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viernes, 15 de abril de 2011

Susana y el capitalismo

Susana es una chica estupenda. Es divertida, simpática, inteligente y atractiva. Es la mujer de uno de mis mejores amigos. Viven en un pisito muy cuco, encima de un badulake. Y tienen una hija maravillosa, que se llama Lola. Una Lola que mola, no como la de Cicatriz. Ni como la de Los Suaves. Nada tiene que ver con la de The Kinks. Es una Lola genial. Como su mamá y como su papá, que se llama Ricardo y es mi amigo desde hace más de 20 años. 

The Kinks
Ricardo cumple años dos días antes que yo. Y solemos hacer algo conjuntamente. Este año se me fue la pinza. Así que Susana compró un cochinillo e invitó a gintonics en la terraza de casa. Ellos se encargaron de todo. Y allá que nos fuimos. Y nos tomamos una copa de más. Hubo muchas conversaciones. Pero en una de ellas, Susana me espetó que el capitalismo había fracasado. Plas, en tolcielolaboca. Chica, no puede ser. ¿Cómo puede fracasar algo que jamás se ha puesto en práctica? El capitalismo no existe a día de hoy. Y es fácil de demostrar. 

Si vas a la RAE hay una definición, algo escueta. Pero en Wikipedia viene esto:

"El capitalismo es el orden social que resulta de la libertad económica en la disposición y usufructo de la propiedad privada sobre el capital como herramienta de producción.[1]
En el capitalismo los individuos y las empresas llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes o de servicios en forma libre dentro de la división del trabajo, con el propósito necesario del beneficio monetario para la obtención de recursos en función de cualquier orden de fines dentro del marco de una cooperación mediatizada por el mercado.[2] La distribución, la producción y los precios de los bienes y servicios son determinados por el libre mercado, la oferta y la demanda entre productores y consumidores."

Me quedo con al última frase. Es la clave. Y pongo dos ejemplos, para demostrar que no hay capitalismo como aquí se describe, por cierto, bien descrito.

Primer ejemplo. Si yo quiero comprar dinero, a través de un préstamo, por ejemplo, pago un interés , eruibor más algo, a modo de precio. Y ese interés viene fijado en España por el Banco Central Europeo, que depende de la UE, que depende de los Gobiernos de la UE. Es decir, el precio del dinero depende de los gobiernos. Ni del mercado, ni de la oferta, ni de la demanda. El euribor lo fijan los gobiernos, intervienen en su precio.

Segundo ejemplo. Aún más claro. Bien a comprar: Energía. Aquí la mano del gobierno de turno es más que clara. Todos los años saca un decreto por el que se establece el precio de la luz. Y todas las industrias necesitan energía, en mayor o menor medida. Todos la necesitamos. Nuestro día a día está intervenido por el gobierno de turno, por el estado.

Dinero y energía son precios intervenidos y están en la base, en el fondo, de cualquier intercambio de bienes o servicios. No hay capitalismo, que determina el precio por el mecardo, la oferta y la demanda. Hay un intervencionismo, evidente, del precio de las cosas. Socialismo, de izquierdas o de derechas. Pero socialismo.

Yo, como capitalista convencido, puedo estár equivocado, y que resulte que el capitalismo sea un fracaso. El intervencionismo lo es. Certificado a día de hoy. Todo el mundo dice que el sistema actual está agotado. Que los oligopolios empresariales influyan como si fueran gobiernos, con tanto o más poder, también es un fracaso. Eso no es capitalismo por mucho que se confundan las cosas. Y es que el capitalismo, a día de hoy, no está probado.

Puede que me equivoque y le esté tirando los trastos a un travesti, pero desde luego, creo saber lo que hago, yo quiero a mi Lola, sea lo que sea. Mucho lo he meditado, tú, sin embargo, dices que no te gusta mi Lola,  EL-OH-EL-EY, Lola, ¿cómo lo sabes, si no lo has probado?

P.D.1.: Y quedan más ejemplos, como los impuestos al consumo de ciertos bienes o servicios, la competencia desleal del gobierno a través de sus empresas públicas, etc, etc.

Comentarios Otomanos

domingo, 9 de enero de 2011

La bondad del capitalismo y la pesadilla del socialismo


¡Que cansinos que son los liberticidas! ¿No se dan cuenta que el socialismo es una ideología que nunca podrá funcionar?. El socialismo es inviable porque es un error intelectual.

Ya fracasó el socialismo real que fue desplazado por el socialismo light de las socialdemocracias intervencionistas, que sigue siendo socialismo pero más disimulado porque utiliza la democracia para alcanzar el poder con el propósito de repetir pseudodemocráticamente aquel socialismo del siglo XX, genocida y creador de miseria. Esto está sucediendo en países como Venezuela, Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador o España. Afortunadamente la maniobra falló en Honduras.

No hay duda que el intervencionismo económico en los países desarrollados ha sido el culpable de la conflictividad social y la crisis económica que se extiende por el mundo. Un mundo socialista. Un mundo en el que el socialismo de derechas o de izquierdas ha hecho mella. Un mundo donde el maldito mercantilismo se extiende por todos los rincones y es aplicado, en diferente grado, por todos los gobiernos de todo color. Un mundo donde el perverso intervencionismo golpea a los ciudadanos despojándoles poco a poco de su Libertad.

Os voy a aclarar que es el socialismo definiendo antes lo que es la función empresarial. La función empresarial no es otra cosa que una aptitud natural del ser humano utilizada desde los tiempos prehistóricos.

La función empresarial no es sólo aquella que practica un ciudadano cuando monta un negocio, un hecho que odian demasiado los liberticidas socialistas de izquierdas lobotomizados por la consigna de odio a la burguesía. La función empresarial es el talento, la pericia y la inteligencia de una persona para inventar bienes, fabricar herramientas, explorar territorios, concebir ideas o aprovechar las oportunidades que encuentre durante su vida. Esa disposición de crear y descubrir bienes es lo que ha distinguido siempre al hombre de los animales, también de los seres humanos no socialistas de los que sí lo son.

En el momento en el que un hombre de Cromagnon salió de su cueva para recolectar fruta o para buscar utensilios que le facilitaran fabricar herramientas ya estaba practicando la función empresarial.

Un emprendedor es todo ciudadano con una percepción creativa e innovadora, es decir, esa facultad propia de algunos hombres y mujeres que ha posibilitado la prosperidad y el desarrollo de la sociedad tal como hoy la concebimos y que es aprovechada por todos.

Las sociedades progresan gracias a esa función empresarial y al ingente número de vínculos de intercambios e interacciones voluntarias que realizan unos ciudadanos con otros obteniendo beneficios mutuos. Por eso, para posibilitar la función empresarial es vital la información o acto de descubrir un recurso aprovechable o inventar algo útil para otra persona.

Es algo tan sencillo como descubrir un bien poco valorado, mal utilizado o inexistente y ofrecérselo a alguien que lo necesita y que está dispuesto a pagar por el o quiere intercambiarlo por otro bien o servicio. Así se satisfacen necesidades mutuas, así se obtiene un beneficio, así se enriquece la sociedad.

Es la magia de millones de personas que desde que se levantan hasta que se acuestan intervienen en la economía de forma voluntaria y libre, produciendo bienes necesarios para otras, inventando herramientas útiles para el trabajo de otros ciudadanos u ofreciendo servicios especializados para la comunidad. Todo para satisfacer necesidades de la sociedad porque nos motiva el interés empresarial, es decir, el interés que todo ser humano tiene de conseguir un beneficio para mejorar su vida mejorando la de los demás.

En contra de la libre práctica de la función empresarial aparece el socialismo que, a través de un aparatoso monstruo estatal, arremete contra las interrelaciones voluntarias de cooperación social de los ciudadanos imponiéndose coactivamente, fuerza policial por medio.

Debemos remarcar que es trascendental esta característica violenta del socialismo puesto que sus seguidores la ocultan de manera sistemática. La coacción será el fundamento para mantener un sistema económico de carácter planificador e intervencionista basado en una ideología ineficaz y creadora de miseria.

Por lo tanto, la cualidad inherente del socialismo es la coacción violenta de un Estado todopoderoso mediante el cual un órgano director tiene la potestad absoluta para coordinar y satisfacer las necesidades de toda la sociedad, es decir, para dirigir utópicamente a esos millones de ciudadanos que se levantan cada mañana con necesidades personales diferentes. Ciudadanos que sólo ellos saben lo que realmente necesitan y cómo conseguirlo con la mejor relación calidad-precio porque ellos son los soberanos del mercado cuando éste es libre. Pero ahí está el Estado todopoderoso gestionado por una cuadrilla de iluminados déspotas que, como si fueran dioses, creen conocer las necesidades específicas de cada ciudadano.

Es indiferente que esa cuadrilla de parásitos aprovechados hayan alcanzado el poder o no de forma democrática. En ambas situaciones la inviabilidad del socialismo se mantiene, puesto que existirá siempre un órgano director que aplica coactivamente su particular percepción del mundo, es decir, su pueril coordinación de la sociedad. Lo que ocurre es que disfrazados de demócratas disimulan un poco legitimándose con esa pantomima de que les ha elegido el pueblo.

En su afán totalitario adornan su tiranía con un parlamento pseudodemocrático plagado de palmeros lameculos que son capaces de vender a su madre para medrar en el poder; así como con un poder judicial corrupto que se arrodilla ante los que tiranizan al pueblo.

