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domingo, 9 de enero de 2011

La bondad del capitalismo y la pesadilla del socialismo


¡Que cansinos que son los liberticidas! ¿No se dan cuenta que el socialismo es una ideología que nunca podrá funcionar?. El socialismo es inviable porque es un error intelectual.

Ya fracasó el socialismo real que fue desplazado por el socialismo light de las socialdemocracias intervencionistas, que sigue siendo socialismo pero más disimulado porque utiliza la democracia para alcanzar el poder con el propósito de repetir pseudodemocráticamente aquel socialismo del siglo XX, genocida y creador de miseria. Esto está sucediendo en países como Venezuela, Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador o España. Afortunadamente la maniobra falló en Honduras.

No hay duda que el intervencionismo económico en los países desarrollados ha sido el culpable de la conflictividad social y la crisis económica que se extiende por el mundo. Un mundo socialista. Un mundo en el que el socialismo de derechas o de izquierdas ha hecho mella. Un mundo donde el maldito mercantilismo se extiende por todos los rincones y es aplicado, en diferente grado, por todos los gobiernos de todo color. Un mundo donde el perverso intervencionismo golpea a los ciudadanos despojándoles poco a poco de su Libertad.

Os voy a aclarar que es el socialismo definiendo antes lo que es la función empresarial. La función empresarial no es otra cosa que una aptitud natural del ser humano utilizada desde los tiempos prehistóricos.

La función empresarial no es sólo aquella que practica un ciudadano cuando monta un negocio, un hecho que odian demasiado los liberticidas socialistas de izquierdas lobotomizados por la consigna de odio a la burguesía. La función empresarial es el talento, la pericia y la inteligencia de una persona para inventar bienes, fabricar herramientas, explorar territorios, concebir ideas o aprovechar las oportunidades que encuentre durante su vida. Esa disposición de crear y descubrir bienes es lo que ha distinguido siempre al hombre de los animales, también de los seres humanos no socialistas de los que sí lo son.

En el momento en el que un hombre de Cromagnon salió de su cueva para recolectar fruta o para buscar utensilios que le facilitaran fabricar herramientas ya estaba practicando la función empresarial.

Un emprendedor es todo ciudadano con una percepción creativa e innovadora, es decir, esa facultad propia de algunos hombres y mujeres que ha posibilitado la prosperidad y el desarrollo de la sociedad tal como hoy la concebimos y que es aprovechada por todos.

Las sociedades progresan gracias a esa función empresarial y al ingente número de vínculos de intercambios e interacciones voluntarias que realizan unos ciudadanos con otros obteniendo beneficios mutuos. Por eso, para posibilitar la función empresarial es vital la información o acto de descubrir un recurso aprovechable o inventar algo útil para otra persona.

Es algo tan sencillo como descubrir un bien poco valorado, mal utilizado o inexistente y ofrecérselo a alguien que lo necesita y que está dispuesto a pagar por el o quiere intercambiarlo por otro bien o servicio. Así se satisfacen necesidades mutuas, así se obtiene un beneficio, así se enriquece la sociedad.

Es la magia de millones de personas que desde que se levantan hasta que se acuestan intervienen en la economía de forma voluntaria y libre, produciendo bienes necesarios para otras, inventando herramientas útiles para el trabajo de otros ciudadanos u ofreciendo servicios especializados para la comunidad. Todo para satisfacer necesidades de la sociedad porque nos motiva el interés empresarial, es decir, el interés que todo ser humano tiene de conseguir un beneficio para mejorar su vida mejorando la de los demás.

En contra de la libre práctica de la función empresarial aparece el socialismo que, a través de un aparatoso monstruo estatal, arremete contra las interrelaciones voluntarias de cooperación social de los ciudadanos imponiéndose coactivamente, fuerza policial por medio.

Debemos remarcar que es trascendental esta característica violenta del socialismo puesto que sus seguidores la ocultan de manera sistemática. La coacción será el fundamento para mantener un sistema económico de carácter planificador e intervencionista basado en una ideología ineficaz y creadora de miseria.

Por lo tanto, la cualidad inherente del socialismo es la coacción violenta de un Estado todopoderoso mediante el cual un órgano director tiene la potestad absoluta para coordinar y satisfacer las necesidades de toda la sociedad, es decir, para dirigir utópicamente a esos millones de ciudadanos que se levantan cada mañana con necesidades personales diferentes. Ciudadanos que sólo ellos saben lo que realmente necesitan y cómo conseguirlo con la mejor relación calidad-precio porque ellos son los soberanos del mercado cuando éste es libre. Pero ahí está el Estado todopoderoso gestionado por una cuadrilla de iluminados déspotas que, como si fueran dioses, creen conocer las necesidades específicas de cada ciudadano.

