Mostrando entradas con la etiqueta América Latina. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta América Latina. Mostrar todas las entradas

jueves, 4 de marzo de 2010

Como Milton Friedman salvó a Chile


No fue la dictadura pinochetista, sino las recetas económicas de Milton Friedman y los "Chicago Boys" las salvadoras de Chile.

Por el sobrenombre de "Chicago Boys" se conoce a un grupo de cerca de 25 economistas chilenos, la mayoría titulados en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y con postgrado en la Universidad de Chicago durante la década de los años 1960, los cuales fueron alumnos de los profesores de la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago Milton Friedman y Arnold Harberger. Los Chicago Boys aplicaron un programa de privatización y reducción de gasto fiscal para resolver la alta inflación y dificultades económicas heredadas del gobierno de Salvador Allende.
.
El general Pinochet no tuvo más remedio que acudir a ellos y al consejo del propio Milton Friedman en 1975, ante el fracaso de su política intervencionista en los dos primeros años tras su toma del poder tras el golpe de Estado de 1973. Paradójicamente, en medio de una dictadura política, en el campo económico se iba a dejar más espacio de decisión a las personas y menos al Estado. Friedman, pese a ser bastante atacado como "colaborador de Pinochet", estaba convencido de que la libertad económica traería pronto la libertad política, en una sociedad que, pese al régimen pinochetista, no iba a estar encadenada al Estado como la de cualquier dictadura socialista.

Una de sus primeras medidas fue una política de reducción del gasto fiscal, reestructuración del aparato estatal y un control estricto de la gestión presupuestaria. Una vez realizadas estas medidas, se emprendió una reforma tributaria, reforma laboral, des-regulación o liberalización de controles en diversos sectores de la economía (fundamentalmente la agricultura), libre ingreso de inversiones y divisas, liberación de los aranceles y cambio fijo de la moneda local peso con respecto al dólar. En una etapa posterior vino la reforma de la seguridad social y la chilenización definitiva de las empresas claves de la estatal Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), así como la re-privatización de los bancos después de la crisis de 1982. Institución clave en los estudios y redacción de las reformas de la salud, previsión y relaciones laborales fue la Oficina de Planificación Nacional (ODEPLAN) bajo el liderazgo de Miguel Kast.

Aunque sería cuestión para dedicarle una entrada aparte, Salvador Allende había hecho méritos suficientes (como, hace pocos meses, el cowboy Zelaya en Honduras) para ser destituido e, incluso, procesado. No los había para instaurar una dictadura militar ni desatar después una brutal represión (aunque Pinochet no tuviera tantos cadáveres en el armario como, por ejemplo y sin ir más lejos, Fidel Castro), por supuesto. La libertad económica facilita la libertad individual y, aunque no la garantiza, tener la primera es el primer paso para recuperar la segunda. Pinochet abandonó el poder en 1990, tras el referéndum de 1988. La liberalización económica no solo facilitó la vuelta de la democracia sino que, hoy día, Chile es el país con la economía más avanzada de America Latina, con el más bajo nivel de corrupción, el más bajo nivel de mortalidad infantil y el más bajo número de personas viviendo bajó el nivel de pobreza.

Los resultados están a la vista: Chile ha sufrido este sábado un terremoto con una diferencia de apenas 1,8 puntos en la Escala de Richter pero, en la práctica (por tratarse de una escala logarítmica), 500 veces más potente que el de Haití. No obstante, en Haití los muertos se cifran en 250.000 (sobre una población total de 10 millones de personas) y, de momento, en Chile no superan el millar (sobre una población de 17 millones de personas). Algún iluminado considerará el
liberalismo como algo "asesino" (no es que tenga demasiada importancia y no hay más que ver dónde escribe) pero en este caso, claramente, como en otros, ha salvado vidas.


Como Milton Friedman salvó a Chile
Por Bret Stephens
En defensa del neoliberalismo


[...]