El órgano director socialista desde su púlpito pretende conocer toda la información, todo lo que cada ciudadano necesita o está dispuesto a crear para intercambiarlo con otro. El socialismo cree tener aprehendido en su cerrado puño los millones de funciones empresariales que día a día determinan que una sociedad prospere. Ese es el error del socialismo.

Es imposible que un órgano director formado por descerebrados y mediocres, coacción mediante, dirijan y coordinen toda la sociedad porque es imposible que conozcan toda la información para conferir un contenido regulador a su gobierno. Las consecuencias del intento destrozarán a la sociedad chocándose el socialismo con la realidad, no sin antes dejarse por el camino a millones de muertos, así como un sendero de miseria y sufrimiento.



http://www.goear.com/listen/3b7251f/el-socialismo-del-siglo-xxi-wwwlodicecincinatotk







viernes, 24 de diciembre de 2010

La riqueza no cae del cielo


No me importa la desigualdad porque no soy envidioso, pero sí me importa la pobreza. Años y años de ayuda internacional no ha dejado otra cosa que muchos gobiernos corruptos en los países menos desarrollados y jugosas cuentas bancarias en Suiza a nombre de su casta política parasitaria. Sin embargo, continúa el clamor popular por más ayuda y más socialismo para esos desgraciados países. El Presidente socialista de Zimbawe, el Sr. Mugabe, sabe mucho de esto.

No es la riqueza la que corrompe a los hombres, sino la ambición de ser más ricos sin trabajar. Y por trabajar entiéndase tanto la labor de los operarios de las fábricas, talleres, oficinas o tiendas como el trabajo intelectual de sus propietarios que suelen realizarlo, éstos últimos, con dedicación exclusiva y sin límite de horas.

Tampoco la riqueza cae del cielo, es más, aquellos países que disfrutan de buen clima, reservas de petróleo, grandes bolsas de gas, bosques madereros, lluvia abundante, etc. tienen que trabajar para desarrollar tales ventajas convirtiéndolas en recursos útiles. Por esto se comprende que la distribución desigual de la riqueza en el mundo se debe a las zancadillas que ponen los liberticidas al capitalismo democrático.

Sin trabajo, inventiva, ahorro o iniciativa no hay riqueza. Pero ni el esfuerzo, el emprendimiento o la investigación se cultivan si sus frutos son sistemáticamente robados por déspotas excusándose en un Estado colectivo todopoderoso, liberticida, planificador e intervencionista; porque cualquier gobierno que le quita a Ramón para dárselo a Tomás está robando.

Nadie cuestiona que hay mucha gente con una vida precaria y mísera, pero el gran obstáculo a su prosperidad no es que no les ayudemos lo suficiente o que no se redistribuya la riqueza creada. Tantas veces nos han predicado los socialistas que ellos existen porque hay pobreza, que no caemos en la cuenta de que es al revés; que no se trata de distribuir la riqueza existente sino de la creación de más riqueza y esto sólo sabe hacerlo el capitalismo democrático en un entorno de Libertad. El hecho de que libertad y riqueza vayan de la mano es una muy feliz coincidencia.

Se debe enseñar a los países más pobres a producir. Debemos insistir que la casta política de los países pobres se retiren y disfruten de sus cuentas suizas, al menos así la población tendrá oportunidad de quitárselos de en medio. Tenemos que exigir la desaparición de aranceles y que no se machaque a impuestos a los ciudadanos productivos; así como que se promulgue la infraestructura legal apropiada que garantice la propiedad privada, las inversiones y la integridad de los contratos.

Todo lo expresado fomenta la productividad y la esperanza de prosperar porque la gente puede entonces gozar del fruto de su esfuerzo, ya sea como trabajador o empresario. Esto fue lo que en realidad logró reducir la pobreza en los países que actualmente son los más desarrollados y ricos.


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domingo, 12 de diciembre de 2010

Hipotecas, bragas, sexo y cartilla de racionamiento




¿Pero cuándo se ha liberalizado el puto suelo en España? Según vociferan algunos descerebrados liberticidas parece que el suelo ya está liberalizado y por eso culpan a la Libertad de la falta de viviendas asequibles y de la existencia de esclavizantes hipotecas.

Según esos mamones que odian la Libertad, yo mismo, hoy en día, respetando siempre unas razonables normas de edificación y habitabilidad comunes para todo el territorio nacional, podría libremente contratar a unos albañiles, un arquitecto y un aparejador para construir 4 viviendas unifamiliares en ese terreno rústico heredado de mis padres que limita con una calle urbanizada del pueblo.

Una vez construidas esas 4 viviendas podría venderlas libremente, por ejemplo, a gente joven con pocos recursos que desean emanciparse y a un tercio del precio ofertado en el intervenido mercado de la vivienda. Incluso a ese precio cubriría todos los gastos y seguiría obteniendo un beneficio.

Según esos tipejos liberticidas, todo eso lo podría llevar a cabo sin que me tenga que decir un alcalde mediocre si puedo hacerlo o no, ya sea del PP, del PSOE, de IU o la madre que los parió a todos, puesto que los descerebrados de siempre afirman reiteradamente que el suelo ya está liberalizado.

¡Vamos!, se creen que todos los ciudadanos somos gilipollas como los que siguen aborregadamente su consigna tragándose todo lo que babean, sin ni siquiera digerirlo intelectualmente.

¿Qué entienden esos energúmenos por liberalizar el suelo? ¿Qué entienden de libertad o de relaciones pacíficas y voluntarias entre ciudadanos que se satisfacen sus intereses mutuamente? Y no hablo de sexo sino, en este caso, de necesidades de vivienda ¡Que no se confundan en esto!; aunque sólo faltaría que el concejal de turno interviniera también en nuestras relaciones sexuales, ¡sería el colmo del intervencionismo público!. Aunque, con respecto a este tema, ¿podrían decirme los amantes de ese maldito intervencionismo si les gustaría que el edil correspondiente fuera la persona competente para facilitarles periódicamente las bragas, los calzoncillos y los condones reglamentarios, siempre que se presentaran trimestralmente en la oficina de atención al consumidor de su ayuntamiento con la cartilla de racionamiento en mano?

Sigo. Tal como están las cosas, en el supuesto de que tú heredaras un terreno rústico pegado al casco urbano de tu municipio, lo tendrías que vender a un constructor amiguete del concejal de urbanismo que te pagaría cuatro perras porque, con total seguridad, nadie más te lo compraría salvo algún despistado que quisiera plantar ajos a 500 metros de la plaza del pueblo.

Ese terreno, ya en manos del amiguete del concejal, se recalificaría rápidamente como urbanizable y se venderían las casas a un precio abusivo; hipotecando de por vida a esas parejas jóvenes que están empezando. Esto, multiplícalo ahora por miles y miles de situaciones parecidas que se han dado en todos los pueblos de España.

Moralejas:

1ª) Los pseudoprogres rojiverdes contentos porque hay menos Libertad pero más intervencionismo público.

2ª) La gente más “pillada” por una jodida y esclavizante hipoteca.

3ª) Muchos concejales y sus amiguetes constructores felices porque han tenido, hasta ahora, más pasta para suntuosas mariscadas antes de irse al puticlub. Digo hasta ahora porque la exprimida gallina de los huevos de oro ya se ha muerto.

4ª) Una ingente masa de pequeños propietarios de terrenos heredados que obtienen muy poco beneficio cuando los venden, sin que les llegue ni siquiera para cancelar las hipotecas de las casas donde viven. En ningún caso se aprovecharían del sacrificio que supuso para sus parientes difuntos invertir en un pequeño terreno dejándose la piel segando bajo el sol estival, para poder pagarlo.

Parece que muchos zopencos que nunca han vendimiado de sol a sol; que nunca han recogido yeros o que nunca han segado con hoz un trigal, pero sí con hoz y martillo la cabeza de muchos ilusos; no quieren enterarse realmente lo que pasa en España con el tema de la vivienda. No han comprendido que es fundamental liberalizar realmente el suelo para evitar las oportunidades de pillar dinero fácil por parte de unos espabilados con la excusa de que son ellos los que representan al pueblo, algo que desemboca siempre en la corrupción generalizada de todos los ayuntamientos, tal y como pasa con el tema de las recalificaciones de suelo y adjudicaciones de obras.

Teniendo en cuenta que la legislación permite que un iluminado cantamañanas de un ayuntamiento o comunidad autónoma decida dónde puede construirse y dónde no de forma arbitraria, lo normal es que se acaben comprando esas decisiones o, más concretamente, a quienes las toman y dicha especulación del suelo por parte de alcaldes y sus amiguetes provoca precios muy altos, porque limitan, fuera de toda lógica, la cantidad de suelo para edificar, y esos precios altos implican hipotecas millonarias que esclavizan a la ciudadanía de por vida

Tomad nota: Desde el momento en el que si alguien se encuentra en el límite de un plano en el que si te desplazas dos centímetros todo se convierte en oro, es inevitable que la corrupción esté generalizada.

Repito, la verdadera liberalización del suelo, que por cierto nunca ha existido como afirman algunos manipuladores de conciencias; no sólo conllevaría a que éste se abaratara, siendo menos el esfuerzo económico de todo ciudadano para conseguir una vivienda; sino que desaparecería por completo las tentaciones corruptas que siempre acompañan a la poca transparencia y discrecionalidad de aprovechamiento por parte de esos parásitos de la política que ostentan un poder inmenso sobre el suelo que pertenece a otro.

