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viernes, 6 de mayo de 2011

Quien se queja es porque quiere

Quizás esté sufriendo algún tipo de alucinación. Quizás los últimos datos que he analizado sean imaginación de una mente que no soporta ver al inquilino monclovita. Es posible. Le en varios diarios que el BE da una estimación de crecimiento de 0.2 %, lo que significa que quedará en menor tasa, para el primer trimestre. Veo que los pensionistas pierden un valor adquisitivo del 4%, veo cómo el bono español a 10 años está a niveles de hace diez años y lo que queda por venir, veo cómo los bancos y cajas tienen una tasa de morosidad en aumento, que llegó en febrero hasta algo más del 6%, veo como se politizan, más si cabe, los órganos reguladores, veo como la gasolina que pagamos todos no deja de aumentar, veo como llegamos a los cinco millones de parados: y creciendo.... eso sin contar con la corrupción galopante en esta antigua Nación rota en pedazos y gobernada por jefecillos con un poder cuasi ilimitado e impune.

Pero al tiempo veo cómo los dirigentes socialistas no les importa nada de lo anterior, sólo seguir en la poltrona el máximo tiempo posible. Hace unos días me encontré con la noticia de que Griñán regalaba 2.7 millones de euros a los sindicatos mayoritarios. O como somos tan generosos en la Expo de Shangai, que somos el tercer país que más aporta a la misma. O cómo el PSOE tiene que subvencionar el ladrillo: hasta un tercio de lo construido en 2010. O cómo se sigue permitiendo esa legislación obsoleta y anacrónica con respecto a los sindicatos que entre otras cosas se lucran de los ERE's (y en algún momento alguien tendrá que  salir a la paletra y contar cómo se convierten en sindicatos mayoritarios, cómo van a "pie de tajo" y bajo coacción y engaño logran delegados: es vergonzoso y es el primer objetivo de cualquier gobierno serio que se precie: ELIMINAR A ESTA MAFIA ).

Para rematar me envían unas ayudas que presta nuestro magnífico gobierno. Les dejo en enlace y evalúen, tal y como está el patio, lo que estamos pasando los españoles de a pié, evalúen lo acertado o no de estas medidas.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Consignas

            Este domingo pasado, en la Plaza de la Quintana (Santiago de Compostela), había una manifestación en la que se gritaba una consigna que me hizo mucha gracia, no por la crispación que suscitó, sino por lo que significaba. La gente coreaba esa consigna mientras los mandatarios de la manifestación aclamaban y gritaban al viento, exigiendo lo imposible. Esto me hizo recordar aquella conocida frase de mayo del 68: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. La consigna venía a decir algo así como: “Que cada autónomo contrate a un parado”.

            El tema de la manifestación era el paro. Y la solución que proponían era precisamente lo que gritaban, que cada autónomo contratase a un parado pues así la cifra del paro se reduciría a la mitad.

            Antes de caer en la típica descalificación fácil (y totalmente pueril) a que estamos acostumbrados cuando se habla de los trabajadores y empresarios, buenos y malos, me gustaría analizar esa consigna en profundidad y ver cual sería la repercusión real de llevarla a término.

            En primer lugar decir que separar “trabajador” y “empresario” es muy sencillo en la teoría, pero no tanto en la práctica. Pues así como hace un siglo había una clara diferencia, tanto de clase social como económica, a día de hoy la mayoría de los “empresarios” son gente trabajadora, que dedica sus buenas horas semanales (normalmente muy superiores a la jornada laboral típica de un “trabajador”) y con una clase social y económica que no difiere demasiado de la del común de los “trabajadores”. Una cosa es el “gran empresario”, y otra muy distinta el “autónomo”. El primero es una especie en vías de extinción, pues las grandes empresas suelen estar controladas por un grupo de personas, suelen ser propiedad “anónima” y nada tienen que ver con los autónomos. Estos últimos suelen ser trabajadores que tienen la ventaja (en teoría) de ser sus propios jefes. Suelen trabajar muchas horas a cambio de una remuneración económica “suficiente”, suelen estar de deudas hasta el cuello y suelen tener que delegar ese exceso de trabajo en otras personas que no se preocuparán como ellos por el negocio (lógico… no es “su” negocio).