En la mitología izquierdista - notablemente en la tediosa "Doctrina de Choque" de Naomi Klein - los muchachos de Chicago eran sólo extraños compañeros de la dictadura de Pinochet y cómplices de sus crímenes, "Si la pura teoría económica de Chicago se puede implementar en Chile al precio de la represión, ¿deben los autores sentir alguna responsabilidad?" escribíó en octubre de 1975 Anthony Lewis, columnista del New York Times. De hecho Pinochet, que había sido mayormente indiferente el consejo de los muchachos de Chicago, se vió forzado, por la continua crisis económica, a buscar algunas alternativas políticas. En marzo de 1975 tuvo una conferencia de 45 minutos con Friedman, y le pidió que le escribiera una carta en que propusiera algunos remedios. Friedman le contestó un mes más tarde con una propuesta de ocho puntos en que mayormente reflejaba los temas de los muchachos de Chicago.

[...]

En cuanto a Chile, Pinochet nombró a una sucesión de muchachos de Chicagos para algunos cargos económicos importantes. Hacia 1990, el año en que entregó el poder, el Producto Nacional Bruto había aumentado en un 40% (en dólares de de 2005) mientras que Perú y Argentina se estancaban. Los sucesores democráticos de Pinochet - todos ellos nominalmente a la izquierda del centro - profundizaron el impulso liberalizador. Resultado: los chilenos han devenido el pueblo más rico de America Latina. Tienen el más bajo nivel continental de corrupción, el más bajo nivel de mortalidad infantil, y el más bajo número de personas viviendo bajó el nivel de pobreza.

[...]

.
.

jueves, 11 de febrero de 2010

“Che, el argentino” y “Guerrilla”: mucho aburrimiento, muchas omisiones y mucha manipulación



Bien, hace pocos meses tuve ocasión de ver las dos películas de Steven Soderberg sobre el Che o, más bien, las dos partes de la misma: “El argentino” y “Guerrilla”. La cosa no me pintaba demasiado bien, así que, en su momento, decidí prudentemente no pasar por taquilla y esperar a verla en DVD (prestado, por supuesto). Después de ver el conjunto, en dos días consecutivos (ni que decir tiene que no me tragué las dos de golpe), creo que la decisión de no ir al cine dificilmente pudo ser más acertada. Ciertas son las connotaciones negativas que para mí tiene este personaje y que la cosa me olía a hagiografía del Che, pero antes de verlas prefería no criticarlas.

En primer lugar, habría que decir que el todo es un general aburrimiento, una sucesión de pequeñas escenas que no duran más que unos pocos segundos, muchísimas de ellas absolutamente intrascendentes y, en las cuales, si metiéramos la tijera y recortásemos metraje no pasaría absolutamente nada. La película seguiría tal cual. Seguramente, lo de dividirla en dos partes no ha sido, como se pensaba, por razones comerciales sino una decisión “de buena voluntad” de su director, Steven Soderberg, para ahorrar un martirio de cuatro horas a los sufridos espectadores. Ya de por sí, ver las dos horas de una sola de las dos se convierte en un trago sumamente complicado.

Para colmo, quien no haya leído nada sobre la Revolución Cubana o las correrías del Che en Bolivia (o, al menos, visto un documental) tendrá enormes dificultades para seguir el curso de los hechos y a buen seguro se perderá. Porque aquí no se explica absolutamente nada. El director, pretendiendo darle un aire prácticamente documental al largometraje (lo cual no está mal, pero no de ese modo), filma unos hechos "supuestamente" todos verídicos (en eso entraré luego), como si de un reportero que estuviera allí presente grabando al Che, a Fidel Castro o a Camilo Cienfuegos se tratara. Ello con una absoluta frialdad, porque las dos películas son frías como témpanos. Les falta bastante nervio y alma. Una cosa es que Soderberg quisiera por un lado recoger una parte de la cosecha de dólares entre un público que acudiría seguro a las salas sólo con el reclamo del Che y otra entre espectadores no tan proclives al guerrillero argentino o, simplemente, no demasiado interesados en su figura y otra caer en lo plomizo, intentado dar una imagen de neutralidad y equidistancia total, aunque, eso sí, omitiendo bastantes cosas pensando en los primeros, de lo cual también hablaré.

