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lunes, 30 de abril de 2012

MACHACAR LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN





Uno de los principales males que aquejan a las democracias es el control perverso de los medios de comunicación por parte de los partidos políticos, sobre todo de aquellos que gobiernan una nación o una parte de su territorio.

El control de los medios de comunicación, no sólo pretende reducir las críticas al gobierno de turno, sino que va más allá: Ejercer la ingeniería social.

Al igual que en los regímenes totalitarios, en las democracias débiles ese control de los medios de comunicación  pretende modificar la sociedad. El veneno del despotismo se suministra a través de miles de horas de programación cuyo fin es alienar, manipular, adoctrinar y alterar las mentes de los ciudadanos, sus escalas de valores y principios morales. El objetivo es construir una sociedad de ciudadanos acríticos, apesebrados, mansos y amantes de “Papá Estado”.

Si Montesquieu tuviera que formular hoy la teoría de la separación de poderes, además de los tres poderes clásicos, hubiera tenido en cuenta un cuarto: Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Mediático. La realidad es que en el siglo XXI el poder de los medios de comunicación constituye un pilar fundamental de acceso al poder político y de control mental de la ciudadanía.

Recuerdo las palabras de Rosa Regàs,  la que fue directora de la Biblioteca Nacional de España. Me refiero a esa escritora que representa perfectamente el prototipo de intelectual  socialista que sólo excreta  iniquidad y sectarismo. Esta mujer entendía el  periodismo como una máquina para alimentar a las masas, hambrientas de guía, desconcertadas, indefensas ante la presencia de otras formas de entender la vida que no fuera el pseudoprogresismo liberticida.

Para tipas como Rosa Regás su ideología sectaria, rancia y casposa lo es todo y por eso hay que, por cojones o por ovarios,  metérsela en la cabeza a todo ser  humano, ya sea a través del cine, los medios de comunicación o en las aulas. Todos deben ser  conformados y moldeados al servicio del sueño socialista; más bien,  pesadilla, diría yo.

Liberticidas como Rosa Regás anhelan un modelo de sociedad  en que se adoctrina y alimenta al "pueblo" a base de consignas, basadas en la irreflexión, la falta de raciocinio,  el odio y la envidia. Se trata de afianzar la representación paternalista, intervencionista y colectivista que tiene la pseudoprogresía de la sociedad. Todo lo contrario a lo que  los liberales entendemos como sociedad, es decir, esa compleja y amplia red de relaciones interpersonales creada por individuos libres, interdependientes, solidarios, soberanos,  emprendedores, responsables, dueños de su vida y de su destino.

Todos sabemos que la televisión y la radio siempre han tenido una gran importancia en el esquema propagandístico de los socialistas; y en menor medida la prensa escrita, puesto que sus lanares seguidores suelen tener poca afición a la lectura. Un esquema propagandístico en el que más que ideas lo que se transmiten son emociones y prejuicios adquiridos. “La gente vota sentimientos conocidos y arraigados, no argumentos" como claramente afirmó en su blog, el socialista español Jordi Sevilla.

Os invito a que visionéis  el video siguiente, titulado   ”Socialismo: la máquina de crear pobres” . Fijaos  en Chávez, de cómo afirmaba, para engatusar a los ciudadanos venezolanos, que iba a respetar la pluralidad de medios de comunicación;  sin embargo ha cerrado televisiones privadas y revocado licencias de centenares de emisoras de radio; en todos los casos, por mostrar discrepancias con su sueño de dictadura comunista venezolana.




Para Hugo Chávez no fue suficiente obligar a todas las emisoras de radio y televisión de Venezuela a transmitir en cadena nacional, durante miles de horas, sus inacabables y tediosos discursos, sus zafiedades y malos chascarrillos. Tampoco ha sido suficiente poseer un ingente número de canales de propaganda oficial: VTV, Vive, ANTV, TVES y Telesur, centenares de periódicos, decenas de televisiones y centenares de estaciones de radio.

Todo eso no fue suficiente, incluso su idea era meter preso a todo aquel que se atreviera a informar u opinar algo que le desagradara. A Chávez, como buen socialista,  le ha fascinado siempre la figura de "delito mediático" con la finalidad de "regular la libertad de expresión", metiendo entre rejas a todo periodista díscolo, los cuales ya estaban sometidos a las permanentes amenazas y extorsiones del Estado así como de los violentos grupúsculos pseudobolivarianos.

