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viernes, 21 de mayo de 2010

Primero controlar la frontera

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Libertad Digital, al ser un medio tan hetogéneo, suele dar la de cal y la de arena a la hora de seleccionar sus artículos de opinión. Ayer tocó la de cal.

El siguiente artículo de Newt Gingricht, ex presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, miembro del Partido Republicano y uno de los protagonistas de la "Revolución Conservadora" de 1994, publicado en el suplemento "Exteriores", está francamente bien.

Sólamente peca de un cierto buenismo a la hora de abordar la cuestión de la integración de inmigrantes en los Estados Unidos. Allí, los problemas son muy similares a los que tenemos en España y las soluciones igual de erradas. La integración, si no surge de motu propio desde los propios inmigrantes, no será posible de forma incentivada desde las instancias estatales. Será un sumidero de dinero inútil a costa del contribuyente. Y está claro que, aparte de hacer crecer demográficamente a los EEUU, la mayoría de inmigrantes no se sentirán identificados con la nación norteamericana.

No es "racismo", es realismo. Estados Unidos estaba mucho más cerca de ser una nación liberal, aunque en eso todavía esté por encima de Europa, cuando casi toda su población era de origen europeo y cristiana protestante. Los famosos, y denostados por las teorías multicultis, WASP ("Blanco, Anglo-Sajón y Protestante", White, Anglo-Saxon and Protestant), aún mayoritarios aunque cada vez menos, más aún con las cifras de inmigración ilegal que existen allí. Es una realidad, aunque, como es lógico, haya que valorar, también es cierto, el respeto de Estados Unidos hacia sus minorías étnicas y religiosas (nos sacan varios cuerpos de ventaja a los "progresistas" y "tolerantes" que somos los europeos en esta cuestión) y la derrota, en tiempos de Abraham Lincoln, de una institución tan odiosa e ignominiosa como la esclavitud.

Aquí es interesante puntualizar una cosa: no es un supuesto "racismo" o el liberalismo capitalista estadounidense el culpable de que negros o hispanos no prosperen, salvo excepciones, allí, sino un Estado del Bienestar que les ha acostumbrado a recibir subsidios y ayudas por el simple hecho de pertenecer a un colectivo de los denominados "minoritarios" sin necesidad de dar un palo al agua a cambio. En Miami, en alguno de los barrios menos recomendables, es un espectáculo dantesco ver a los negros en los porches de casas destartaladas, todo el día jugando a las cartas y bebiendo cerveza, mientras van medio tirando de los subsidios que cobran. En cambio, los cubanos sí prosperan, no esperan cruzados de brazos a que el Estado les subsidie y acoja en su regazo.

Estas malditas leyes de "discriminación positiva" y de "Estado del Bienestar" promulgadas, la mayoría de ellas, por los demócratas a partir de los 60, sobre todo desde la presidencia de Lyndon Johnson, unidas al nocivo actuar de personajes izquierdistas como Al Sharpton o Jesse Jackson o marxistas como MalmcomX han creado un caldo de cultivo y una cultura victimista de culpar a los blancos de todos los fracasos de los negros. Según leí hace algún tiempo, en algunas escuelas de los EEUU, muchos niños negros tienen miedo de hacerlo bien en la escuela porque podrían ser acusados por sus compañeros de su misma raza de "actuar como un blanco". Así difícilmente los negros llegarán a algún lado, bajo la tutela de la izquierda y de líderes racistas de este tipo.

Bueno, ahora también está el pastor favorito de Obama, Jeremiah Wright, un sujeto que alguna vez ha insinuado que Estados Unidos se mereció el 11-S o que el Gobierno daba drogas a los negros para mantenerlos esclavizados (puede dar gracias Obama a que John McCainn es un caballero y no sacó eso a la luz durante la campaña electoral, al igual que puede dar gracias de que Bush sea un caballero y no hable de los intentos de atentado terrorista que llevan ya los EEUU durante el nefasto mandato obamita… habría que ver si fuera al contrario).

Esta situación, precisamente, la han denunciado hasta la saciedad negros conservadores como Thomas Sowell o Walter Williams. ¿Quiénes son los negros más brillantes en EEUU? Los conservadores, los que han rechazado esta tutela izquierdista y el racismo de algunos demagogos violentos y marxistas negros. Los Colin Powell, los Condolezza Rice, etc…

Hay muchos condicionantes sobre el por qué no prosperan gentes de otras razas. Ninguno coinciden con lo que dicen los progres y los adalides de lo políticamente correcto, "discriminación" por parte de los blancos y "qué malos e injustos somos con ellos", pero no creo que el factor racial en el sentido de que de por sí sean menos capaces sea decisivo.

Y eso que pienso que, en efecto, la civilización occidental es superior a las otras pero, en esta superioridad, la clave ha sido ser una civilización cristiana. Y que hay mucho más racismo hacia los blancos que al contrario. Odiar a un blanco, como odiar a un negro o a un indio, también es racismo, pese a que el pensamiento Alicia y políticamente correcto no lo vea así. En Latinoamérica tenemos el ejemplo del traficante de drogas Evo Morales, Morales, un reputado racista que se dedica a expropiar tierras a sus opositores políticos para entregarlas a los indígenas, supuestamente, "por no cumplir la función social de la propiedad", siguiendo así la línea marcada por su mentor y amigo Hugo Chávez, otro indígena racista, solo que con más pasta y galones que el Hijo de la Pachamama.