La primera película nos muestra la Revolución Cubana, la organización de la guerrilla en Sierra Maestra, los combates entre guerrilleros y el ejército de Batista, el crecimiento del Movimiento 26 de Julio, el triunfo de la revolución… y el Che está ahí en medio de todos los acontecimientos. Hasta el punto de que “Che, el argentino” más que una película sobre el Che en particular parece un filme sobre la Revolución Cubana. Curiosamente, aquí reside uno de los pocos aciertos: la divertida interpretación de
Demian Bichir como Fidel Castro, algo exagerada y sobreactuada sí que es cierto. Otro sería, dentro de las interrupciones de la trama cubana que se desarrollan en Nueva York, las imágenes de marxistas de salón embelesados ante el “buen salvaje” venido del “Tercer Mundo” para hablar ante la ONU representando a Cuba, en aquel terrible discurso en el cual amenazó con expandir la guerra y la violencia revolucionaria por toda América Latina (“un Vietnam, dos Vietnam, tres Vietnam”). Cosas que hoy en día no han cambiado.

La segunda parte, más lineal, basada en los diarios del Che en Bolivia, y sin los saltos temporales de la primera quizás remonta ligeramente el vuelo. Aquí nos enteramos un poco mejor de todo, sobre todo porque es bastante más veraz, lo cual no es demasiado difícil, aunque, igualmente, su principal característica es la facultad de provocar en quien la ve el mayor de los sopores y estar mirando constantemente el reloj.

El Che inicia su aventura boliviana tras el fracaso del Congo (Soderberg “amenaza” con dirigir una tercera parte sobre la experiencia congoleña de Guevara si las dos primeras películas logran recaudar, al menos, 100 millones de dólares), convencido de que un triunfo en Bolivia irradiaría al resto de naciones de Latinoamérica, expandiéndose la revolución por todo el continente como un reguero de pólvora. Utilizando el pseudónimo de “Miguel”, comienza a organizar el que bautiza como “Ejército de Liberación Nacional de Bolivia” formado, inicialmente, por una columna de 23 bolivianos, 16 cubanos y 3 peruanos.

No obstante, allí se encontrará con tremendas dificultades. Los campesinos bolivianos no están muy por la labor de embarcarse en aventuras revolucionarias. El país es extremadamente pobre, cierto, pero diez años antes se ha realizado una reforma agraria y los, por otra parte escasos, campesinos de la zona agreste en la que operan tienen ganas de cualquier cosa menos de perder lo poco que poseen en medio de la locura de este iluminado. Porque si dos cosas caracterizan al Che es la locura y el ser un iluminado.

Para colmo de males, ni siquiera el Partido Comunista Boliviano (decididamente pro-soviético) está por la labor de apoyarle. En una reunión secreta con su máximo dirigente, Mario Monje, éste le deja claro que ningún apoyo deben esperar del Partido Comunista, que el partido rechaza la lucha armada (en realidad, no hacía más que seguir la consigna de Moscú de no embarcarse en la “cruzada” de un verso libre, que ya en aquella época estaba en la órbita maoista en lugar de en la soviética, como el Che Guevara) y que no existían en ese momento las condiciones para una revolución. Realmente, casi todos los partidos pro-soviéticos de Latinoamérica criticaron y sabotearon el proyecto del Che, que vio frustrado su sueño de que se sumaran combatientes de toda la región a su revolución boliviana.