A  los liberticidas como Hugo Chávez, el de Venezuela; o como Manuel Chávez, el de Andalucía (España),  nunca les ha interesado que la ciudadanía se informe de los mangoneos políticos, del aparatoso descalabro de su gestión económica, del incremento del desempleo, de la escasez de artículos de primera necesidad. Los tipos como Chávez/Chaves  intentan crear nuevos súbditos, destruyendo su legítimo derecho a conocer lo que está sucediendo en su tierra y la forma en que el socialismo del siglo XXI está destruyendo su futuro.

La diferencia entre el régimen del Chaves andaluz, hoy continuado por su pupilo Griñán con la compañía de los comunistas de Marinaleda;  y el de Chávez venezolano, es sólo de grado. En lo sustancial comparten de forma rotunda el mismo fin.

Otro liberticida,  el que fue consejero socialista en Andalucía, Enrique Linde; afirmó lo siguiente, con respecto al reparto de licencias de radio: “Tampoco veo tan mal que diez emisoras se hayan dado a personas que tienen un planteamiento ideológico de izquierdas, por ejemplo…Por el espectro sociológico de Andalucía parece que la medida se hubiera quedado corta, porque realmente personas que estén próximas a la órbita de lo que representa el Partido Socialista parece que proporcionalmente hay mucha más”  ( Diario de Sesiones, Parlamento de Andalucía, 18 de diciembre de 1985, página 5323). O sea, a más votos más emisoras, confundiendo la mayoría política, que en una democracia sana es siempre efímera y respetuosa con las reglas del juego, con una mayoría de poder que modifica a su antojo dichas reglas para apuntalar un poder exclusivo y vitalicio en el seno mismo de las estructuras democráticas.


Está claro que  en toda verdadera democracia, en la que rige la separación de poderes y el Estado de Derecho, la existencia de medios de comunicación críticos con el gobierno se considera una expresión de pluralismo y todos los poderes públicos deben velar por preservar ese pluralismo en beneficio de todo el sistema. Parece que en una parte de España, denominada Andalucía y que pretende convertirse en la “Cuba revolucionaria europea”, les incomoda  sobremanera que algo así suceda. He aquí la prueba:










Volviendo a  Montesquieu. El mayor peligro para la Libertad es la concentración absoluta del poder en forma de despóticas monarquías absolutas o de regímenes totalitarios, por eso es tan necesaria la separación de los poderes del Estado. Sin la separación de poderes  no es posible sistema democrático alguno.

Actualmente la separación de poderes entre el legislativo, judicial y ejecutivo no es suficiente  para garantizar el equilibrio entre poderes y su consiguiente garantía de los derechos del individuo. Un nuevo poder, el  de los medios de comunicación, está adulterando el espíritu democrático hasta reducirlo a una mueca formal, incapaz de mejorar la libertad y la igualdad de los ciudadanos ante la ley.

Hoy ninguna fuerza política puede ostentar el poder o ganar unas elecciones, aunque las encuestas estén en contra como ha sucedido en Andalucía (España),  sin el patrocinio de los medios de comunicación. Más allá de la bondad o maldad del mensaje político, sólo existe lo que sale en la televisión o se escucha en la radio. Controlar la maquinaria mediática es fundamental. Dominar los medios de comunicación para la casta política es tan vital, como el control del armamento en un conflicto bélico.

A continuación,  os dejo unos vídeos que realicé hace tiempo,  anunciando que la Libertad de Expresión tenía los días contados en España.


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ENTRADAS RELACIONADAS:



http://lodicecincinato.blogspot.com/2009/08/puterio-periodistico.html

 








jueves, 6 de octubre de 2011

Libertad de Expresión

              Ayer, en una conversación con un colega referente a este tema, surgieron las diferencias de pensamiento entre ambos. Lo que para él era algo normal, para mí era algo impropio. Tal vez al ser una conversación de facebook no me expresé con la claridad suficiente como para posicionar mi punto de vista de forma concreta, así que ahora aprovecho el blog para explayarme un poco más en este asunto.

              Sé que mi opinión al respecto va a levantar ampollas, y que posiblemente no gustará a casi nadie, pero aún así me gustaría dejar constancia de ella y de las razones de porqué pienso así. No voy a callarme para agradar a quién piense diferente, no soy tan “político”(entendiendo esta palabra como un sinónimo de cínico o hipócrita) como para ello, y prefiero que los demás renieguen de mí o de mi opinión, a ser yo mismo quién reniegue de mis principios.

