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martes, 12 de enero de 2010

Federalismo y tradicionalismo: un desafío a la nación española

En The Myths and Realities of Nation-Building in the Iberian Peninsula, Angel Smith y Clare Mar-Molinero aportan su visión sobre los movimientos nacionalistas y sus contribuciones en España y Portugal, el surgimiento de los nacionalismos periféricos y las distintias identidades nacionales y su desarrollo en España y Portugal.

En primer lugar, destacan el fracaso del proyecto liberal a la hora de crear un Estado-Nación español:
As Alvarez Junco emphasises, in Spain, as throughout the rest of Europe, the nation-state-building process was carried through by liberal politicians who needed to construct new legitimacies following the overthrow of absolutism. Liberal regimes governed in Spain between 1833 and 1923. However, their nationalising policies were a shadow of those pursued by the mayor Western European powers. In the first place, the poverty of the Spanish State, poor communications, the inadequate education system and a restricted cultural market ensured that the construction of a national identity out of a multiplicity of local references was very incomplete. Furthermore, the dominant liberal tradition proved enormously conservative, and its power-base rested on local oligarchs rather than on sections of public opinion. Consequently, it preferred to try to maintain the traditional legitimation provided by the Catholic Church rather tahn resorting to the dangerous game of mobilising the masses behind nationalist goals.1

Ya desde mediados del siglo XIX podemos observar como se pone en duda este concepto de España centralizada. Por un lado, desde la izquierda, encontramos oposición por parte de liberales:
On the Left, many progressive liberals came to adopt federalism as their creed, and between 1868 and 1873, under the influence of Proudhonian doctrines the first major republican party called itself the Federal Republican Party. Its leading thinker, Francesc Pi i Margall, saw Spain as the nation, but believed that it should be reconstructed on the basis of its 'old provinces', which had retained their individuality and should therefore be given a high degree of autonomy.2 These federalists were not, then, nationalists avant la lettre, but in recognising the personality of the regions they could help lay the basis for future particularist and nationalist thought (López Cordón 1975; Trías and Elorza 1975). This was very clear in the case of Catalonia where in the 1880s the ex-federalist, Valentí Almirall, developed a programme in favour of Catalan autonomy (Trías Vejerano 1975; Figueres 1990).


2. Pi stated, 'almost all of them were nations in their day. They still retain their specific physiognomy and some are distinguished from the rest by the particulary and unity of their language, customs and laws' (Pi i Margall 1877, 1936 edn: 274).2

Por otro lado, desde la derecha, encontramos la oposición de conservadores y tradicionalistas:
On the Right, traditionalist and conservative thinkers also criticised liberal centralism, contrasting it with reference to the supposed liberties of 'the peoples' of Spain in the Middel Ages (Mañé y Flaquer 1886), and therefore supported the claim for the restitution of medieval privilegies such as the fueros, and the descentralisation of the state administration.3 The traditionalist, particularist current, which drew on the writings of Le Play and Taine, was especially pronounced in the Basque Country and Catalonia, but was also to be found in Galicia, Valencia and Aragon (Solé Tura 1974: 55-94: Cirujano Marín, et al. 1985: 127; Riquer 1987:78-84). In the Basque Country, where the fueros were not abolished until 1876, they were strongly defended by the tradicionalist-Catholic Carlists and lated by middling landowners (the jauntxos), whose local power they had protected. Jacier Corcuera argues that both these movements tended to foster a 'pre-nationalist' consciousness in sectors of the population because they created an 'us' and 'them' mentality, in which the 'them' could be identified with Castilian liberalism (Corcuera Atienza 1979: 51-8, 180-4).


3. The traditionalist historian, Victor Gebhardt, argued in favour of 'the right which Catalonia, Navarre, the Basque provinces and the other regions of Spain which feel at ease with the remains of their national existence have to live their own lives' (Cirujano Marín et al 1985: 129). In quite similar terms the conservative representative of Catalan industrial interests, Juan Mañé y Flaquer, stated in 1855: 'Spain is a federation of peoples (pueblos, of nationalities, of distinct races, with different traditions, different customs and different languages' (Riquer 1987:78-9).3

En tercer lugar, encontramos una contestación de carácter pan-Ibérico:
At the same time, the republicans also championed the possible future unification of the Iberian peoples in a single confederation. This was supported most enthusiastically by the federalists, and was justified in ethnic and historical terms with the claim that the Iberian Peninsula had constituted a single Iberian race before the Roman invasion (Cirujano Marín, Elorriaga Planes and Pérez Garzón 1985: 87-8)4

Por tanto, puede observarse que en España, durante la segunda mitad del siglo XIX, la visión liberal centralista fue ampliamente cuestionada. A pesar de que el Estado liberal consiguió la lealtad de gran parte de la intelectualidad del siglo XIX en la conceptualización dominante conservadora-liberal de la nación, falló a la hora de intentar lograr el apoyo de las clases subalternas, permitiendo la aparición de ideologíass antagónicas. Además, las diversas memorias históricas y tradiciones abonaron el terreno para la aparición de una producción cultural regional que casaba con dificultad con los mitos de la nación española.