Con un proyecto impracticable geográfica y culturalmente, abandonado a su suerte por su camarada Fidel Castro y en medio de la ignorancia casi general sobre su estancia en Bolivia (hay que recordar que la presencia del Che combatiendo en el sudeste boliviano no fue divulgada y solo la conocieron la CIA y el gobierno de Barrientos, y, en cambio, la ignoraban muchos militantes izquierdistas de Bolivia) nuestro revolucionario y su cuadrilla de guerrilleros, pasarán cada vez mayores penurias en una zona montañosa llena de despeñaderos y ríos torrentosos de la región (escogida por él mismo, un ignorante, como en otras cuestiones, de casi todo lo referente a Bolivia), en la zona del Ñancahuazú (río de oro), entre los departamentos de Chuquisaca y Santa Cruz, fundamentalmente: el agravamiento del asma de Guevara (el ejército retiró todos los medicamentos para ese mal de los hospitales y farmacias del área de operaciones), el total desabastecimiento de viveres (en los últimos días los supervivientes de la columna estaban tan hambrientos y sedientos que comieron carne podrida de buey y algunos bebieron su orina, según sus diarios) y el acoso permanente del ejército boliviano que, además, estaba entrenado por militares y agentes del “malvado imperialismo” estadounidense, de tal forma que acabaron con los rebeldes en pocos meses. Ello hasta llegar a la captura y la ejecución, en un final muy acorde con la imagen casi santifical y solemne que se da del Che a lo largo de las dos películas: el sargento Mario Terán se ofrece como voluntario para apretar el gatillo, como queriendo tener él el honor de ser el ejecutor del mito. El propio
Benicio del Toro en su caracterización en esa escena final evoca casi más a Jesucristo que al Che Guevara. En realidad, según relató el propio Terán al por aquel entonces ministro boliviano del Interior, Antonio Arguedas, aquel día entró borracho a la escuela de la aldea de La Higuera donde Guevara estaba recluido. El Che le dijo: “Usted ha venido a matarme”. Luego preguntó por dos compañeros apresados y, con voz de mando, ordenó a su verdugo: “Serénese y apunte bien. Va usted a matar a un hombre”. Terán dio un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerró los ojos y disparó la primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y comenzó a regar muchísima sangre. Después disparó la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en un hombro y en el corazón, provocándole la muerte. Aquel militar boliviano contribuyó aquel día a convertir una derrota patética en plataforma de lanzamiento de un mito mundial que, desde entonces, ha vendido millones de carteles, postales, camisetas, toallas, posavasos, tangas, tatuajes, etc..

Es esta la imagen del Che Guevara que intenta transmitir la película pese a su formato casi documental: la que evoca la famosa
fotografía tomada por Alberto Korda en 1.960, reproducida en todos estos productos (la imagen de un comunista utilizada en mercancías producidas por empresarios capitalistas… a quienes entregan su dinero consumidores comunistas), es decir, carismático, duro y rebelde, un mito, un idealista. Salta a la vista a quiénes va dirigida fundamentalmente, aunque sin desdeñar a otro tipo de espectadores, de ahí el envoltorio y celofán de riguroso documental que la envuelve no siendo más que eso: un simple envoltorio.

Realmente, el Che fue un iluminado de una exacerbada locura que ni siquiera en aquello para lo que derrochó tanto afán como fue la expansión de la muerte y la violencia se mostró mínimamente competente. ¿Qué razón hay para que un malísimo estratega de la guerra de guerrillas y un pésimo gestor cuando tuvo la oportunidad de ser nombrado presidente del Banco Nacional por el régimen castrista se haya convertido en un personaje mítico?

Dejando de lado lo cuestionable de considerarlo “héroe de la justicia social” por su labor en el gobierno revolucionario, pues esta etapa no es tratada en ninguna de las dos películas, sobre su supuesta faceta de “genio de la guerra de guerrillas”, desde luego, la primera parte cubana intenta que los entusiastas de todo el merchandising y la imagen revolucionaria socialista del Che no se queden decepcionados.

Para ello, si hay que desdeñar el papel los adversarios de Batista que luchaban contra el dictador por medios no violentos y a los que querían la derrota de la dictadura para implantar en su lugar una democracia liberal no hay ningún problema.