              La noticia en cuestión es la del rapero este al que detuvieron por sus comentarios del estilo de: “Yo seguiré brindando cuando ETA le vuele la nuca a un pepero”, o “Yo fusilaría a Zapatero en la plaza de Las Ventas”. Y mi visión particular del tema es que si bien no estoy de acuerdo con sus afirmaciones y me parecen realmente repugnantes y carentes de cualquier tipo de decencia, no por ello creo que haya que detenerlo. Y la razón de esta afirmación está en la libertad de expresión.

              Cuando se habla de libertad de expresión la gente suele asumir que hay límites a la misma… y eso es un error. La libertad (cualquier libertad) no debe tener ningún límite, pues en ese caso deja de ser una libertad real y pasa a ser una libertad castrada y por lo tanto ya no es libertad. Y en el tema de la libertad de expresión aún más. Pues así como en la libertad individual fija el límite en la libertad individual de los demás, lo cual es lógico pues una invasión por cualquier parte a esa libertad, deja de ser la libertad de uno para ser la asusencia de libertad de la otra parte, por lo que es un límite “natural”, y no un límite “impuesto”. En la libertad de expresión nunca se invade la libertad de expresión de los demás, de forma que no se les elimina esa libertad, y aquellos que no comulguen con las ideas del primero, siempre podrán emplear esa misma libertad para posicionarse en contra.

              La libertad de expresión no debería estar limitada por nada. Pues hay que aclarar varias cosas. En primer lugar saber diferenciar entre opinión y hecho. Una opinión entra dentro de la libertad de expresión, y a nadie se le debería condenar por opinar diferente al resto (al margen de lo repulsivas o denigrantes que pudieran ser esas opiniones). Un hecho entra dentro de la libertad individual, y por lo tanto sí que sería condenable.

              Por ejemplo: Una persona dice en público que a los políticos hay que matarlos a todos. Otra persona saca una escopeta y se dedica a matar políticos. El primero expresa una “opinión”. El segundo ejecuta un “hecho”. Ahora alguien me dirá que eso se dice todos los días y no pasa nada, que a nadie se le condena por ello. Pues en lugar de esa frase empleemos esta otra: “Hay que matar a todos los judíos”, o esta “Los musulmanes son unos cabrones que estarían mejor todos muertos”, o bien esta “Los católicos son la escoria de la humanidad y habría que erradicarlos a todos”… o bien, por dejar de lado la religión, “Los negros son seres inferiores”, o “Las mujeres en la cocina y dos leches si contestan”, o “Esos nórdicos rubiales de ojos azules son todos unos nazis de mierda y habría que exterminarlos como hicieron ellos con los judíos”. Pues seguro que alguna de estas frases se ha escuchado y no ha pasado nada, entonces, ¿porqué cuándo ese rapero dice esas frases sí que pasa? ¿Qué diferencia hay?

              Enaltecimiento del terrorismo… un delito que es demasiado subjetivo como para poder ser considerado como tal. Pues primero habría que definir “terrorismo”, y si lo analizamos bien, en realidad desde el mismo momento en que una persona deposita su voto a un partido, ya habría que detenerla por ese delito… Si vota al PSOE, está “enalteciendo” al GAL, que es ni más ni menos que terrorismo. Si vota al PP, está “enalteciendo” al franquismo y la guerra de Irak, que también se pueden considerar terrorismo (según a quién se le pregunte). Si vota a Bildu, está enalteciendo a ETA. Si vota a ERC, está enalteciendo a Terra Liuvre… y así sucesivamente. Nadie se salva. Pues a según los ojos de quién mira, todo es susceptible de ser considerado “terrorismo”. Y no hablemos ya de los símbolos "populares". Un chaval con una camiseta del Che, también debería ser condenado por apología del terrorismo. Una foto de Stalin o de Lenin... una estrella roja en cualqueir bandera... una imagen de Fidel Castro... una esvástica... un crucifijo... una media luna... una estrella de david... Todos esos símbolos podrían ser considerados por alguna parte como "apología del terrorismo", pues en el caso de las fotos e imágenes de los que he mencionado... menudos criminales asesinos. En el caso de los símbolos religiosos, todos ellos, en algún momento de su historia, significaban la muerte (normalmente precedida de mutilaciones y torturas) para todo aquel que no profesase esa fe (o para cualquiera que le callera mal al religioso de turno, que tampoco es plan "discriminar")

              La única solución real es eliminar esos conceptos que en sí mismos atacan la libertad de expresión. Una persona debería poder opinar lo que le diera la gana, y aquellos que no estén de acuerdo, deberían poder rebatir sus argumentos con la misma libertad. Mientras todo se quede en el concepto “opinión”, no es potestad de nadie (a mi modo de ver) el condenar o privar de libertad a una persona. Ahora bien, cuando de la “opinión” se pasa a la “acción”, entonces sí que ya tenemos algo punible y condenable.