Recordemos como el Tribunal Constitucional politizado impidió una reforma a fondo para liberalizar el suelo. Otra hazaña del troskista de Pujol que consiguió arrodillar al maricomplejin de Aznar. Éste socialista de derechas con bigote, tímidamente, solicitaba la tan necesaria liberalización para que el pueblo tuviera casas baratas. ¿Qué se había creído el tipo? ¡Con los buenos planes quinquenales que tiene Zapatero preparados para la plebe!.

A pesar de que los liberticidas sabéis con certeza que el suelo nunca se ha liberalizado, no debéis seguir intoxicando al pueblo con alguna trolita como esa, todo por la causa revolucionaria con la que ocultáis vuestro negocio perverso de intentar vivir a costa del prójimo. ¿No pensáis que la única solución al problema de la vivienda es más suelo urbanizable para provecho de la ciudadanía, teniendo en cuenta que el 90% del suelo español está yermo, vacío o esperando la cotización del kilo de concejal? Y no hablo de zonas protegidas para vuestro sagrado lince ibérico.

Pero al pueblo no debemos hablarle de esto sino del cambio climático ¿verdad? (la nueva religión que habéis creado para su consuelo); porque, ya se sabe, empiezan los ciudadanos a reflexionar y luego piden más Libertad. Sin embargo, siempre surge y surgirá gente del pueblo como yo que son unos maniáticos en eso de reivindicar la Libertad y demás inventos reaccionarios. Recordemos lo que vuestro padrecito Stalin dijo: ¿Libertad para qué? Y en eso andáis

Afortunadamente para vosotros, capullos intervencionistas, el sector del urbanismo es, desde la ley franquista de 1956, lo más parecido que pueda encontrarse a la anhelada economía soviética. El intervencionismo extremo en este campo ha logrado que especulación política y corrupción han sido el pan nuestro del cada día.

Tampoco se le escapa a nadie que los precios de la vivienda hayan estado artificialmente inflados, además de por esa regulación estalinista que ha vuelto artificialmente escaso el suelo disponible; por las cesiones forzosas a los ayuntamientos, por vuestros sagrados impuestos en concepto de plusvalía y por un sinfín de intervenciones innecesarias que no han dejado ni asomar al mercado libre; causando esa jodida burbuja inmobiliaria.

Pero diremos siempre que es por culpa de los liberales; no obstante, como vosotros y yo bien sabemos, ha sido ese maldito intervencionismo típico de todo sistema socialista lo que ha enriquecido a los amigos de los concejales de todos los partidos y a ellos mismos, a costa de esclavizar a la ciudadanía hipotecándola de por vida.


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domingo, 7 de noviembre de 2010

Cataluña quiere ser el culo de España


Existe una región española denominada Cataluña que lleva más de 3 décadas dirigida por una casta política cateta y mediocre, obsesionada por diferenciarse y alejarse de todo lo que signifique ser español.

Una cuadrilla de politicuchos que observa al resto de territorios españoles con asco y desconfianza. Unos tipejos que medran en el poder dificultando la convivencia y la libertad de los ciudadanos de Cataluña a base de trabas estúpidas, como las de carácter lingüístico, y que están convencidos o quieren autoconvencerse de que el problema de su estancamiento, por no decir subdesarrollo paulatino así como su deterioro social, no se debe a las puñaladas que ellos mismos dan cada día a la Libertad de sus conciudadanos sino a que existe una especie de conspiración del resto de España para acabar con Cataluña. Lo malo de esto es que esa consigna se la creen o quieren creérsela muchos de los borricos que les siguen.

En cambio, en territorios abiertos como Madrid todas esas majaderías carecen de sentido. Hasta ahora Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, no ha intentado cerrar la tierra de los españoles primero, luego madrileños, al resto de España y del mundo.

En la historia siempre se ha comprobado que las sociedades menos intervencionistas, más abiertas al exterior y más libres son las que mayor prosperidad y riqueza generan. Karl Popper dijo que el hecho de que libertad y riqueza fueran de la mano era una muy feliz coincidencia.

No todo va a ser negativo con relación al sistema de gobierno autonómico español porque de él hemos aprendido cual es el modelo de gestión política que funciona mejor, es decir, con que políticas se genera riqueza para la sociedad y con que otras se destruye creando miseria generalizada; cuales nos dan Esperanza y con que otras nos hundimos en el paletismo y la barbarie. Análisis esencial que cualquier ciudadano, no lobotomizado aún por las consignas de partido, debe realizar antes de dar su voto.

La última Encuesta de Población Activa (EPA) nos dice que el modelo de gestión política más esperanzador de todas las comunidades autonómicas españolas es el de la Comunidad de Madrid, puesto que es donde menos impuestos se pagan y más servicios públicos se reciben, el que menos desempleo genera en plena crisis y que más ofertas de trabajo tenía en tiempos de bonanza. Todo lo contrario a lo que sucede en comunidades autónomas donde gobiernan una casta política más populista y menos liberal.

No es casualidad. Madrid es una sociedad abierta y libre. Madrid es un lugar donde puedes rotular tu negocio con el idioma que quieras y dónde las trabas burocráticas, el intervencionismo, los obstáculos económicos y sociales explícitos a la movilidad de personas y capitales así como la presión fiscal son menores que en otras partes de España. Esto, entre otras cosas, es lo que posibilita un desarrollo sostenible y la progresiva calidad de vida de los ciudadanos madrileños.

Lo que he expuesto también nos lo confirma el Índice de Libertad Económica en las Comunidades Autónomas, elaborado por la Universidad Complutense de Madrid, en el que se comprueba que la Comunidad Autónoma de Madrid es la región española con menor incidencia del intervencionismo público; sin embargo, la Comunidad Autónoma de Cataluña es una de las que más lo sufren con su nuevo Estatuto de Autonomía liberticida y sectario que, incluso, es más extenso que la Constitución de la comunista Corea del Norte.


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miércoles, 7 de abril de 2010

¿Reaccionario, defender la familia?


Como el intercambio de ideas es algo extraordinario, el debate planteado en otro blog y mi humilde aportación me hicieron pensar en esta entrada y me proporcionaron el borrador de la misma.

Alguno se preguntará por qué motivo gente que se define como liberal se muestre tan poco "abierta" o "tolerante" ante los nuevos "modelos de familia" que van surgiendo y nos empeñemos en permanecer anclados en el tiempo intentando imponer a los demás una serie de valores un tanto "caducos" en lo que respecta a esta materia. ¿Por qué seríamos tan "reaccionarios" en esta cuestión?

Nada más lejos de la realidad. Sobre la familia, de lo que siempre se ha entendido por familia (padre + madre + hijos), no se trata de imponer nada. Yo simplemente me conformaría con que el liberal-conservadurismo supiera hacer pedagogía sobre unos valores igual de bien que el socialismo sabe hacer propaganda. Por mi parte, no tengo inconveniente, una vez expongo mis razones, en escuchar a la izquierda acerca de su modelo. Lo que ocurre habitualmente es que el típico "eres un reaccionario" o "has quedado retratado como un retrógrado", cuando no el "eres de la caverna", es considerado por muchos como una salida muy fácil, al igual que en otros temas, para no tener que explicar ni razonar por qué motivos el concepto tradicional de familia es algo relativo y caduco o por qué entienden que existe un derecho al matrimonio para dos personas del mismo sexo.

Pero hay cosas que son como son, por más que un ingeniero social se empeñe en dibujar una realidad que no existe más que en su mente. La familia como la hemos entendido "tradicionalmente", por decirlo de alguna forma, ha sido siempre la primera línea de defensa para los individuos frente a las vicisitudes de la vida. La familia suministra protección física y ayuda financiera a sus miembros, seguridad en la infancia y la vejez. Es un ámbito de libertad plena y, en modo alguno, somos "carcas" ni "reaccionarios" defendiendo el modelo tradicional de familia. Todo, lo contrario, pocas instituciones más liberales, pocas son un parapeto mayor para nuestros derechos.

El estatismo tan invasivo que defiende el socialismo siempre ha visto la familia como una competencia al Estado, debilitarla es algo fundamental. El fin socialista ha sido siempre a la sustitución de la familia por el Estado como estructura provisora ante cualquier necesidad del individuo y la vía, lógicamente, es la desnaturalización de la primera. La familia, desde tiempos inmemoriales, ha funcionado como un verdadero "Estado del Bienestar", algo que el socialismo, en su afan por crear un Estado-niñera, no puede soportar.

Como vía para ir dando pasos en este camino, el matrimonio homosexual, aquí y en cualquier sitio donde haya sido aprobado, no supone la "extensión" o la "creación" de un derecho (los derechos no se "crean" y, además, considero dudoso que se pueda hablar de "derecho al matrimonio" incluso en el caso de los heterosexuales), sino, precisamente, esa intención de desnaturalización de la institución matrimonial y familiar. En España hemos llegado a límites demenciales como sustituir las palabras "padre" y "madre" del Código Civil por la más aséptica "progenitores".

Que existen parejas que establecen relaciones homosexuales es evidente pero ello no cambia el concepto de familia, por más que se respete esas relaciones. Yo, desde luego, respeto la condición sexual de cualquiera y creo que los homosexuales no deben ser discriminados ni denigrados por su condición y, de hecho, en cualquier país civilizado se reconoce la igualdad ante la ley de toda persona (igualdad por ser personas, no por ser homosexuales, que es lo que buscan estos lobbys mediante discriminaciones positivas). No son liberales ni conservadores ni cristianos quienes desean el ahorcamiento de homosexuales por su condición, son cosas que quedan para abyectas dictaduras islámicas como la iraní o la saudí. En cambio, no duden ustedes de que algún que otro zerolo miembro del "soviet rosa", si de él dependiera y pudiera, llevaría al articulado del Código Penal el defender nuestras posturas (no se confunda el homosexual que pueda estar leyendo estas líneas: la mayoría de ustedes no son, en absoluto, iguales que aquel sujeto que se arroga su representación, como si no fueran ya mayores de edad plenamente responsables).