Tampoco en omitir que la Revolución Cubana en origen no era en absoluto comunista. Antes al contrario, el Movimiento 26 de Julio se organizó en todo el país con el fin de apoyar a la guerrilla en la sierra, mientras que en las ciudades del llano buscaban establecer alianzas con otros partidos opositores, los sindicatos, el movimiento estudiantil y la propia embajada de los Estados Unidos. Había dos sectores en el Movimiento 26 de Julio, denominados "el llano y la sierra". En concreto, en “el llano” actuaban como principales dirigentes del Movimiento Frank País, Vilma Espín, Celia Sánchez, Faustino Pérez, Carlos Franqui, Haydee Santa María, Armando Hart o René Ramos Latour, mayoritariamente demócratas liberales, no precisamente comunistas. Fidel Castro nunca había sido comunista, sino que, en un caso único, se hizo comunista una vez llegó al poder.

Por cierto, sobre el papel de Estados Unidos en Cuba por aquellos años y lo de la condición de la isla de “burdel de los yankis” durante el régimen de Batista que más de un apasionado del castrismo defiende actualmente, habría que puntualizar (aparte del dudoso gusto de calificar de “prostitutas” a las cubanas de aquella época) que el dictador no era precisamente simpático para los norteamericanos, quienes no dudaron en retirarle el apoyo logístico y vetar la venta de armas a su Gobierno. Batista fue un déspota de los más corruptos que ha conocido América Latina. Había llegado al poder tras un golpe de Estado en 1.952, en el que derrocó a Carlos Prío Socarrás, instaurando un gobierno autoritario y ladrón, enriqueciéndose enormemente tanto él como su camarilla de adláteres. El anticomunismo mostrado por Batista hizo que, en el marco de la Guerra Fría, en principio, recibiera el apoyo de Estados Unidos. Sin embargo la corrupción y las violaciones de derechos humanos llegaron a niveles tan escandalosos que comenzó a conformarse una oposición generalizada partidaria de la insurrección para desalojar del poder a Batista, del que participaron los partidos políticos de oposición, los sindicatos, el movimiento estudiantil, e incluso sectores del empresariado, los terratenientes, algunos miembros de las fuerzas armadas y el propio gobierno de los Estados Unidos, que llegó incluso a cortarle el suministro de armas, como se ha dicho más arriba. El Movimiento 26 de Julio surgió como una evolución revolucionaria del Partido Ortodoxo, de ideología básicamente nacionalista-anticomunista, buscando en todo momento articular sus fuerzas con otros sectores opositores, con el proyecto de establecer un gobierno democrático nacionalista. Tanto el ex presidente Carlos Prío Socarrás del Partido Auténtico, como la CIA, apoyaron económicamente a la guerrilla castrista en sus primeros años. Mientras tanto, Fidel Castro (que había sido un destacado dirigente juvenil del Partido Ortodoxo y que se había vuelto célebre por el intento de tomar el Cuartel Moncada en 1.952) proclamaba abiertamente sostener una posición anticomunista. Por su parte, pese a mantener relaciones estrechas con Fidel Castro y la guerrilla en Sierra Maestra, el Partido Socialista Popular (comunista) criticó la experiencia guerrillera atribuyéndole una intención “puramente aventurera golpista”.
.
Pero no hay que quitar la ilusión a los compradores de camisetas del Che de que Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio en sus orígenes eran románticos luchadores comunistas, ni de que el papel del Che, quien sí era marxista y de los más radicales, fue fundamental en la caída del régimen de Batista. Nada de mencionar eso en la película, ni siquiera que el viraje de Castro se produjo cuando, una vez asentado en el poder, entendió que si se alineaba con el bando opuesto a aquel que lideraban sus vecinos estadounidenses, tendría el poder garantizado de por vida. La Unión Soviética nunca permitiría que su peón caribeño, su falansterio tropical, fuese desplazado. Es decir, ¡comunista por necesidad!