              En este tema en concreto, el del gilipollas este (yo, en mi libertad de expresión, opino que este tío debería sufrir en sus carnes lo que significa el terrorismo, a ver si entonces opinaba igual), lo único que se ha conseguido al detenerlo, es darle fama y poder. Antes lo conocían en su casa a la hora de comer… ahora está en boca de todos. El “hecho” de detenerlo ha logrado lo opuesto a lo que se pretendía. Si lo que se quería era “callarlo”, en realidad ahora, gracias a las maravillas de la información, todo el mundo lo conoce, todo el mundo opina al respecto, su mensaje llega a más gente… ¿Se ha logrado algún bien con esto? Creo que no. De haberlo dejado en paz, ahora mismo seguiríamos como siempre, pasando de él y de sus tonterías.

              Si le damos valor al hecho de que la libertad de expresión debería estar “limitada”, “controlada” y “acotada”, lo que estamos haciendo es dándole potestad a los políticos a que hagan con ella lo que quieran. Primero será la “apología del terrorismo”… ahora Rubalcaba quiere añadir también a los partidos políticos que fomenten el odio ideológico (en este caso, el primero debería ser el propio PSOE, pero mejor dejar este tema para otra ocasión). Luego vendrá otro que crea que también hay que eliminar las connotaciones peyorativas hacia las personalidades públicas. Luego otro opinará que también hay que impedir que… Y podría seguir así eternamente, al final se podría llegar al absurdo de tener que cuidarse mucho en el lenguaje, no sea que un tercero nos denuncie por hablar mal de nosotros mismos… Y no es tan descabellado el pensar así. Sólo recordad en cuantas ocasiones se denuncia a la gente por sus palabras, sean amenazas, sean insultos, sean simples comentarios peyorativos, o también expresiones populares que se han malinterpretado. Ahí caemos en lo “políticamente correcto”. Por ejemplo si a una persona de raza negra se le dice “negro”, te pueden denunciar por racista, xenófobo, por daños morales o lo que quieras imaginar. Si a un homosexual se le dice “maricón”, pues te denuncian por homófobo, machista, retrógrado o lo que sea (por cierto, una de las acepciones de la RAE de maricón es: “Hombre afeminado u homosexual”, la otra es “insulto”, ahora bien, la denuncia te la hacen siempre, independientemente de cuál sea la acepción empleada)… y así con todo.

              Las palabras pueden herir, y mucho, desde luego. Pero esas mismas palabras pueden ser usadas por todos. La dialéctica es el arma perfecta. Con argumentos se pueden conquistar ciudades, así como también liberarlas. Con argumentos se pueden evitar guerras, así como también empezarlas. Con argumentos se pueden unir pueblos, así como también dividirlos. Si limitamos, por poco que sea, la capacidad de expresarnos, estamos limitando también esos argumentos… pero estamos limitando más a los beneficiosos que a los perjudiciales, pues los que mandan no suelen emplear la dialéctica, simplemente “mandan” y punto. Y es la base, la ciudadanía, el pueblo, el que emplea esos argumentos para evitar que los de arriba se desmanden. Limitar, por poco que sea, esa capacidad, no evita que los de arriba sigan mandando, sino que evita que los de abajo puedan protestar.

              Habrá ocasiones en que la “libertad de expresión” de otra persona nos duela, nos incomode o nos repugne. Pero nosotros podemos emplear esa misma “libertad de expresión” para contraatacar. Si creamos leyes que limitan esa expresión, ¿con qué derecho luego podemos nosotros argumentar en contra? Hemos perdido ese derecho, y aún encima le hemos dado alas a los otros para que nos odien aún más.

              Por lo tanto, y para terminar, el colofón a esta parrafada viene a ser el siguiente: “La libertad de expresión es algo que no se debe limitar en ningún caso”, pues cuando una persona, en el uso de esta libertad, hace afirmaciones que no nos gusten y nuestra respuesta es la condena física, entonces es como si le estuviéramos dando valor a esas afirmaciones.

