o via embargo bancario.

Me dirás que es muy complejo el funcionamiento del Estado. Más a mi favor. Invito a todo el mundo a reflexionar. ¿Alguién puede decirme para que sirven estos señores que gerencian mi devenir? ¿Qué aportan? ¿Cual es su valor añadido? ¿Por qué son tan buenos que merecen llevarse la mitad de mis ganancias? Personalmente, cuanto más lo pienso menos los necesito. No existe absolutamente nada que me de el Estado, que no se pueda encontrar en el mercado, de forma libre, con menos intermediarios, y a un precio razonable. Es más, con la ventaja añadida de que si no me gusta lo que elijo, no tengo que esperar cuatro años a que cambie el tema (o no, que a veces hay que seguir tragando con los mismos). Piensalo.

No me vale aquello de quien arreglaría el alumbrado público o barrería las calles. De la misma forma que hay administradores de fincas, podría haberlos de barrio, y cuando el administrador de mi finca, se pasó de la raya lo mandamos a pastar. Admistradores de fincas los hay buenos, malos y regulares, pero los de la finca de todos, Estado de nuevo, son absolutamente unos patanes.

Hace siglos pocos vivían sin la esperanza de un más allá divino. Hoy son muchos. La esclavitud acompañó a la humanidad, hasta que dejó de hacerlo. Parece que en las empresas ya no cunde el error del esto siempre se ha hecho así. Y poco a poco somos más los que salimos de entre los árboles y vemos un bosque. Un bosque que tiene escrito en letras bien gordas: No los necesitas. No necesito a nadie que me diga lo que debo hacer y me corbre la mitad de lo que gano. No necesito a nadie que me gerencie contra mi voluntad y me asalte diariamente llevándose mi sudor.

No necesito al Estado. Y tú tampoco.

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