La toma de la ciudad de Santa Clara, su mayor logro militar, está razonablemente bien recreado, aunque la “heroicidad” de la acción de la toma del tren blindado enviado por Batista está bastante en entredicho por numerosos testimonios que indican que el conductor del tren se rindió de antemano, acaso tras aceptar sobornos.

Un momento especialmente manipulador de la primera película es cuando el Che proclama ante la ONU que “fusilamientos, sí; hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario”. A continuación se muestra la ejecución de dos desertores de la tropa castrista que se habían dedicado a robar a los campesinos y violar a sus mujeres e hijas: un fusilamiento con el que moralmente se muestre de acuerdo quien esté viendo la película. Ni que decir tiene que esta es la única ejecución que el Che ordena en las cuatro horas totales de metraje pero lo fundamental aquí es la torticera forma de hacer asimilar con normalidad al espectador el reconocimiento por parte del Che de que el castrismo se había embarcado en el asesinato y en la sangre como medio revolucionario.

Es curioso que no se toman como fuente en esta primera parte los propios diarios desde la Sierra Maestra del Che y las cartas dirigidas a su mujer en México, donde dice cosas como: “Estoy en la manigua cubana, vivo y sediento de sangre”, ”Acabé con el problema dándole un tiro con una pistola del calibre 32 en la sien derecha, con orificio de salida en el temporal derecho...sus pertenencias pasaron a mi poder” (sobre la ejecución de Eutimio Guerra en 1.957), “era en verdad lo suficientemente culpable como para merecer la muerte" (sobre el asesinato de Aristidio, un campesino que expresó el deseo de irse cuando los rebeldes siguieran su camino), "Tenía que pagar el precio" (tras matar a Echevarría, el hermano de uno de sus camaradas, en razón de crímenes no especificados). Simular ejecuciones como método de tortura psicológica también estaba entre sus costumbres. Después de tomar Santa Clara, según un ex comandante del ejército revolucionario llamado Jaime Costa Vázquez, el Che ordenó la ejecución de un par de docenas de personas, incluidos varios campesinos conocidos como casquitos que se habían unido al ejército simplemente para escapar del desempleo.

Otra omisión destacable es la orden que dio en 1.958, después de tomar la ciudad de Sancti Spiritus, a sus hombres de que asaltaran los bancos, una decisión que justificó en una carta a Enrique Oltuski, un subordinado, en noviembre de ese año: “Las masas que luchan están de acuerdo con asaltar a los bancos porque ninguno de ellos tiene un centavo en los mismos”. El mito era... un vulgar asaltador de bancos, ni más ni menos.

El Che siempre fue un convencido de que estaba plenamente facultado para robar la propiedad ajena y reasignarla a su antojo. Era un entusiasta de la expropiación sin indemnización. El impulso de desposeer a los demás de su propiedad y de reclamar la propiedad del territorio de otros fue central a la política opresiva de Guevara. En “Che, el argentino”, no obstante, se nos muestra un Guevara recto y respetuoso con la propiedad privada que, en la última escena, el paseo triunfal hacia La Habana, se indigna y reprende duramente a uno de sus subordinados por apropiarse de un lujoso coche descapotable que había encontrado abandonado, ordenándole que regrese a Santa Clara (la escala en La Cabaña no existió claro, como vamos a ver enseguida) y deje el automóvil donde lo encontró… ¡él, quien, en su vida real, se apoderó “manu militari” de la mansión de un emigrante tras el triunfo de la revolución!. Es más le dice que "aunque el coche hubiera sido del mismísimo Batista no tendrías derecho a apropiártelo". La ridícula escena termina por un “¡increible!” exclamado por el Che cuando vuelve a subir a su jeep. Desde luego, increíble sería tener unos subordinados honrados con un jefe tan salteador y aficionado al pillaje.