Ahora bien, volviendo al matrimonio homosexual y por qué es de las cosas más absurdas que han salido de la mente de legislador alguno, hay que decir y dejar claro que el tratar de forma distinta dos situaciones completamente diferentes, como son las relaciones heterosexuales y las homosexuales, no es discriminación ni denigración o desigualdad alguna. No es discriminación no permitir a dos hombres o dos mujeres contraer matrimonio.
Un ejemplo, quizás un poco simplón, pero es de Thomas Sowell (uno de los mayores enemigos de las discriminaciones positivas, negro y republicano de derechas, para más señas): las leyes que prohíben circular por las autopistas en bicicleta, obviamente, no discriminan a los ciclistas frente a los automovilistas. Si coge un coche, el ciclista tiene tanto derecho a conducir por la autopista como cualquiera. Lo que se busca con este tipo de reivindicaciones, plasmadas en la ley española y la de algunos otros países, no es que los homosexuales puedan casarse, que pueden (muchos están casados con gente del sexo opuesto, de hecho) sino redefinir el matrimonio y volver a moldear el concepto de lo que es una familia.
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sábado, 27 de marzo de 2010

Idioteces ecologistas


En primer lugar, una cosa: para el liberalismo, la ecología y el cuidado del medio ambiente no es ninguna idiotez. La idiotez es ese cúmulo de formas mediante las cuales dicen los ecologistas (fundamentalmente, los ecologistas sandía: verdes por fuera, rojos por dentro) pretender defenderlo y cuidarlo. Eso los ecologistas sandía que llevan un nivel de vida similar al de cualquier hijo de vecino. Los más adinerados, como Al Gore, además de esto, organizan cumbres de degustación de foie y esculpido de caviar como la de Copenhage, en las que se dedican a expedir toneladas y toneladas de CO2, el gas demonizado por ellos, a nuestra atmósfera.

Sin embargo, muchos tienen la idea de que los ecologistas son una especie de reserva moral de nuestros tiempos, ejemplos de lo que es el altruismo siendo su único interés la "Madre Tierra" (la Pachamama, para Evo Morales), hasta el punto de que sus postulados condicionan aspectos cotidianos de nuestra propia vida, así como la actuación de las empresas y los organismos públicos. No nos engañemos, el anticapitalismo, la idea de que el desarrollo económico que se produce mediante la aplicación del capitalismo es inmoral y no es equitativa, al enriquecer a unos pocos empobreciendo a otros (la famosa suma cero), está muy interiorizada y es bien recibido en parte importante de la opinión pública. El ecologismo (movimiento que ya Hayek relacionó con el socialismo) utiliza la excusa de la naturaleza, los verdes bosques y prados, los ríos de aguas claras y el aire limpio, para imponernos una agenda totalitaria, antimercado y confiscatoria de nuestras rentas. Supuestamente, se respalda en la ciencia, lo que le da una pátina de respetabilidad. Después, en la práctica, esa supuesta "ciencia" no son más que tópicos progresistas, pero, para tapar eso, toneladas y toneladas de propaganda y desinformación. Algo calcado al socialismo.

Sólo así se entiende que alguien, aunque no sean demasiados, preste atención a tonterías como la convocatoria de la organización WWF al mundo entero para apagar la luz durante una hora, de las 20:30 a las 21:30 horas de hoy para llamar la atención sobre el cambio climático. Convocatoria que efectúan año a año, afortunadamente, con escaso seguimiento y repercusión. Digo afortunadamente Sólo así se entiende que alguien, aunque no sean demasiados, preste atención a tonterías como la convocatoria de una serie de organizaciones neoecologistas al mundo entero para apagar la luz durante una hora, de 20:30h a 21:30h de hoy para llamar la atención sobre el cambio climático. Convocatoria que efectúan año a año, afortunadamente, con escaso seguimiento y repercusión. Digo afortunadamente y esperemos que siga la racha puesto que, como advierte la propia Red Eléctrica Española,
un hipotético éxito de la convocatoria del gran apagón a nivel mundial, secundada por multitud de asociaciones ambientalistas en España y apoyada por gobierno progre que padecemos e incluso alguna eléctrica como Unión Fenosa, podría tener graves consecuencias, como una gran interrupción del suministro eléctrico en España, debido a la brutal y repentina caída en la demanda. Además, para cuando volviera la demanda, con un repentino y espectacular aumento del consumo de electricidad, sería necesario utilizar medidas hidráulicas, al ser la forma más rápida de producir energía, con la consiguiente pérdida de agua, para evitar incidencias en el servicio. No sólo eso, además, el dispositivo que obligará al operador del sistema eléctrico a mantener las máquinas en funcionamiento provocará un aumento del consumo y, por lo tanto, un efecto contrario al buscado por los convocantes de esta idiotez. Pero eso parecen desconocerlo estos "genios" neoecologistas.

Los mismos que convocan estos apagones disparatados y nocivos para el medio ambiente son los que exigen al Gobierno de Zapatero que implante en España una economía planificada similar a la de cualquier régimen socialista, bajo el pintoresco nombre de
"Ley de Economía Realmente Sostenible". Que a Zapatero el cuerpo le pide esto, de eso no cabe la menor duda, cuestión distinta es el realismo y el consejo de alguno de sus innumerables asesores, quien, a buen seguro, le habrá advertido de que, en caso de aplicarse las medidas propuestas por esta gente, seguramente el número de parados en España no sería de 4,5 sino de 8 millones. Medidas plasmadas en un documento lleno de palabras evocadoras de la economía socialista como "planificación" (aparece seis veces), "implantar" o "planes" (otras 12), "obligatoriedad" (se emplea en dos ocasiones) o "fiscalidad" (otras seis veces). Su lenguaje es toda una declaración de intenciones: "respeto a los límites de los ecosistemas y alejar a nuestra sociedad de la obsesión por el crecimiento"; el nuevo modelo productivo español debería rechazar el "crecimiento económico como un objetivo en sí mismo"; centrar su modelo energético en la "eficiencia y en las fuentes renovables"; que "minimice la generación de residuos"; que "respete el principio de precaución"; y, "en definitiva, que garantice el respeto al medio ambiente y la equidad social". El totalitarismo de estos individuos se observa, sobre todo, en lo fiscal, proponiendo "instaurar el concepto de quien contamina paga en todos los ámbitos de la economía, integrando un sistema de fiscalidad verde que dirija los flujos de capital desde las actividades contaminantes a las menos o no contaminantes […] Todo ello con criterios impositivos progresivos y preferentemente directos", incrementando "los impuestos sobre los hidrocarburos y especialmente sobre las ventas minoristas y los medios de transporte más contaminantes", eliminando el tipo reducido para "productos claramente perjudiciales para el medio ambiente" y aplicar deducciones fiscales para fomentar la "ejecución de obras de mejora energética en el sector residencial, impulsar el uso de energías renovables, el transporte público, así como potenciar las actividades de I+D+i que promuevan el ahorro de agua, energético y una movilidad sostenible". Como vemos, para los neoecologistas, la economía del país debería estar intervenida hasta el tuétano, poniendo trabas gubernamentales y asfixiando aquellos sectores que no se amolden a sus dogmas roji-verdes, aunque arruinen y vayan al paro los trabajadores pertenecientes a los mismos. Por el contrario, los que cumplan con lo prescrito en dichos dogmas, deben ser mimados y subsidiados, a pesar de lo ruinosos que puedan ser y de la necesidad de inyectarles dinero público.

Aunque no es el único, el de Zapatero es el gobierno paradigmático e idóneo como para que los neoecologistas vean la esperanza de que su totalitaria doctrina se infiltre en la política diaria y la legislación de un país. Algunos pueden esperar llegar a tener tanta influencia como
Jeremy Rifkin, asesor del gobierno progre que padecemos, y de otros del mundo, quien sostiene que, si no nos pasamos a las energías verdes, estamos condenados a la extinción a finales de este siglo. En una entrevista concedida al diario "El Mundo", este agorero dice que "el objetivo es salvar nuestra especie y no sé si la ganaremos, pero si la perdemos, los humanos estamos condenados a la extinción al final de este siglo" asegura. Esta teoría se asienta en el consumo desorbitado de la energía básica de la Tierra, la fotosíntesis: "Estamos devorando la Tierra como monstruos" dado que "representamos el 0,5% de la biomasa pero usamos el 20% de la energía". O sea que somos unos parásitos, un gorgojo que chupa la sangre de la Madre Tierra. Muy en la línea del, premiado hace meses por la Generalitat catalana, Paul Ehrlich. Sí que es cierto que hay que reconocerle bastante honestidad, pues, al afirmar que somos el 0,5% de la biomasa pero consumimos el 20% de la energía, dice lo que otros neoecologistas no se atreven a decir claramente: que, según su sectaria doctrina, el ser humano es un bicho más de los que habitan la biosfera, ni más ni menos. Su dignidad no es superior ni su vida tiene un valor por encima de la de una almeja, un escarabajo un lagarto o un mono.
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viernes, 26 de marzo de 2010