            Ahora hablemos de la consigna. Si cada autónomo contratase a un trabajador en paro, lo que tendríamos sería, evidentemente, una reducción de las listas de desempleo… al menos de forma temporal, pues a la larga posiblemente se duplicarían, pues si cada autónomo contratase a un trabajador que no necesitase y/o que no puede pagar, al final el trabajador volvería al paro, pero esta vez, acompañado de su jefe.

            Cuando un autónomo contrata a alguien es porque puede pagarlo y porque lo necesita. En caso contrario NO lo hará. Es absurdo pensar lo contrario. Si no puede pagarlo, ¿por qué demonios debería contratar a alguien? Y si no lo necesita ¿por qué demonios debería contratarlo?

            Entonces salen los típicos listillos de turno que hablan de las grandes facturaciones de los negocios. Y yo quisiera hacer una aclaración. Cuando se habla de facturación se está hablando del dinero que entra en ese negocio, pero no de lo que sale. Cuando un autónomo vende (factura) un millón de euros, eso no significa que ese autónomo gane un millón de euros (supongo que no le importaría… a mí tampoco, la verdad). Ese ingreso es sólo una parte de la ecuación. Hay que mirar cuánto sale. Pues un negocio que vaya bien puede llegar a ganar de ese millón tranquilamente la mitad, pero uno que vaya mal puede tener incluso pérdidas aún habiendo ingresado ese millón. Si un autónomo, una vez empieza a ver sus gastos (bancos, préstamos, proveedores, acreedores, clientes morosos, trabajadores, impuestos, etc.), ve que el negocio va bien, no tendrá problemas en contratar a alguien (después de todo un trabajador más significa menos trabajo para el autónomo, que podrá dedicarse a hacer crecer su negocio y por lo tanto ganar más). Pero, y no hace falta que el negocio vaya mal, si ve que no le compensa contratar a alguien (sea porque entre sueldos e impuestos sus beneficios disminuyen, sea porque no gana tanto como para pagar lo que cuesta tener otro trabajador, sea porque sinceramente no le hace falta más gente), pues NADIE es quién para obligarle a ello.

            El problema que tenemos en este país es que se suele identificar a un autónomo con un millonario chupasangres que ha robado para llegar a donde está. Y la verdad es muy diferente. La verdad es que la mayoría de los autónomos tienen problemas para llegar a fin de mes. La mayoría de los autónomos trabajan muchísimas más horas de las 40 semanales que se “suponen” normales. La mayoría de los autónomos tienen sueldos muy similares (e incluso inferiores) a los de los trabajadores que tanto protestan. Y aún así se les exige cada día más. Los autónomos están pagando impuestos por todo, hasta límites insospechados. Tal cantidad de impuestos que muchos de los parados que tenemos a día de hoy en España, antes fueron autónomos que, a causa de la elevadísima presión tributaria, tuvieron que abandonar sus trabajos (pues un autónomo es un trabajador, aunque muchos no quieran reconocerlo).

            Ya puestos a gritar consignas, podríamos probar con la siguiente: “Que cada parado se vuelva autónomo”. Así las listas del paro también se reducirían. Claro que habría que cambiar un poco la mentalidad de la gente en este país para que esto pudiese funcionar, pues ser autónomo exige mucho. También habría que cambiar la elevadísima presión fiscal que soportan los autónomos, pues en caso contrario pronto se volvería al nivel anterior de paro (o incluso se incrementaría). Habría que dar posibilidades a los préstamos bancarios para emprendedores. Habría que agilizar los trámites burocráticos exigidos para ser emprendedor…

            Habría que cambiar tantas cosas para que eso funcionase… pero aún así, la solución sería muchísimo mejor que la que proponían los exaltados del domingo. Aunque claro… es una solución que implica a las personas, que las involucra en la solución a través del trabajo individual y personal. Claro… si lo comparamos con la solución que proponían ellos, en la cual el trabajo siempre es de un tercero, en la cual siempre existe ese mismo tercero a quién echarle la culpa si las cosas salen mal, y en la que los que gritan y exigen nunca se manchan las manos… como que no compensa (al menos a ellos no).