Pero la omisión, sin duda, más descarada es la de la etapa de Guevara a cargo de la prisión de San Carlos de La Cabaña. Allí Guevara presidió durante la primera mitad de 1.959, justo después de la caída de Batista uno de los periodos más oscuros de la revolución dirigiendo una Comisión Depuradora frente a militares batistianos o miembros de algunos de los cuerpos de la policía, algunos “chivatos”, periodistas, empresarios, comerciantes, simples sospechosos y aquellos que se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado, que se regía por la ley de la sierra: tribunal militar de hecho y no jurídico. El juez no tenía por qué ser hombre de leyes y sí, en cambio, pertenecer al ejército rebelde, al igual que los compañeros que ocupaban con él la mesa del tribunal. El Che presidía todas las vistas. En aquellos meses se fusiló diariamente hasta llegar a la cantidad de varios centenares de ajusticiados. Los fusilamientos se llevaban a cabo de madrugada, poco después de dictar sentencia y declarar sin lugar (de oficio) la apelación. Alguna noche llegaron a ser ejecutadas hasta siete personas, según testimonios. Nada de esto aparece en la película.

En resumidas cuentas, una película aburrida y soporífera en su conjunto. La primera parte, “El argentino” tendenciosa, manipuladora y todo un ejercicio de desinformación. La segunda, "Guerrilla", más veraz. A fin de cuentas, sobre las andanzas bolivianas del Che poco hay que ocultar. Poco había allí que robar y pocas ocasiones de ajusticiar. Es bastante superior a la primera pero, siendo un conjunto ambas, viene ya tarada de origen. Desde luego, no la recomiendo en absoluto a quienes quieran pasar una tarde entretenida viendo una buena película. Y mucho menos a quienes quieran conocer bien la figura del Che ya que incluso no se nos dice nada sobre los orígenes ideológicos del Che o su etapa en el gobierno castrista, en la cual este icono del “idealismo”, la “justicia” y la “rebeldía” estuvo dispuesto a entablar una confrontación nuclear con los Estados Unidos durante la crisis de los misiles de 1.962, aunque se corriera el riesgo de que la isla quedase reducida a cenizas (ni los ayatolás, vamos), una de las causas por las cuales renegó de la Unión Soviética, tras la marcha atrás y la retirada de las cabezas nucleares por orden de Kruschev, y se pasó al maoismo… siendo más tarde él mismo abandonado por el propio Fidel Castro, atado de pies y manos al Kremlin.

Para empedernidos fans de toda la mercadotecnia que rodea a este sujeto, únicamente.
.
.
.
Video impagable: el protagonista de "Che, el asesino", sin respuestas

.
Benicio del Toro, acorralado entre los toriles de la entrevistadora, que lo banderillea a gusto. Benicio tartamudea, se queda en blanco, no sabe cómo justificar los crímenes del Che, no conoce muchos de ellos. O dice no conocerlos.

Sólo se le ocurre a él ir a Miami a hacer apología del castrismo.
.
.
.
.

martes, 19 de enero de 2010

Chávez, una amenaza real











No se pierdan este escalofriante documental de 30 minutos de duración, realizado en 2006, dividido en cinco partes. El video nos ilustra sobre las líneas a seguir por Chávez en su alocada carrera liberticida y antiimperialista para la construcción de un régimen socialista y hoy, como no podía ser de otra forma con el proyecto radical-populista chavista, todo está bastante peor que aquel año, tanto para la población venezolana como para los países vecinos que no han sucumbido a su expansionista política.