Bueno para los republicanos, malo para Estados Unidos


En relación a la reforma sanitaria obamita, aprobada el domingo por la Cámara de Representantes por tres votos más de los necesarios, hay que volver a insistir en una cosa: a la mayoría de españoles y a bastante gente del resto de Europa les deja anonadados que haya quienes se opongan a la iniciativa del presidente Barack Obama, pensando que los norteamericanos son mayoritariamente personas caracterizadas por ser unos egoístas insolidarios que no se preocupan por la suerte de sus conciudadanos enfermos, dejados a su suerte sin cobertura médica estatal. Lógicamente, casi todos esos egoístas serían ultra-conservadores neoliberales y neocon, republicanos, claro, fanáticos de un capitalismo salvaje, de un darwinismo social, que deja en la cuneta a los más débiles sin abochornarse por ello. Izquierda y derecha europeas, altamente socialistas, socializantes e intervencionistas, creen, seguramente que el porcentaje de estadounidenses no asegurados se mueren irremisiblemente tirados por las calles de las mugrientas ciudades useñas, auténticas cochineras, ante la mirada impasible de sus conciudadanos más afortunados. Estos últimos, unos verdaderos inhumanos. Si son capaces de invadir Irak y cometer un auténtico "genocidio", ¿cómo no van a hacer lo anterior?, pensarán.
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Obama, a imagen y semejanza de los progres y socialistas europeos de un signo u otro, tan empeñados en salvar a los norteamericanos del poco menos que “casi genocidio” del que habla
Michael Moore en su película (o, mejor dicho, prácticamente líbelo) "Sicko", parece haber asumido sus tesis sobre que el gasto público en sanidad es inexistente (a pesar de que se desconozca si Moore, cada vez que le entra un constipado, coge un avión directo a La Habana para ser atendido por la, tan apreciada por él, sanidad pública cubana), que el sistema norteamericano está viciado por el sistema capitalista, que hay 46 millones de americanos sin seguro médico y que sólo existe sanidad pública para los pobres (Medicaid) y mayores de 65 años (Medicare). Lo cierto, es que, incluso en la época del "malvado" Bush (quien no se caracterizó, precisamente, por sus desregulaciones), Estados Unidos dedicó a la sanidad aproximadamente el 16% del PIB, más que cualquier otro entre los países desarrollados. Los ciudadanos sin seguro representan apenas el 15,6% de una población de más 300 millones de habitantes. No tener seguro médico es muy distinto a no recibir asistencia sanitaria. ¿Acaso alguien piensa que la gente sin seguro no recibe atención médica y se la deja morir en plena calle?

La realidad de las cifras indica que, salvo que el intervencionismo extremo de "Papi Estado" lo estropee convirtiéndolo en una Europa "socialdemocratizada" al otro lado del Atlántico, Estados Unidos cuenta con la mejor infraestructura hospitalaria del mundo, los últimos adelantos terapéuticos y los más eficientes equipos de tecnología médica e innovación investigadora. Y todo ello, además, en manos de los mejores profesionales de la medicina y de investigadores reconocidos y premiados por su labor en las más altas esferas de la investigación médica.

Lo que siempre se omite al hablar del 15,6% de norteamericanos no cubiertos por un seguro médico es que no todos están en una situación en la cual no pueden permitírselo económicamente, sino que, la inmensa mayoría, por su juventud o por deseo expreso, no quieren pagar a una aseguradora, ni tampoco esperan que "Papi Estado" les pague el seguro. Es parte de la mentalidad norteamericana, totalmente opuesta a la socialdemócrata europea, la que Obama quiere imponer en Estados Unidos, aumentando aún más el gasto ya existente por parte del Gobierno y cargando a la ciudadanía con más impuestos todavía. El ciudadano cada vez más dependiente de "Papi Estado". Teniendo en cuenta, asimismo esta mentalidad tan arraigada entre los estadounidenses de desconfianza hacia la pretensión de imponerles un "Papi Estado", un Gran Gobierno, se explica bastante bien el rechazo que (sorprendentemente para una mentalidad europea socializante, por supuesto), hasta ahora, encontró desde el principio el plan Obama, en sus términos iniciales, no sólo entre los legisladores norteamericanos sino también entre buena parte del ciudadano medio. Los famosos y desgraciados "americanos sin seguro médico", por tanto, lo son casi todos por propia elección, y no por carencia de medios (lo cual sería inaceptable en una sociedad civilizada). Una cuestión interesante sería preguntarse por qué, si es tan deficiente la sanidad americana, la esperanza de vida es la misma, aproximadamente, que la de cualquier país europeo. O por qué, en Hong Kong, con un sistema sanitario totalmente privado, la esperanza de vida es incluso superior.

Seguramente, como muy bien ha
señalado en alguna ocasión Charles Krauthammer, el problema a resolver sería abaratar el precio de estos seguros. Una buena forma sería eliminando impuestos innecesarios y escondidos que se cargan a la cuenta de los ciudadanos a la hora de adquirir seguros médicos y que sólo logran aumentar los precios. Igualmente, pone el dedo en la yaga sobre dos factores más que incrementan considerablemente el precio de las pólizas de salud en Estados Unidos (y que constituye, aunque no lo cite, uno de las causas del derroche de dinero en la sanidad y del déficit público del que repetidamente ha hablado Obama). El primero, las cuantiosísimas indemnizaciones que el sistema legal establece para el supuesto de negligencias médicas. Es algo totalmente lógico que cuando un profesional de la medicina debe pagar decenas de miles de dólares al año en concepto de seguro de responsabilidad civil, estos deberán pasar elevadas minutas a las aseguradoras, quienes, a su vez, las repercutirán en forma de pólizas más caras para sus asegurados. El segundo, el ingente coste encubierto de la llamada "medicina defensiva", los exámenes y las pruebas que los médicos solicitan sin ningún otro motivo que protegerse de posibles demandas judiciales. Aquí podríamos encontrar, entre otras, una buena explicación a la cuestión de por qué, si el 60% de los americanos están cubiertos por un seguro privado, el 25% por un seguro estatal y el 15% no tiene cobertura, el gasto en sanidad asciende al 16% del PIB (aproximadamente el doble que España). Los médicos transfieren la mitad de sus ingresos, lo que significa que doblan sus honorarios, a los seguros que los resarcen en los casos de las frecuentemente abusivas condenas por errores, mientras que las pingües ganancias de las que los abogados se lucran, de hasta el 50% de las indemnizaciones, son en parte donadas por sus receptores al partido demócrata para que no reforme un tan universalmente denostado sistema, que muchos ciudadanos consideran la condición previa para empezar a hablar de cambios en las sanidad con visos de mejora.

¿Cuál es el motivo por el cual Obama jamás ha hecho una mención a esto al hablar del derroche económico en la sanidad que pretende corregir mediante la socialización? ¿Fenomenales donaciones a los demócratas desde importantísimos bufetes de abogados? Más bien yo me inclinaría por una estratosférica confianza en la ilimitada capacidad progre de vender el humo como realidad. Porque hay que reconocer que es muy meritorio hacer creer que se va a poder disfrutar de una sanidad universalizada, mucho más sólida, con muchos más medios y… ¡a un precio mucho menor! Posiblemente, lo próximo será vender que Irán detendrá su programa nuclear cuando Ahmadineyad reciba en los ojos su angelical mirada.

La no aprobación en verano del plan sanitario socialista de Obama no le ha supuesto un serio obstáculo para sus propósitos. El faro del progresismo mundial ha conseguido la aprobación de un plan no tan ambicioso como lo que pretendía hacer. De hecho, los demócratas no se aseguraron los votos necesarios para aprobar la reforma hasta que el líder de un grupo de media docena congresistas antiabortistas que se oponían a la medida, Bart Stupak, anunció a media tarde que había llegado a un acuerdo de última hora con la Casa Blanca y los líderes de su partido. Stupak reclamaba garantías de que la reforma no permitiría el uso de fondos federales para la práctica de abortos.

Ninguno de los 178 congresistas republicanos votó a favor de la medida. Más de treinta demócratas se sumaron a su "no". Doce estados se plantean demandar la inconstitucionalidad de esta reforma, incluidos Pensilvania y Michigan, reconocidos bastiones demócratas. No obstante, las dotes como prestidigitador del Obamamesías, últimamente un poco de capa caída, la verdad sea dicha, lo presentarán como el "gran reformador de la sanidad americana", haciendo que no se pierda ni un ápice de su mágia como referente progresista universal, depositario de todo el bien y la bondad.

La Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) señala en su último informe sobre esta materia que,
de cumplirse al pie de la letra el proyecto de Obama, la reforma sanitaria reducirá el déficit público en 143.000 millones de dólares entre 2010 y 2019. Sin embargo, la expansión pública de la cobertura médica tiene un coste de 940.000 millones de dólares, pero si se suman la extensión de las subvenciones a las recetas, el aumento de la financiación para los centros médicos comunitarios y las políticas de prevención, la factura total de la reforma ascenderá a 1,072 billones de dólares en la presente década. Según el CBO, el aumento del gasto público directo en sanidad (382.000 millones de dólares entre 2010 y 2019) se vería compensado por un incremento de los ingresos fiscales (más impuestos) de 525.000 millones. De este modo, la reforma permitirá al Gobierno reducir el déficit público en 143.000 millones hasta 2019. El problema consiste en que tales cálculos son meras previsiones basadas en promesas, cuyo cumplimiento dependerá en todo caso de la voluntad política. Así, si bien por el lado de los ingresos, Obama aumentará los impuestos a empresas (aseguradoras) y particulares (con rentas altas), además de obligar a todos los ciudadanos a contar con cobertura médica, por el lado del gasto todo dependerá de que los próximos gobiernos apliquen un ambicioso plan de austeridad, cuyo cumplimiento futuro nadie garantiza, como es lógico.

