miércoles, 7 de abril de 2010

¿Reaccionario, defender la familia?


Como el intercambio de ideas es algo extraordinario, el debate planteado en otro blog y mi humilde aportación me hicieron pensar en esta entrada y me proporcionaron el borrador de la misma.

Alguno se preguntará por qué motivo gente que se define como liberal se muestre tan poco "abierta" o "tolerante" ante los nuevos "modelos de familia" que van surgiendo y nos empeñemos en permanecer anclados en el tiempo intentando imponer a los demás una serie de valores un tanto "caducos" en lo que respecta a esta materia. ¿Por qué seríamos tan "reaccionarios" en esta cuestión?

Nada más lejos de la realidad. Sobre la familia, de lo que siempre se ha entendido por familia (padre + madre + hijos), no se trata de imponer nada. Yo simplemente me conformaría con que el liberal-conservadurismo supiera hacer pedagogía sobre unos valores igual de bien que el socialismo sabe hacer propaganda. Por mi parte, no tengo inconveniente, una vez expongo mis razones, en escuchar a la izquierda acerca de su modelo. Lo que ocurre habitualmente es que el típico "eres un reaccionario" o "has quedado retratado como un retrógrado", cuando no el "eres de la caverna", es considerado por muchos como una salida muy fácil, al igual que en otros temas, para no tener que explicar ni razonar por qué motivos el concepto tradicional de familia es algo relativo y caduco o por qué entienden que existe un derecho al matrimonio para dos personas del mismo sexo.

Pero hay cosas que son como son, por más que un ingeniero social se empeñe en dibujar una realidad que no existe más que en su mente. La familia como la hemos entendido "tradicionalmente", por decirlo de alguna forma, ha sido siempre la primera línea de defensa para los individuos frente a las vicisitudes de la vida. La familia suministra protección física y ayuda financiera a sus miembros, seguridad en la infancia y la vejez. Es un ámbito de libertad plena y, en modo alguno, somos "carcas" ni "reaccionarios" defendiendo el modelo tradicional de familia. Todo, lo contrario, pocas instituciones más liberales, pocas son un parapeto mayor para nuestros derechos.

El estatismo tan invasivo que defiende el socialismo siempre ha visto la familia como una competencia al Estado, debilitarla es algo fundamental. El fin socialista ha sido siempre a la sustitución de la familia por el Estado como estructura provisora ante cualquier necesidad del individuo y la vía, lógicamente, es la desnaturalización de la primera. La familia, desde tiempos inmemoriales, ha funcionado como un verdadero "Estado del Bienestar", algo que el socialismo, en su afan por crear un Estado-niñera, no puede soportar.

Como vía para ir dando pasos en este camino, el matrimonio homosexual, aquí y en cualquier sitio donde haya sido aprobado, no supone la "extensión" o la "creación" de un derecho (los derechos no se "crean" y, además, considero dudoso que se pueda hablar de "derecho al matrimonio" incluso en el caso de los heterosexuales), sino, precisamente, esa intención de desnaturalización de la institución matrimonial y familiar. En España hemos llegado a límites demenciales como sustituir las palabras "padre" y "madre" del Código Civil por la más aséptica "progenitores".

Que existen parejas que establecen relaciones homosexuales es evidente pero ello no cambia el concepto de familia, por más que se respete esas relaciones. Yo, desde luego, respeto la condición sexual de cualquiera y creo que los homosexuales no deben ser discriminados ni denigrados por su condición y, de hecho, en cualquier país civilizado se reconoce la igualdad ante la ley de toda persona (igualdad por ser personas, no por ser homosexuales, que es lo que buscan estos lobbys mediante discriminaciones positivas). No son liberales ni conservadores ni cristianos quienes desean el ahorcamiento de homosexuales por su condición, son cosas que quedan para abyectas dictaduras islámicas como la iraní o la saudí. En cambio, no duden ustedes de que algún que otro zerolo miembro del "soviet rosa", si de él dependiera y pudiera, llevaría al articulado del Código Penal el defender nuestras posturas (no se confunda el homosexual que pueda estar leyendo estas líneas: la mayoría de ustedes no son, en absoluto, iguales que aquel sujeto que se arroga su representación, como si no fueran ya mayores de edad plenamente responsables).

Ahora bien, volviendo al matrimonio homosexual y por qué es de las cosas más absurdas que han salido de la mente de legislador alguno, hay que decir y dejar claro que el tratar de forma distinta dos situaciones completamente diferentes, como son las relaciones heterosexuales y las homosexuales, no es discriminación ni denigración o desigualdad alguna. No es discriminación no permitir a dos hombres o dos mujeres contraer matrimonio.
Un ejemplo, quizás un poco simplón, pero es de Thomas Sowell (uno de los mayores enemigos de las discriminaciones positivas, negro y republicano de derechas, para más señas): las leyes que prohíben circular por las autopistas en bicicleta, obviamente, no discriminan a los ciclistas frente a los automovilistas. Si coge un coche, el ciclista tiene tanto derecho a conducir por la autopista como cualquiera. Lo que se busca con este tipo de reivindicaciones, plasmadas en la ley española y la de algunos otros países, no es que los homosexuales puedan casarse, que pueden (muchos están casados con gente del sexo opuesto, de hecho) sino redefinir el matrimonio y volver a moldear el concepto de lo que es una familia.
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