            La gente deberá empezar a pensar un poco por sí misma. Pensar en su futuro individual. Pensar en las distintas posibilidades de trabajo. Analizar si compensa o no ser un autónomo. Si ven que compensa serlo, pues que caminen en esa dirección. Si ven que no compensa serlo… pues que dejen de exigirle a los demás, lo que ellos mismos no desean para sí.

lunes, 17 de mayo de 2010

No me creo nada

D. José Blanco ha salido a la palestra a decirnos que espera que los sindicatos sean civilizados y se comporten. ¿Como si no estuviese más que pactado qué van a hacer? ¿Creen que a los sindicatos les interesa que la clase trabajadora ( a la cual no representan) comience a pensar que quizás es un error votar a ZP en las próximas elecciones? Los sindicatos están apesebrados, han cobrado tanto dinero como nunca habían pensado gracias a la Ley de la Memoría Histórica, y lo que les quedará. Y todo eso hay que pagarlo. Lo han estado haciendo durante toda la crisis: mutis por el foro. Nos enseñarán las garras un poco. Harán el papel de enfadados y en desacuerdo total con el Gobierno y poco más. La población comienza a estar cansada de los sindicatos, pero sin embargo la intención de voto sigue siendo muy favorable a ZP (con la que está cayendo, y en las elecciones ya sabemos lo que pasa con las encuestas), y los sindicatos mayoritarios ( aclaración que no he hecho hasta ahora por escribir mal y rápido), son los primeros interesados en que el señor ZP siga en su poltrona repartiendo prebendas, regalando edificios y sin tocar del presupuesto ni un céntimo de lo que les toca,  y más aún, que no vayan a cambiar las leyes laborales, que tanto bien les hace a los sindicatos mayoritarios.

Si entra otro Gobierno ( y los sindicatos son partícipes de "enfadar" al personal con ZP), que tiene bemoles de cambiar las leyes laborales o cambiar la estructura sindical de España ( y va a tener a un sector importante de la población a su favor) se les va a acabar el chollo. Así que pienso que todo es puro teatro, estrategia de unos y otros para contentar a afiliados (los menos ) y radicales ( los más) y al tiempo no caldear demasiado el ambiente vaya a ser que la gente le dé por tirar piedras.

Saludos.

sábado, 6 de marzo de 2010

Por favor, una Margaret Thatcher para España, ¡ya!


Así dice Emilio J. González
en un artículo publicado el pasado miércoles en Libertad Digital, un sentimiento compartido por mí desde hace bastante tiempo.

Echando un vistazo a la situación del Reino Unido antes de 1979, antes de la victoria electoral de Margaret Thatcher, el panorama no era muy distinto del que tenemos hoy día en España. Cuestión aparte el hecho de que el gobierno laborista de James Callaghan estuvo a punto casi de convertir al país en un satélite soviético "de facto" (bueno, nosotros hoy somos los embajadores en Europa de Chávez y los hermanos Castro), éste llevó al Reino Unido a un estado de bancarrota virtual en 1976 cuando un colapso en el valor de la divisa obligó al gobierno a negociar un préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), una cosa inaudita en un país desarrollado. Las demandas salariales de los sindicatos llevaron a huelgas endémicas y un hiperregulado mercado de trabajo colocaron el desempleo en niveles de record. En aquellos años, era más fácil conseguir subvenciones que empleo. Los allí conocidos como trade unions, aquí sindicatos subvencionados, compartían con los que sufrimos en España la misma brabuconería hacia todo aquel que pueda poner en duda el mito de que son los responsables de la mejora en el bienestar de los trabajadores. La principal diferencia, eso sí, era que los trade unions británicos estaban tan crecidos que le montaban huelga tras huelga a sus afines ideológicos en el gobierno mientras que aquí ni eso necesitan con Zapatero. El presidente del gobierno progre que padecemos tiene tanto miedo a que le convoquen una huelga general, que hacen y deshacen a su antojo (Candido Mendez, secretario general de UGT, casi puede considerarse el vicepresidente cuarto del Gobierno).