Obama no busca objetivos redentores ni salvíficos, sino ideológicos. Para él, como socialista, la posibilidad de ser libres para elegir, responsables para tomar nuestras propias decisiones y asumir nuestros errores, es algo odioso. Nuestra vida debe ser algo predeterminado por un planificador estatal. También buscaría ampliar la base social de su partido y comenzar a crear una base de ciudadanos dependientes, una clientela política.

La sanidad no es un derecho, como quieren hacernos ver estos estatistas, sino una necesidad que surge eventualmente. Alimentarse sí es una necesidad diaria y perentoria, y, sin embargo, nadie habla del "derecho a comer" o de que el Estado deba cubrir universalmente las necesidades alimenticias de toda la población. Hay mucha más gente, con la actual crisis económica, pasando hambre y debiendo vivir de la caridad ajena que desatendida en caso de enfermedad. El gasto en alimentos que debe asumir una persona a lo largo de su vida es muy superior a los médicos. Aunque la atención médica sea más costosa que la comida, su necesidad es más eventual. Y, no obstante, nadie exige que se socialice la comida ni que se creen comedores públicos para toda la población. Es más, a muchísimos, no precisamente ricos, no les gustaría que les estuvieran imponiendo día a día un menú concreto en esos imaginarios comedores públicos universales. ¿Qué decir de la vestimenta? Si no socializamos la ropa, ¿andaremos desnudos por la calle? Los verdaderos son derecho a la vida, propiedad, y libertad y buscar la felicidad. Tenemos derecho a trabajar, pero no a que nos den un empleo. Tenemos derecho a usar el dinero que obtengamos por ese trabajo en cubrir las necesidades que entendamos más urgentes. No tenemos derechos a que nos den algo porque digamos "yo no tengo dinero para pagarlo". Un médico sí tiene derecho a que le paguemos por su trabajo, igual que el dueño de la tienda de alimentación a que le paguemos por la comida que le compremos. Los derechos son derechos a hacer, no a recibir pasivamente cosas de otros. Ni a coaccionar a esos otros para que nos las den porque "yo no tengo dinero para pagarlo". Si otros me lo dan cuando yo esté en situación de necesidad será encomiable, pero voluntario (y en EEUU funciona muy comunmente este sentido de la solidaridad, existiendo una amplia red de caridad, tanto pública como privada).
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La sanidad pública no precisa su universalización, ni tampoco hay que defender su supresión. Lo que necesita son reformas. No es de recibo que, como ocurre en España, la sanidad pública financie cambios de sexo pero no cubra el dentista. O, como se pretende, los abortos y las píldoras del día después, mientras mucha gente se hacina en interminables listas de espera para una simple prueba. Y eso que, en España, hasta ahora, gracias a una cierta homogeneidad de la población (que estamos perdiendo), a que somos un país de 45 millones de habitantes y a que todos contribuimos en parte no ha funcionado mal del todo. Pero en un país de más de 300 millones de habitantes este expansionismo estatal es la ruina del propio Estado. No es una cuestión de "derecho" sino de competencia para cubrir una necesidad. No está mal que parte de nuestros impuestos se dediquen a financiar unos servicios sanitarios públicos que se oferten en concurrencia con los privados para aquellas personas sin recursos para acudir a estos últimos. Limitándose la posibilidad de acudir a los mismos en unos determinados niveles de renta. Este caso sí seria una obligación del Estado, el emplear un porcentaje del dinero que ponemos a su disposición en ofertar una serie de servicios sanitarios a quien necesite cubrir una serie de necesidades de este tipo y no pueda costearse uno privado de razonable calidad. Los impuestos a pagar por todos, para financiar este servicio público, serían muy inferiores a la carga fiscal que soportamos. Y los beneficiarios disfrutarían de un servicio público mucho más eficiente y totalmente alejado del torpe elefante burocrático que soportamos. Hay que reiterar que el enorme encarecimiento del servicio sanitario, público y privado, en EEUU tiene unas razones muy concretas, las expuestas párrafos más arriba.

Ahora bien, lo de Obama es un verdadero desastre. El plan obamita obliga a los estados y a la gente a contratar un seguro médico contra su voluntad. Este seguro está, en palabras de Alberto Acereda, "estipulado bajo las regulaciones federales de Washington y controlado por el Servicio de Impuestos Internos (IRS)... como si éste supiera algo de medicina". Estos obligados a contratar un seguro serán subsidiados para ello, suscribiendo un seguro de una calidad ínfima, peor, a buen seguro, que el Medicare y el Medicaid. Para financiar este seguro, aumento brutal de impuestos, más paro y la pérdida del seguro médico de calidad, que la mayoría de americanos tienen a través de su contrato de trabajo... pasando a estos mediocres seguros subsidiados cuando se vean en el desempleo. Y más impuestos para financiar estos nuevos seguros obligatorios que deban contratar los desempleados. ¿Es o no es todo un "genio" el Obamamesías? La reforma deteriorará la economía norteamericana con más impuestos y peores servicios médicos, socializando un asunto individual que nunca estuvo en manos del Gobierno. No puede ser más inconstitucional ni contraria a la libertad. La izquierda ha llegado a la Casa Blanca.

Malo para Estados Unidos, aunque beneficie a los republicanos, quienes deberán oponerse firmemente a esto. El primer paso debe ser noviembre y que los demócratas pierdan la mayoría en las dos cámaras. El segundo 2012 y las presidenciales, arrebatarles la Casa Blanca, recuperando los valores conservadores y renunciando a esa especie de nadar entre dos aguas pseudo-marianista que envolvió a McCainn en 2008. Obama no se lo puede poner más fácil.


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martes, 2 de marzo de 2010

Haití: "paraíso neoliberal"


Oír hablar de Haití como "paraíso liberal" y como demostración de las nefastas consecuencias del depredador "capitalismo salvaje" es una de las mayores tonterías que pueden escucharse en la actualidad. En la red, desde publicaciones pertenecientes a la extrema izquierda más radical hasta algunas de aspecto bastante más serio, claman frente a una supuesta "libertad económica" y "mercados abiertos o liberalizados", supuestamente existentes en el país caribeño, y cuyo efecto habría sido agravar las consecuencias del terrible terremoto de principios de este año, debido a la pobreza que, según estos iluminados, crea una economía libre (por eso Cuba es el segundo país más pobre de América después de Haití). En ese caso, ¿cómo es que Haití está en el puesto 141 de libertad económica, con un 50,8%?

Carlos Rodríguez Braun habla en el siguiente artículo de cómo se acusa (bastante estupidamente, por cierto) a las exportaciones subsidiadas desde Estados Unidos hasta Haití como prueba de ese "neoliberalismo" haitiano. Es cierta, y ya he hablado de ello antes, la lacra que supone la distorsión causada por los subsidios en los mercados, como el caso de la vergonzosa Política Agraria Común de la Unión Europea. Estas subvenciones no sólo nos cuestan una parte importante de nuestro dinero, incautada vía impuestos, sino que permiten a los países ricos producir a unos costes totalmente irreales. Estados Unidos, y otros países, exportan, por ejemplo, a Haití unos productos subsidiados frente a los cuales los productores locales nunca podrán competir. Utilizando el dinero público, desde las instancias estatales se desvirtúa, distorsiona y pervierte el libre mercado, permitiendo que este sea devorado por los países ricos, cuyas legislaciones estatistas, intervencionistas y proteccionistas realmente crean un circulo económico cerrado, en el cual los países pobres nunca podrán entrar a competir en igualdad de condiciones. Pero esto no es una señal de "liberalismo", sino de, justamente, todo lo contrario.

Por otro lado, Haití es uno de los países que más ayuda económica externa ha recibido en los últimos años. Toda una muestra de "libertad económica", sin duda. Ayudas que, sin duda serán bienintencionadas pero que, como defiende la economista zambiana Dambisa Moyo, caen en manos de dirigentes que no tienen responsabilidad alguna de lo que pasa y pueden seguir empleando el dinero en lo que les parezca oportuno, siempre ligando el gasto a su beneficio personal, y que crean una situación en los habitantes del Tercer Mundo en la cual éstos sólo pueden sobrevivir gracias a la caridad que llega de otros países, sin aportan nada al desarrollo de las economías de sus países y privándoles de la mentalidad adecuada para exigir a sus gobernantes que cumplan con sus deberes. Constituyen una limosna que mata cualquier posibilidad de responsabilidad individual tanto en unos como en otros, manteniendo a estos países en la miseria. División del trabajo y del conocimiento, intercambios voluntarios y acumulación de capital es la hoja de ruta que ha llevado al enriquecimiento de los pueblos.

Pero lo fácil es atacar a la libertad económica. Más que nada porque, subrepticiamente y de tapadillo, podemos atacar a la libertad personal, que, al fin y al cabo, es el fin último de tantos.