Lo último en este camino al socialismo, aparte del racionamiento de luz y agua (las "duchas comunistas"), ha sido la devaluación del 50% del valor del bolivar como forma de rapiñar, por parte del régimen, la poca riqueza que va quedando en el sector privado y terminar de convertir al pueblo venezolano en una sociedad encadenada a su poder. Poco después de la devaluación, la pasada semana, Chávez procedió al cierre, durante 24 horas, de 1.031 comercios por subir, según él, los precios, anunciando así mismo la expropiación de la cadena de supermercados Éxito, que será sustituida por la cadena estatal Comerso, acusándolos de "remarcar los precios" y de "especuladores". Para ello, el caudillo bolivariano apeló a los militares y las organizaciones populares, dando muestras de lo necesaria que es, para este sujeto, la confrontación y el buscar constantemente enemigos a los que culpar de los males de la mayoría: "Algunos burgueses, oligarcas (...) están diciendo que por las medidas anunciadas el viernes ellos tienen que incrementar todos los precios. ¡De ninguna manera lo vamos a aceptar!"; "El Gobierno debe defender al pueblo y el pueblo debe defenderse a así mismo"; "Les vamos a quitar sus negocios y se los vamos a dar a los trabajadores (...); yo les agradezco mucho que ustedes hagan lo que tienen que hacer para permitirme recuperar sus negocios, como les agradezco a los banqueros ladrones".

En realidad, quienes Chávez llama "especuladores" lo único que están haciendo es repercutir en los precios la cantidad que ahora tienen que pagar (el doble) por adquirir los productos que venden, gracias a la brutal devaluación impulsada por el Gorila, quien, ahora, busca la excusa para expropiar estos negocios. Todo el tejido empresarial de Venezuela está en camino de pasar a manos del chavismo y sus adláteres, con lo que eso supondrá: miseria y más miseria, menos para los capitostes del régimen.
.
.
Chávez y el devastador camino hacia el socialismo. Por Juan Ramón Rallo
.
.
Este anormal, cada vez más cerca de la demencia absoluta:

Chávez: El terremoto en Haití lo causó "una prueba de la marina de EEUU". ABC

.
.

lunes, 30 de noviembre de 2009

A Moratinos le molesta que EE.UU. no haya apoyado el castrochavismo en Honduras


Miguel Ángel Moratinos, ministro de Exteriores del gobierno progre que padecemos, ha estado bastante inquieto y preocupado estos días con la posibilidad de que la democracia hondureña funcione. Nada nuevo bajo el sol, estando por medio este amigo del difunto Arafat, de Chávez y de Fidel Castro: lo extraño sería que apoyara la resistencia de Honduras a convertirse en un felpudo más del castrocomunismo chavista.

Después de que Estados Unidos, afortunadamente, haya dado un giro a su postura inicial de exigir la restitución en el poder del golpista Zelaya, anunciando que respetará el resultado electoral de este domingo, tanto Moratinos como el gobierno progre que padecemos se han quedado totalmente sólos defendiendo a Zelaya y los intereses de Chávez. Sólos, al menos, dentro de las naciones democráticas puesto que junto al eje bolivariano siguen bien juntos.

La secretaria de Estado explicó así al ministro que la apuesta de Washington por reconocer los comicios no significaba, informa ABC, el abandonar la exigencia de otros puntos del acuerdo. Al tiempo, Clinton pidió que no se haga una descalificación categórica de los comicios debido a su utilidad para alcanzar, por fin, una solución a la conflictiva situación del país.

Aún así, el Gobierno español sigue insistiendo en no reconocer las elecciones democráticas en el país. Tal y como señala ABC, el secretario de Estado para Iberoamérica, Juan Pablo de Laiglesia, ha dicho que "no hay contexto en el que las elecciones puedan tener el efecto que se esperaba". En este caso concreto, aunque en general sea bastante triste, habrá que celebrar el que la absoluta irrelevancia internacional del Gobierno Zapatero les hará quedarse clamando sólos en el desierto contra el funcionamiento de la democracia en Honduras y pidiendo que los hondureños violen sus propias leyes. No mucho más es esperable de aquellos que han hecho de la alianza con cualquiera que suponga el contrapunto a los valores democráticos y liberales de Occidente su bandera.

A HONDURAS LE LLEGA SU MOMENTO
GUILLERMO PEÑA PANTING
Libertad Digital
.
Miguel Cancio
En defensa del neoliberalismo