[1] Clare Mar-Molinero, Angel Smith, Nationalism and the Naion in the Iberian Peninsula: Competing and Conflicting Identities (Oxford: Berg, 1996), p.3.
[2] Ibid, p.5.
[3] Ibid, p.6.
[4] Ibid, p.5.


Publicado originalmente en humano sin sentido

sábado, 2 de enero de 2010

Sobre el espectro político

A través de Mutualismo.org, llegué a un artículo de Sheldon Richman titulado Libertarianism: Left or Right?, el cual podemos encontrar traducido por Rodrigo Diaz, Libertarismo: de Izquierda o de Derecha?. En dicho artículo, Sheldon Richman reflexiona sobre si el libertarianism (término que aun no tiene una traducción oficial) es de izquierdas o de derechas y reflexiona sobre el espectro político y su origen histórico. Por otro lado, en AMISTADES PELIGROSAS podemos leer una crítica de Andrés a la tradicional alianza entre el liberalismo y el conservadurismo. Cuando hace unos meses leí por primera vez el artículo de Sheldon Richman, yo era partidario de un espectro político basado en un doble eje -económico y social-. Sin embargo, tras una reflexión posterior, considero que el espectro político de un solo eje se aproxima mucho más a la realidad.

En este artículo me gustaría expresar mi opinión sobre el espectro político que considero real o más ajustado a la realidad histórica. No pretendo crear un nuevo espectro político basado en mi opinión, sino corregir el actual, el cual se encuentra distorsionado.En primer lugar, el espectro político es como se denomina al ordenamiento visual de grupos u organizaciones políticas de acuerdo a ciertos ejes conceptuales. Este tipo de ordenamiento está condicionado por las situaciones históricas, sociales y el sistema de partidos de una sociedad. En este artículo me propongo analizar el sistema más extendido -el que divide el espectro entre izquierda y derecha-, cuyo origen se encuentra en el lugar en el que se sentaban las facciones legislativas en los albores de la Revolución Francesa.
My own notion of politics is that it follows a straight line rather than a circle. The straight line stretches from the far right where (historically) we find monarchy, absolute dictatorships, and other forms of absolutely authoritarian rule. On the far right, law and order means the law of the ruler and the order that serves the interest of that ruler, usually the orderliness of drone workers, submissive students, elders either totally cowed into loyalty or totally indoctrinated and trained into that loyalty. Both Joseph Stalin and Adolf Hitler operated right-wing regimes, politically, despite the trappings of socialism with which both adorned their regimes....

The far left, as far as you can get away from the right, would logically represent the opposite tendency and, in fact, has done just that throughout history. The left has been the side of politics and economics that opposes the concentration of power and wealth and, instead, advocates and works toward the distribution of power into the maximum number of hands.
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En el contexto de la Revolución Francesa, cuando se reunían los Estados Generales, los estados privilegiados -nobleza y clero- se sentaban en el lugar de honor, la derecha; mientras que el Tercer Estado se sentaba a la izquierda. Posteriormente, a lo largo de las sucesivas asambleas legislativas, a la derecha se sentaban los diputados conservadores, defensores del Antiguo Régimen, de la monarquía y de la aristocracia, de los privilegios,...; mientras que a la izquierda se sentaban los liberales, los cual se oponían a todo ello. El propio Sheldon Richman nos da dos buenos ejemplos: tanto Frédéric Bastiat como Pierre-Joseph Proudhon se sentaban en el ala izquierda.

Yendo más allá de dónde se sentaban unos parlamentarios en una asamblea, para Sheldon Richman
La izquierda históricamente ha entendido que el Estado es el más poderoso motor de explotación, a pesar de que las diversas facciones estaban en desacuerdo sobre la naturaleza exacta de la explotación y/o qué hacer sobre la materia. Marx no tenía el monopolio de estas ideas. Por el contrario, a principios del siglo 19 se las arrebató (y luego las degradó), a los burgueses liberales radicales Charles Comte y Charles Dunoyer, quienes formularon por primera vez la teoría de la lucha de clases. En la versión liberal las dos clases (o castas) surgieron en el momento que el gobierno se dedicó a saquear: los saqueadores y saqueados. Los saqueadores eran aquellos que utilizan el estado para vivir del trabajo de los demás. Los saqueados fueron aquellos a quienes les fueron robados los frutos de su labor - toda la clase trabajadora, que incluye a quienes estaban en el mercado produciendo e intercambiando pacíficamente y quienes en sí mismos no estaban saqueando a los demás.2

muy en la línea del pensamiento de Bastiat:
El Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo se esfuerza en vivir a expensas de todo el mundo.3