Es indiferente que esa cuadrilla de parásitos aprovechados hayan alcanzado el poder o no de forma democrática. En ambas situaciones la inviabilidad del socialismo se mantiene, puesto que existirá siempre un órgano director que aplica coactivamente su particular percepción del mundo, es decir, su pueril coordinación de la sociedad. Lo que ocurre es que disfrazados de demócratas disimulan un poco legitimándose con esa pantomima de que les ha elegido el pueblo.

En su afán totalitario adornan su tiranía con un parlamento pseudodemocrático plagado de palmeros lameculos que son capaces de vender a su madre para medrar en el poder; así como con un poder judicial corrupto que se arrodilla ante los que tiranizan al pueblo.

El órgano director socialista desde su púlpito pretende conocer toda la información, todo lo que cada ciudadano necesita o está dispuesto a crear para intercambiarlo con otro. El socialismo cree tener aprehendido en su cerrado puño los millones de funciones empresariales que día a día determinan que una sociedad prospere. Ese es el error del socialismo.

Es imposible que un órgano director formado por descerebrados y mediocres, coacción mediante, dirijan y coordinen toda la sociedad porque es imposible que conozcan toda la información para conferir un contenido regulador a su gobierno. Las consecuencias del intento destrozarán a la sociedad chocándose el socialismo con la realidad, no sin antes dejarse por el camino a millones de muertos, así como un sendero de miseria y sufrimiento.



http://www.goear.com/listen/3b7251f/el-socialismo-del-siglo-xxi-wwwlodicecincinatotk







viernes, 24 de diciembre de 2010

La riqueza no cae del cielo


No me importa la desigualdad porque no soy envidioso, pero sí me importa la pobreza. Años y años de ayuda internacional no ha dejado otra cosa que muchos gobiernos corruptos en los países menos desarrollados y jugosas cuentas bancarias en Suiza a nombre de su casta política parasitaria. Sin embargo, continúa el clamor popular por más ayuda y más socialismo para esos desgraciados países. El Presidente socialista de Zimbawe, el Sr. Mugabe, sabe mucho de esto.

No es la riqueza la que corrompe a los hombres, sino la ambición de ser más ricos sin trabajar. Y por trabajar entiéndase tanto la labor de los operarios de las fábricas, talleres, oficinas o tiendas como el trabajo intelectual de sus propietarios que suelen realizarlo, éstos últimos, con dedicación exclusiva y sin límite de horas.

Tampoco la riqueza cae del cielo, es más, aquellos países que disfrutan de buen clima, reservas de petróleo, grandes bolsas de gas, bosques madereros, lluvia abundante, etc. tienen que trabajar para desarrollar tales ventajas convirtiéndolas en recursos útiles. Por esto se comprende que la distribución desigual de la riqueza en el mundo se debe a las zancadillas que ponen los liberticidas al capitalismo democrático.

Sin trabajo, inventiva, ahorro o iniciativa no hay riqueza. Pero ni el esfuerzo, el emprendimiento o la investigación se cultivan si sus frutos son sistemáticamente robados por déspotas excusándose en un Estado colectivo todopoderoso, liberticida, planificador e intervencionista; porque cualquier gobierno que le quita a Ramón para dárselo a Tomás está robando.

Nadie cuestiona que hay mucha gente con una vida precaria y mísera, pero el gran obstáculo a su prosperidad no es que no les ayudemos lo suficiente o que no se redistribuya la riqueza creada. Tantas veces nos han predicado los socialistas que ellos existen porque hay pobreza, que no caemos en la cuenta de que es al revés; que no se trata de distribuir la riqueza existente sino de la creación de más riqueza y esto sólo sabe hacerlo el capitalismo democrático en un entorno de Libertad. El hecho de que libertad y riqueza vayan de la mano es una muy feliz coincidencia.

Se debe enseñar a los países más pobres a producir. Debemos insistir que la casta política de los países pobres se retiren y disfruten de sus cuentas suizas, al menos así la población tendrá oportunidad de quitárselos de en medio. Tenemos que exigir la desaparición de aranceles y que no se machaque a impuestos a los ciudadanos productivos; así como que se promulgue la infraestructura legal apropiada que garantice la propiedad privada, las inversiones y la integridad de los contratos.

Todo lo expresado fomenta la productividad y la esperanza de prosperar porque la gente puede entonces gozar del fruto de su esfuerzo, ya sea como trabajador o empresario. Esto fue lo que en realidad logró reducir la pobreza en los países que actualmente son los más desarrollados y ricos.


www.lodicecincinato.tk