Haití liberal
Por Carlos Rodríguez Braun
Libertad Digital

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Haití no sólo demuestra el fracaso del intervencionismo sino de una de sus criaturas más apreciadas: la ayuda exterior. El país ha recibido cuantiosos fondos desde el extranjero, y Theodore Dalrymple recuerda en el último número de Actualidad Económica que en Haití hay 10.000 ONGs, una por cada 800 habitantes. La mayor parte de las ONGs, al revés de lo que su nombre indica, son gubernamentales y se nutren del dinero de los contribuyentes. Su fracaso, por tanto, tampoco cabe atribuirlo a ese supuesto liberalismo que algunos fantasean con que ha imperado en Haití.
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Los pobres tienen derecho al libre mercado. En mi blog

Indignación, S.A. En mi blog


Una economista africana ataca las ayudas al Tercer Mundo

¿Por qué el socialismo empobrece a África?. Por Juan Ramón Rallo
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sábado, 30 de enero de 2010

Más años trabajando, menos pensión


Que trabajador y empresario acuerden ambos libremente una jornada laboral de hasta un máximo de 65 horas semanales no es lícito, como dejó sentado el Parlamento Europeo en diciembre de 2008, pese a la aprobación de todos los ministros de Trabajo salvo (cómo no) el de España. Es cierto que no sólo fue el grupo socialista sino que a ello se sumó con entusiasmo el popular. Tal para cual: si yo quiero trabajar no 65, sino 70 u 80 horas semanales, ganar un alto sueldo por esas horas y cotizar más ¿Quién es un burócrata planificador para ponerle vallas al campo y no permitirmelo? En un contrato dos partes deciden y nadie puede ponerle restricciones a una de esas dos partes sobre lo que quiere ofrecer a la otra. Y es un craso error pensar que la empresa entonces obligaría al trabajador puesto que el mercado de trabajo se rige, como todos por la oferta y la demanda. Ninguna empresa puede obligar a un trabajador a nada.

Pero, dejando aparte estas consideraciones, en cambio, obligarte a trabajar hasta los 67 años sí que es lícito. Y reducir la prestación que vas a percibir después de tu jubilación, derecho que te has ganado por las cantidades que, en forma de cotización a la Seguridad Social, han detraido de tu salario para que el Estado pueda pagar las pensiones actuales, es igualmente lícito. Con estos "defensores del trabajador" no hacen falta enemigos.

En ello consiste, básicamente, lo aprobado este viernes en el Consejo de Ministros del gobierno progre que padecemos. En primer lugar, se trata de retrasar la edad de jubilación desde los 65 a los 67 años de forma progresiva a partir de 2013 hasta el año 2025. En segundo, según el texto aprobado, que "el cálculo de la pensión debe realizarse sobre los periodos de cotización real, sin que el procedimiento pueda añadir o restar sin justificación periodos o bases de cálculo". Más claramente, que el cálculo de la pensión a percibir se realice sobre toda la vida laboral, en lugar de los actuales 15 años, lo que, según los expertos, podría reducir la prestación hasta en un 30% de media. Por si no fuera suficiente con la brutal subida fiscal provocada por el fin de la deducción de los 400 euros.

¿Recuerdan la demagogia que, recurrentemente, lanzaba en su día Felipe González y, más recientemente, Zapatero sobre la intención del PP de rebajar las pensiones? Antes de las últimas Elecciones Europeas, por ejemplo, mediante una carta firmada por el candidato socialista Juan Fernando López Aguilar y el propio Zapatero.

La ineptitud y mendacidad del Gobierno de Zapatero es clara como el agua pero también es cierto que nunca hemos llegado a ser totalmente conscientes de esta falacia que supone el llamado "Estado del Bienestar": el robo y el latrocinio legalizado de una parte de los frutos de nuestro trabajo para que el Estado le dé el fin que le venga en gana y para que, después de jubilarnos, nos arroje las migajas y las sobras de lo que, previamente, nos ha sisado. El Estado debería garantizar, en virtud de su obligación de salvaguarda de la vida y la libertad de los ciudadanos, unas prestaciones mínimas para situaciones de necesidad pero el sistema de Estado del Bienestar, aparte de ruinoso, es una auténtica y soberana mentira. Es la forma en que el planificador estatal decide cómo nos va a devolver una pequeña parte del gran todo que nos expolia.


El Gobierno roba a los pensionistas
Pablo Molina
Libertad Digital

El sistema público de pensiones es un latrocinio oficial que justifica sobradamente la necesidad de destruir el llamado Estado del bienestar. La culpa la tienen, en primer lugar, los beneficiarios del sistema, que a estas alturas siguen siendo incapaces de exigir a los políticos el derecho a manejar sus propias finanzas para utilizar el dinero aportado durante su vida laboral en la forma que estimen oportuno una vez alcanzada la edad de jubilación.

No se dan cuenta de que el Estado les roba y que, cuando ya no son útiles para la actividad productiva, les sigue manipulando con abundantes dosis de demagogia en función de los cálculos electorales del partido en el poder.

El Gobierno no concede ninguna pensión. Por el contrario, lo que hace es robar la mayor parte de lo acumulado por el beneficiario a lo largo de su vida para dejarle unas migajas que, encima, raciona a su antojo decidiendo a qué edad puede o no dejar de trabajar y cuánto debe percibir hasta su muerte.

Sólo hay que hacer unos cálculos sencillos para percibir las dimensiones del desfalco. Considerando una pequeña aportación mensual de 80 euros a la Seguridad Social, una persona que haya trabajado toda su vida, por modesto que haya sido su empleo, ha acumulado a los sesenta y cinco años del orden de cuatrocientos mil euros (a un interés compuesto del 5%, descontada la inflación, que es también una tasa más que razonable en una inversión a largo plazo). Ese capital acumulado le permitiría cobrar una pensión de mil quinientos euros hasta los noventa años, y eso en caso de que no quisiera rescatar el total del dinero ahorrado. Pues bien, la inmensa mayoría de los trabajadores jubilados perciben menos de la mitad de ese dinero y, además, tienen que vivir con la zozobra constante de no saber qué van a cobrar al año siguiente o si va a haber dinero suficiente en la caja del Estado para pagarles esa miseria.

El llamado Estado del bienestar es una estafa monumental y el sistema público de pensiones el mecanismo más injusto e insolidario que jamás ha concebido el ser humano. Por eso hay que criticar a Corbacho y enviar a este Gobierno al lugar que recomendó en su día el secretario general de la UGT madrileña, pero sin olvidar que el verdadero enemigo de los jubilados es el actual sistema de previsión social. Y si preferimos seguir concediendo a los políticos el poder de decidir sobre nuestra ancianidad, entonces no nos quejemos. A trabajar hasta los ochenta años para el Gobierno y punto en boca.

Pablo Molina es miembro del Instituto Juan de Mariana.
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domingo, 27 de diciembre de 2009

Copen-Fraude: la continuación de la religión calentista


Leandro Fleischer, sin pelos en la lengua y sin corrección política alguna, no deja títere con cabeza en este circo de la nueva religión ambientalista radical, llamando a las cosas por su nombre en este artículo publicado en Diario de América.

Una religión particularmente agresiva hacia los herejes a la misma, como hemos sabido a través de los correos electrónicos de la Unidad de la Investigación del Clima, pertenecientes a la británica Universidad de East Anglia, uno de los centros de "investigación" (por no llamarlo adoctrinamiento) más activos en sus esfuerzos por demostrar la teoría del calentamiento global de origen antropogénico, sacados a la luz pública por varios hackers, y que revelaban acuerdos para manipular datos, destrucción de pruebas, conspiraciones para evitar que los escépticos publiquen en revistas científicas, dudas privadas sobre sus propias aportaciones a la teoría del calentamiento global que no se reconocen en público, ocultamiento del "Periodo Cálido Medieval", etc.... Lo más fuerte: la alegría mostrada por la muerte de un científico escéptico.

La mayor muestra de indecencia de los apóstoles de esta nueva religión: llamar "negacionistas" a los escépticos, comparándolos con aquellos que desde algunos movimientos de extrema derecha, extrema izquierda o regímenes islámicos niegan la realidad del Holocausto.

Tampoco extraña puesto que, al fin y al cabo, con tanto dinero en juego, es normal que los próceres de esta religión pongan toda la carne en el asador. La consigna no es investigar e informar sino adoctrinar, mantener a la prensa en su redil y que esta se ocupe de crear un estado de opinión que presione a los gobiernos y convenza a los gobernados. Los beneficios son indudables: dinero en sus bolsillos y el control de una buena parte de la economía en sus manos. Tienen perfectamente claro que una buena forma de cercenar la libertad es tener el dominio sobre un gran pedazo del patrimonio de los ciudadanos, vía impuestos, con los que financiar las medidas que, según ellos, van a salvarnos de una catástrofe de proporciones apocalípticas.

El colmo de la ridiculez lo hemos tenido en la cumbre de degustación de foie y esculpido de caviar de Copenhague, aquella donde hemos descubierto que la tierra es propiedad privada del viento. En ella, los ambientalistas, dedicándose a emitir más CO2 a la atmósfera que una ciudad de 200.000 habitantes, se han reunido para recomendarnos a los demás poco menos que volver al candil de aceite y, en particular, a los países pobres, en la exaltación de la inmoralidad, limitar su desarrollo, prolongando su miseria... mientras ellos aterrizaban en la capital danesa en sus jets privados, recorriéndola en lujosas limusinas.