              Si de verdad queremos luchar contra ese tipo de gente, tenemos dos posibilidades fantásticas, la primera es el uso de esa misma libertad de expresión para decirle lo que opinamos de él y de sus ideas. La segunda es hace caso omiso, ignorarlo… y esta segunda suele ser la que más les duele.

              Detener a ese idiota sólo sirvió para darle fama y darle peso a sus palabras… precisamente lo contrario de lo que se pretendía.


               Y ahora queda aquí este post para que cualquiera opine al respecto, en libre ejercicio de su libertad de expresión

lunes, 21 de febrero de 2011

TV3 y libertad de expresión

Hoy en la Plaza de la Virgen, de mi querida ciudad había una concentración para protestar contra el cierre de TV3 en nuestra comunidad. Y a mi me da la risa. No por el hecho de que tengamos algunos canales menos que ver. Objetivamente eso me da pena. No soy fan de TV3. No me gustaba Son Goku. Y no los pillo aquí en la habitación de mi hotel. 

Cuando hay menos posibilidades de elegir, todos salimos perdiendo. Un desastre se mire por donde se mire. Menos canales, menos libertad. Desconozco las razones legales que alegan desde el gobierno pepero, pero si la ley permite cerrar una televisión esa ley es una ley perniciosa. Y si no lo permite... creo que lo llaman prevaricación. Al final, un asunto feo.

Pero como he dicho, me da la risa. Que desde ERC o desde ACPV (Acció Cultural del País Valencià) vengan voces que hablen de libertad de expresión me resulta cómico. Increíble, en el sentido estricto de la palabra. No me da para creermelo. Llámenme cortito. Creo que precisamente ellos, son los menos indicados para hablar de libertades. Unos por las barbaridades liberticidas que han perpetrado mientras han colaborado en el gobierno de Cataluña, inmersiones linguísticas a al cabeza. Los otros por pretender una catalanización de la Comunidad Valenciana (que es como se llama ahora) en contra de la mayoría de la población. 

Por muy tontos que seamos en mi tierra, alejados de la cultura y alienados, no parece que a la mayoría de los que pueblan el levante les vaya ser provincia de los maravillosos Països Catalans. Por muy maravillosos que los pinten. 

Yo personalmente defenderé siempre que todas las televisiones puedan emitir lo que quieran, me guste o no. Tengo un maravilloso mando a distancia y varios packs de pilas. Defenderé que los que quieran ser catalanes lo sean, mientras respeten a los que no quieren serlo y viceversa. Aquí es donde está el lio. Los derechos de unos contra los derechos de los otros. Hagan referendos, independícense si quieren, pero dejen que los que los que pensamos que el mundo camina hacia la unión de Europa y a la eliminación de fronteras, y que eso además puede que esté bien, tengamos nuestro sitio. 

Se sorprenderían de cuanto tonto alienado hay por ahi.


Publicado originalmente en Comentarios Otomanos

sábado, 12 de diciembre de 2009

Yo también soy Hermann Tertsch



Recordemos como Hermann Tertsch plantó cara al chantaje de los sindicatos y no cedió frente a la huelga política que llevaron a cabo en Telemadrid motivada por el disgusto que tenían el grupo PRISA, MEDIAPRO y PSOE por la línea crítica de la cadena autonómica con la ineficaz política de Zapatero. En aquella ocasión los sindicatos desempeñaron el trabajo sucio de agitación contra Esperanza Aguirre, pero realmente no es la Presidenta ni Hermann Tertsch los verdaderos enemigos de los liberticidas, sino la democracia.

El sindicalismo español, perro fiel del amo que le da de comer, nunca conseguirá de sus pocos afiliados la pasta gansa que le unta el gobierno. A estos parásitos les importa una mierda que se esté destruyendo el tejido social de España, su fin principal, en aquel momento y ahora, es cumplir la consigna de silenciar Telemadrid por considerarla contraproducente e inadmisible para el perverso interés del amo del perro. Por eso siempre diré que es un error conseguir la paz social, como pretenden algunos ilusos, apaciguando a los sindicatos a costa de nuestra Libertad y nuestro dinero.