Pero no nos engañemos. En España, ahora mismo, no hay nadie, ni a la izquierda ni a la derecha, con los arrestos suficientes para hacerles frente (si alguien piensa en Rajoy que se olvide rapidamente), tal y como lo hizo la Dama de Hierro en los 80, convencida del freno al progreso económico, al empleo y al binestar que suponían. Lanzan campañas como esta, rozando el ridículo, con total tranquilidad de que nadie les va a echar en cara cómo están condenando a millones de personas al desempleo y a un cada vez más agudo empobrecimiento:




Tener asociaciones patronales subvencionadas es tan absurdo como tener sindicatos subvencionados (unos y otros deberían financiarse con las cuotas de sus afiliados). Sobre todo si las primeras o no hacen propuestas que ayuden a mejorar el mercado de trabajo o, cuando tienen alguna idea, la retirán en cuanto empieza a bramar la trompetería sindical. Es lo que ha ocurrido con la idea, planteada y retirada en menos de 24 horas, de una modalidad contractual dirigida a los jóvenes menores de 30 años, con una duración de seis meses prorrogable a un año y sin indemnización por despido, con una remuneración equivalente al salario mínimo interprofesional, similar al existente en Francia.

Dígame cualquiera lo que quiera o tenga los prejuicios que quiera, pero este modelo de contrato es bastante interesante para los jóvenes que buscan su primer empleo (sean licenciados universitarios o provengan de la formación profesional) como forma de empezar a conseguir y acumular una experiencia laboral que permita aspirar a mejores condiciones en el futuro. Yo mismo, hablando personalmente, ya hubiera querido tener esas condiciones cuando empecé a trabajar como aprendiz de mi profesión actual (no cobraba apenas nada y de derecho a indemnización por despido ¡ni hablemos!). Que no hay derecho a cobrar si se es despedido... ¿acaso alguien piensa que una empresa despide trabajadores poe el mero placer de despedir? O que, en el supuesto de que esté satisfecha con la labor de ese trabajador, precisamente, no será su intención deshacerse de él sino, todo lo contrario, retenerlo ofreciéndole unas mejores condiciones

Cándido Mendez dijo que esperaba que esta idea se sepultara bajo toneladas de piedra (no especificó si mediante una obra del costoso e inútil Plan E). Estos señores parecen tener un terror patológico a que cualquiera decida libremente si desea o no aceptar un contrato de trabajo (quizás, sus temores se deben a que, si cunde el ejemplo, puede que la gente termine percatándose de que la "labor" de los sindicatos es innecesaria y muchos de los actuales liberados tendrían que ponerse a trabajar, ¡qué horror!). No parecen entender o, en caso de que lo entiendan, su sectarismo ideológico les impide reconocerlo que son las altas indemnizaciones por despido previstas por nuestra legislación laboral las que dificultan a los jóvenes sin experiencia laboral conseguir su primer empleo. Seguramente, para los sindicatos, es preferible que un joven esté desempleado, tras terminar su formación, a que tenga la posibilidad de empezar su vida laboral aceptando una modalidad de contrato menos exigente que las existentes en épocas de crecimiento económico (lo que ellos llaman "contratos basura"). Pero esto no gusta a los sindicatos y con ellos hemos topado. Y no hay más que hablar.

Volviendo a Margaret Thatcher, ésta, una líder política con una valentía de las que ya no hay, tuvo que adoptar medidas enormemente impopulares pero necesarias para remontar la situación que se encontró, venciendo todos los pulsos que le plantearon los trade unions, entre ellos, la huelga minera de 1984-85. Los comienzos de su mandato fueron enormemente duros pero sus medidas consistentes en reformas sindicales, privatizaciones, desregulaciones y fuertes medidas anti-inflación, y un control del gasto público crearon, a finales de los años 80, mejores expectativas económicas para el Reino Unido de lo que habría parecido posible cuando llegó al cargo de Primera Ministra en 1979.

Al final de su mandato, en 1990, podía presumir, con bastante razón, de haber liberado a los trabajadores de la servidumbre a que los tenían sometidos las mafias sindicales en el país donde se inventó el sindicalismo, de haber convertido al Reino Unido en el único país del mundo donde hay más accionistas de grandes empresas que trabajadores sindicalizados y de haber reducido a la mitad los impuestos sin afectar las finanzas públicas.

¿Y quién asegura que eso no sería posible en España si no fuera por la escasa valentía de nuestros políticos?
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