Poco podía esperarse, es cierto, de una reunión en la cual dos de las vedettes han sido el caudillo bolivariano Hugo Chávez y el presidente-marioneta del régimen de los ayatolás Mahmud Ahmadineyad. El primero, un ex golpista, afirmó que el socialismo era la salida para acabar con el problema ambiental "más devastador del presente siglo". Al Gorila Rojo, al menos, hay que reconocerle sinceridad al decir claramente lo que hay tras este tinglado, un intento de imponernos un remiendo blandurrio de la ideología más dañina del siglo XX, así como mencionar la, también evidente, caradura de alguien que se dedica a perpetuarse dictatorialmente en el poder y a financiar a narcoterroristas, precisamente, gracias al petróleo. El segundo, un negacionista del Holocausto, un antisemita, genocida en potencia que llama a "borrar Israel del mapa", aficionado a colgar homosexuales y asesinar disidentes políticos, señaló al capitalismo como responsable del cambio climático. Seguramente, la solución será el islamismo chií. Otro que podría aplicarse al cuento y dejar de vender petróleo. Como dice Fleischer en el artículo, el mundo estaría más limpio de contaminación... y de terroristas.


Copen-Fraude: la continuación de la religión calentista
Por Leandro Fleischer
Diario de América

miércoles, 9 de diciembre de 2009

¿Implantar el soviet?


Según el periodista J. J. Marcos, en un artículo para el diario Expansión, "desde la misma Oficina Económica de Presidencia del Gobierno, en el corazón de La Moncloa, quieren poner la puntilla al libre mercado y optar por un modelo dirigido. La frase la firma el ex secretario general de Empleo y ex ugetista, Antonio González, en calidad de asesor presidencial, en la revista oficial de UGT".

Este asesor zapateril habla de sustituir el "modelo de economía liberal imperante en España" por otro "en el que se dirija el modelo de desarrollo en una determinada dirección", añadiendo que hay que cambiar "concepciones y valores", sin retoques, sino mediante "cambios profundos".

No termino de entender en qué lugar ve este González el liberalismo "imperante en España", una economía intervenida a más no poder. Un país donde abrir un negocio es tan fácil como en Zimbabue, Argelia, Belice o Mauritania. Botswana, Armenia, México, Perú, Samoa o Mongolia, de hecho, nos mojan la oreja, puesto que cuentan con un mercado libre más flexible y abierto que España para hacer negocios. Al igual que la mayoría de las economías ex socialistas de Europa del Este. Según el mismo informe del Banco Mundial de septiembre de este mismo año, que enlazo, en facilidad para contratar trabajadores, España ocupa el puesto 157 del mundo en este ámbito, uno de los sistemas laborales más rígidos del planeta, por detrás de Mozambique (156), Francia (155), Sudán (154) e, incluso, China (153). En protección para los inversores, la economía española es la 93 del mundo, a la altura de países como Armenia, Chipre, Qatar o Lituania, y por detrás de Camboya (73), Argelia, Malawi o Brasil, entre muchos otros. Y por lo que respecta, a facilidad para el pago y tramitación de impuestos, ocupamos el puesto 78 del mundo. Los empresarios tienen que hacer frente a una media de 8 pagos fiscales al año, cuya gestión consume unas 213 horas de trabajo. Además, el informe del Banco Mundial destaca que la presión fiscal total sobre las empresas se come hasta el 56,9% de los beneficios. En esta materia, España está por detrás de Ecuador (77), Grecia (76), Turquía (75) o Madagascar (74).

No solo eso. Ya en 2.008, el World Economic Forum consideraba, como principales problemas de la economía española, la extrema rigidez del mercado laboral, a la falta de reformas liberalizadoras y al derroche de las Administraciones Públicas, que estaban, y siguen, aumentando el déficit a niveles insostenibles.

Y, sobre el libre mercado que hay, Educación para la Ciudadanía ya se está encargando de adoctrinar a las futuras generaciones para que lo vean como algo "injusto", presentando al liberalismo como la causa de la pobreza en el mundo y creando una muy bien dirigida fobia hacia la libertad de propiedad, de mercado y de iniciativa social.

El asesor zapateresco llama al Gobierno a "dirigir el proceso de desarrollo en una determinada dirección" (ignorando, como no, las preferencias de los consumidores y usuarios, para eso está el Estado), al modo de la planificación marxista, más o menos, marcar el desarrollo económico a seguir, fortalecer el papel de los sindicatos (seguramente, dar ya a Cándido Méndez el rango de ministro, en lugar de la cartera de facto que ocupa actualmente), aumentar la inversión pública en educación, I+D+i y energías renovables,... Pese a los datos anteriores, que o ignora o no le interesan, lo que propone es más Estado y menos libertad económica.

Dice que "nuestro modelo laboral es la antítesis de la productividad", que los problemas "estructurales" permanecen "intactos o se han agravado" y que "aunque la economía internacional se recupere, la economía española se va a beneficiar relativamente poco". Ello sabiendo que los países que, poco a poco, se están recuperando (Reino Unido, Alemania, Francia, Estados Unidos), ante todo, se caracterizan por tener economías socialdemócratas o comunistas, cómo no,...

Sabiendo que las crisis económicas suelen ser aprovechadas por los gobiernos y sus subvencionados adjuntos para extender la intervención pública y emprender reformas anti-mercado con el fin de acrecentar su poder, vendiendo la filfa de que ha sido la libertad económica la causante de las mismas, es como para tentarse las ropas. Más todavía si quien defiende estos postulados es uno de uno de los innumerables e inútiles asesores de ZP, quien, en este caso, solo está a un paso de pedir la implantación definitiva del soviet y el koljos. Está por ver si Zapatero, le pida lo que le pida el cuerpo, le hace caso y decide colocar la losa de granito definitiva sobre nuestra economía.


De hacérselo... mejor no pensar en esa posibilidad.


Los asesores de Moncloa abogan por una economía planificada
Por J. J. Marcos
Expansión


domingo, 29 de noviembre de 2009

La chapuza insostenible del Gobierno


Este viernes, tras meses de espera, ha sido aprobado en el Consejo de Ministros del gobierno progre que padecemos el anteproyecto de Ley de Economía Sostenible. El Gobierno afirma querer "cambiar el modelo productivo" mediante la aprobación de decenas de pequeñas medidas que conforman un cajón de sastre en el que destacan las deducciones fiscales a las empresas exportadoras y a los proyectos destinados a actividades de "sostenibilidad ambiental".

Cuando parecía que todo iba ir dirigido a implantar una especie de Plan Quinquenal a lo zapateril, a crear un instrumento con el que controlar y regular fuertemente la economía con la excusa de cambiar desde el Estado el modelo productivo en tiempos de crisis, es curioso que con lo que nos encontramos es plúmbeo, pomposo y vacio: sólo anuncian unas medidas poco relevantes sobre la actividad económica.

No ha podido ser más chapucera la elaboración, puesto que los distintos ministerios entregaron sus propuestas el pasado miércoles y, en sólo dos días, el texto es aprobado en Consejo de Ministros. El mismo no incluye memoria económica y sólo apunta las medidas de forma somera, lo que no es de extrañar dada la improvisación con la que se ha redactado el anteproyecto. La medida "estrella", con eso queda todo dicho, es limitar las temperaturas de la calefacción y del aire acondicionado en los espacios públicos para "ahorrar energía" (más les valdría buscar energías más baratas que la hipersubvencionada y carísima "energía verde", la niña de los ojos de Zapatero).

Otra de las "medidas", por llamarlas de alguna forma, es la obligación de que los directivos de las empresas cotizadas publiquen sus sueldos. No hay duda de la importancia de esto para la recuperación económica. Aparte de que los primeros que, ya que tanto la predican, deberían actuar con transparencia al publicar su patrimonio son los propios miembros del gobierno progre que padecemos, no es más que una pequeña muestra más de la faceta del socialismo como evangelio de la envidia. Por cierto, tampoco estaría de más que dieran orden a la Fiscalía General del Estado para que investigara los desmanes financieros en las cajas de ahorros controladas por los políticos, algunos de ellos reputados socialistas, por si hubiera indicio de delito en alguno en lugar de estar tan preocupados por supuestos "altos sueldos", que no van a poner en riesgo el sistema financiero como sí ha ocurrido con lo anterior.

Hasta tal punto son irrelevantes, que entre las principales también se encuentra reducir los plazos de pago de las administraciones públicas, los principales morosos de este país, a pymes y autónomos de 60 a 30 días como máximo. Eso como si el problema de esta morosidad fuera de plazos y no de una vergonzante falta de voluntad de atender a sus pagos por parte de las administraciones.
No obstante, habiendonos temido lo peor, casi podemos estar aliviados de que el Gobierno se haya limitado no hacer nada con esta ley. Conociendo la ineptitud, mendacidad y torpeza que les caracteriza es preferible que, finalmente, lo único que hayan hecho es aplicar maquillaje frente a la posibilidad de que metieran a fondo en la economía su zarpa intervencionista, la cual, a más abundamiento, encima, manejan con suma ineptitud, con los devastadores efectos que esto podría haber conllevado.

La gran "idea" del Gobierno para ahorrar energía:

La normativa establece además que los edificios y locales con acceso desde la calle deberán disponer de un sistema de cierre de puertas que impidan que éstas permanezcan abiertas permanentemente.

El Real Decreto modifica determinadas instrucciones técnicas del Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE) y será de aplicación en el interior de edificios y locales climatizados destinados a usos administrativos, comerciales, culturales o de ocio, así como en estaciones de transporte y aeropuertos, con el fin de reducir su consumo de energía.
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Por Emilio J. González
Libertad Digital
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Por IGNACIO CAMACHO
ABC