Este tipo de sindicalismo mafioso junto a la basura que comprenden los medios de comunicación afines al gobierno es volver a lo peor del peronismo radical, es decir, azuzar a las bestias en el uso de la violencia para deslegitimar primero, intimidar después y finalmente... lo que se tercie, con tal de machacar al discrepante. El afán totalitario siempre animará a tipos descerebrados que se ofrecerán a materializar la consigna pateando a los señalados en la misma con el fin de meter miedo a la ciudadanía por si alguien no quiere incorporarse al corral o, una vez dentro, decide despertar y renegar de la secta demandando Libertad. Ésa es la historia de siempre. La historia de la España chekista, de la Cuba castrista o de la Alemania nacional socialista en la que siempre suele darle a los liberticidas por romper los escaparates o las costillas de un sector de la población designado por un iluminado déspota que se refugia en la democracia para alcanzar el poder y hacer realidad su sueño totalitario.

Es obvio que Zapatero quiere legitimar su gobierno como el sucesor de aquel gobierno fracasado de la II República que lo único que trajo a España es enfrentamiento y miseria, por lo tanto no debemos extrañarnos si empiezan a surgir milicianos incontrolados gustosos de agredir a todo aquel que no quiera actuar de acuerdo con el panfleto socialista.

Lo terrible es que en España hay tanto zopenco indiferente ante todo lo que ocurre que facilita bastante las tropelías de los totalitarios liberticidas que no tienen miedo a que nadie les pare en su obsesión por acallar a todo defensor de la libertad y la democracia. Estos liberticidas siempre necesitarán a esa masa pastueña, a esos sindicatos mafiosos, a esas proclamas de los titiriteros y mucho Estado para crear dependencia entre la ciudadanía con el propósito de guiarles de por vida como a niños, mientras se les despoja de su Libertad. La historia reciente nos informa que el odio al discrepante ha llevado a estos totalitarios a cruzar líneas peligrosas que hacen arriesgar la convivencia pacífica entre los ciudadanos, por lo tanto, si una sociedad quiere ser libre debe ser capaz de poner coto a los abusos de los liberticidas que no son otra cosa que un conglomerado formado por fracasados, manirrotos, mamarrachos, mediocres, envidiosos, parásitos y criminales. Pero os aseguro que no lo conseguirán mientras un ingente número de ciudadanos afirmen que ellos también son Hermann Tertsch.

Hermann Tertsch trabajó en EL PAÍS y conoce muy bien que es lo que se esconde detrás del falso progresismo socialista. El PAÍS fue el periódico de donde le expulsaron a patadas por ser decente y no tragar con las consignas liberticidas socialistas. Ciudadanos como Hermann Tertsch son el ejemplo para el periodismo veraz e independiente que tanta falta hace en España. Hermann Tertsch es un hombre de principios y por eso es coherente con su línea editorial que tanto odio despierta entre los liberticidas. Cada noche Hermann Tertsch hace reflexionar a la ciudadanía sobre lo valioso que es la libertad de expresión y la independencia informativa en una sociedad que vive en democracia. Hermann Tertsch sabe transmitir a los hombres y mujeres libres que la lucha por la Libertad es el fundamento de la dignidad de sus vidas.

Los hombres y mujeres de bien necesitamos a personas valientes como Hermann Tertsch. La lucha va a ser dura porque, no nos engañemos, los liberticidas controlan todos los poderes sociales, las instituciones, las organizaciones cívicas, los sindicatos, la justicia, los medios de comunicación, la escuela, la cultura. Apenas queda algo donde sujetarnos. Pero hay algo que ellos no controlan, algo muy importante para todo ser humano, el deseo de Libertad.

Somos muchos y bizarros los defensores de la Libertad y estamos dispuestos a luchar contra estos malditos totalitarios que están obstinados en arrastrarnos con ellos hacia su pesadilla ideológica de terror y miseria. Los que nos resistamos nos pareceremos a aquellos héroes que lucharon tenazmente en Numancia. La única diferencia con los numantinos es que ahora no estamos dispuestos a sacrificarnos sin llevarnos al enemigo por delante.

Una cosa hemos de tener claro los que amamos la Libertad y es que para que los liberticidas dejen de controlarnos todos los aspectos de nuestra vida y de robarnos el fruto de nuestro trabajo debemos empezar a correrlos a gorrazos, pues la historia demuestra la efectividad de tal medida. Los liberticidas no entienden de razones, ni de sentido común, ni de convivencia democrática. Son como animales que sólo obedecen al látigo. Si queremos vivir en una sociedad libre tenemos que empezar a luchar por ella.

¡Permaneced atentos y en guardia!


Os espero en mi bitácora: Lodicecincinato.tk












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