Sin embargo, en la realiadad política actual, el espectro político se encuentra distorsionado. Dicha distorsión se debe principalmente a dos factores, por un lado el liberalismo, que por su alianza con el conservadurismo ha pasado a ser considerado de derechas. Por otro lado, la segunda distorsión viene provocada por la confusión que genera el término socialismo: cuando hablamos de socialismo anarquista, éste es de izquierdas; sin embargo, cuando hablamos de socialismo de Estado, éste es de derechas. Aunque hoy día el socialismo de Estado se considere de izquierdas, podemos ver en la opinión de Bakunin, en la de William Green y en la de Tucker que originalmente esto no era percibido de la misma manera:
Probablemente, ningún movimiento de agitación ha conseguido nunca tal número de sus adherentes o ha gozado de un área de influencia tan amplia como el socialismo moderno, siendo al mismo tiempo tan poco y tan mal entendido, no sólo por los hostiles y los indiferentes, sino también por los simpatizantes e incluso por la gran mayoría de sus adherentes.

[...]

Es curioso que los dos extremos del vasto contingente que nos ocupa, aunque unidos, como hemos mencionado antes, por la causa común de que el trabajador entre en posesión de sus propios medios, están, sin embargo, más diametralmente opuestos entre sí en sus principios fundamentales de acción social y en sus métodos para alcanzar los objetivos proclamados, que lo están cada uno de ellos frente a su enemigo común, la sociedad actual. Esta oposición diametral está basada en dos principios...

[...]

Los dos principios a los que nos referimos son los de Autoridad y Libertad, y los nombres de las dos escuelas de pensamiento socialista que sin reservas y totalmente representan al uno y al otro son, respectivamente, el Socialismo de Estado y el Anarquismo. Hay de hecho, dos corrientes fluyendo sostenidamente desde el centro de las fuerzas socialistas y que se están concentrando a la derecha y a la izquierda;...

[...]

Fue en este punto - la necesidad de derribar los monopolios- que sus caminos se separaron. Aquí la ruta se bifurca. Se dieron cuenta de que debían doblar a la derecha o a la izquierda, seguir la ruta de la Autoridad o la de la Libertad. Marx siguió un camino, y Warren y Proudhon siguieron el otro. Así nacieron el Socialismo de Estado y al Anarquismo.
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Por ello, considero que el espectro político que más se ajusta con la realidad es el siguiente (de izquierda a derecha):
ANARQUISMO - LIBERALISMO - SOCIALDEMOCRACIA/CONSERVADURISMO - TOTALITARISMO5

Muchas personas criticarán este espectro político considerandolo simplista, argumentando que los fines de determinadas ideologías son mejores que los de otros. Sin embargo, debemos de tener en cuenta en primer lugar que la izquierda no plantea, más alla de la libertad individual y la libre asociación, un determinado fin. Lo que usted haga, dentro de su libertad, es algo que solo le concierne a usted. En segundo lugar, tenemos las ideologías de derecha, que proponen hacer uso de la coacción del Estado para imponer determinados intereses económicos y morales.
Los socialistas quieren que el gobierno sea tu madre, cariñosa y sobreprotectora. Los conservadores quieren que el gobierno sea tu padre, serio y estricto. Los liberales queremos que el gobierno te trate como a un adulto.6
En primer lugar, cualquier defensa de una ideología estatista argumentando unos determinados fines implica que el fin justifica los medios, ya que para lograr dichos fines no dudan en emplear la coacción del Estado. En segundo lugar, el hecho de que unos fines sean mejores que otros no es más que una percepción personal, ¿acaso no creían, tanto Hitler como Stalin, estar trabajando por el bien común? ¿Es mejor la imposición en los colegios del Gobierno de la asignatura de Religión a la de Educación para la ciudadanía? En tercer lugar se encuentran los efectos prácticos de dicha coacción ¿Preferiría vivir en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas al Tercer Reich, la República Popular Democrática de Corea o a la República Islámica de Irán? ¿Es preferible un campo de concentración nazi a un gulag soviético?

Por ello, considero importante que se utilice el lenguaje político con propiedad, no cayendo en los errores y en las tregiversaciones  de determinados sectores interesados, que han colocado al socialismo de Estado en la izquierda y al liberalismo en la derecha, junto a los conservadores; con sus consecuentes causas negativas. De esta manera se evitará la errónea asociación entre socialismo de Estado y libertad, y liberalismo y conservadurismo/reaccionario. En segundo lugar, la consideración del liberalismo como una ideologia de derechas y próxima al conservadurismo solo provoca que esta alianza se perpetúe.



[1] Karl Hess, Dear America.
[2] Sheldon Richman, Libertarianism: Left or Right?
[3] Claude Frédéric Bastiat, El Estado.
[4] Benjamin R. Tucker, Socialismo de Estado y Anarquismo.
[5] Bajo totalitarismo incluyo todas sus variantes: comunismo, fascismo, nacionalsocialismo,...
[6] Andre Marrou.


Publicado originalmente en humano sin sentido