Bueno, he tocado algunos temillas variados, pero lo fundamental es esclarecer, en relación a la nueva ley inmigratoria del estado de Arizona algunas cosas que sí deja claras Gringrich en el artículo. Aquí lo que ha ocurrido es una dejación de funciones por parte del Gobierno federal de EEUU en materia de inmigración ilegal que ha obligado a un estado como el de Arizona a actuar. Los legisladores de Arizona y sus habitantes, a quienes ahora tachan, poco menos, que de "nazis", simplemente, han querido proteger su frontera con México y cumplir con la ley federal estadounidense haciendo frente a la inmigración indocumentada. Ni más ni menos.

Obama pretende tapar su incompetencia mediante una campaña populista, apoyada por todos los medios progres que le secundan como palmeros. Arizonenses: aunque la mayoría seáis republicanos y waspis, castigadle aún más severamente a él y su partido en las próximas citas electorales.

Es incierto que la ley establezca la elaboración de perfiles raciales y el acoso de personas inocentes, como han difundido a modo de leyenda urbana el "New York Times" o la izquierda demócrata. Obama, simplemente, busca réditos electorales tomando como bandera el antiracismo como religión de Estado, atemorizando a parte de la opinión pública norteamericana agitando ese fantasma y fracturando aún más el país.

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Primero hay que controlar la frontera
Por Newt Gingrich
Suplemento Exteriores Libertad Digital
The Americano
Semanario Atlántico

"Primero hay que controlar la frontera" tiene que ser el grito de guerra de todos los ciudadanos cansados de los izquierdistas que intentan utilizar la herramienta del racismo para chantajearnos. Quieren que nuestras fronteras sean siempre inseguras y que amnistiemos a millones de ilegales.

"Primero hay que controlar la frontera" es la demanda legítima de los estadounidenses preocupados por su seguridad y la de la nación. El presidente, como Comandante en Jefe, tiene la obligación constitucional de asegurar la frontera. Sin embargo, en lugar de cumplir con su deber, ha bloqueado los limitados esfuerzos limitados de la Administración Bush deteniendo la construcción de la cerca virtual, a la espera –dicen los obamitas– de nuevos estudios sobre su efectividad.

El hecho de que Obama se niegue a cumplir con sus obligaciones en lo relacionado con la seguridad nacional, y de que, en vez de eso, esté tratando de atemorizar a la opinión pública y dividir el país representa una dejación de sus funciones y una traición al juramento que hizo cuando fue nombrado presidente.


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viernes, 26 de marzo de 2010

Bueno para los republicanos, malo para Estados Unidos


En relación a la reforma sanitaria obamita, aprobada el domingo por la Cámara de Representantes por tres votos más de los necesarios, hay que volver a insistir en una cosa: a la mayoría de españoles y a bastante gente del resto de Europa les deja anonadados que haya quienes se opongan a la iniciativa del presidente Barack Obama, pensando que los norteamericanos son mayoritariamente personas caracterizadas por ser unos egoístas insolidarios que no se preocupan por la suerte de sus conciudadanos enfermos, dejados a su suerte sin cobertura médica estatal. Lógicamente, casi todos esos egoístas serían ultra-conservadores neoliberales y neocon, republicanos, claro, fanáticos de un capitalismo salvaje, de un darwinismo social, que deja en la cuneta a los más débiles sin abochornarse por ello. Izquierda y derecha europeas, altamente socialistas, socializantes e intervencionistas, creen, seguramente que el porcentaje de estadounidenses no asegurados se mueren irremisiblemente tirados por las calles de las mugrientas ciudades useñas, auténticas cochineras, ante la mirada impasible de sus conciudadanos más afortunados. Estos últimos, unos verdaderos inhumanos. Si son capaces de invadir Irak y cometer un auténtico "genocidio", ¿cómo no van a hacer lo anterior?, pensarán.
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Obama, a imagen y semejanza de los progres y socialistas europeos de un signo u otro, tan empeñados en salvar a los norteamericanos del poco menos que “casi genocidio” del que habla
Michael Moore en su película (o, mejor dicho, prácticamente líbelo) "Sicko", parece haber asumido sus tesis sobre que el gasto público en sanidad es inexistente (a pesar de que se desconozca si Moore, cada vez que le entra un constipado, coge un avión directo a La Habana para ser atendido por la, tan apreciada por él, sanidad pública cubana), que el sistema norteamericano está viciado por el sistema capitalista, que hay 46 millones de americanos sin seguro médico y que sólo existe sanidad pública para los pobres (Medicaid) y mayores de 65 años (Medicare). Lo cierto, es que, incluso en la época del "malvado" Bush (quien no se caracterizó, precisamente, por sus desregulaciones), Estados Unidos dedicó a la sanidad aproximadamente el 16% del PIB, más que cualquier otro entre los países desarrollados. Los ciudadanos sin seguro representan apenas el 15,6% de una población de más 300 millones de habitantes. No tener seguro médico es muy distinto a no recibir asistencia sanitaria. ¿Acaso alguien piensa que la gente sin seguro no recibe atención médica y se la deja morir en plena calle?

La realidad de las cifras indica que, salvo que el intervencionismo extremo de "Papi Estado" lo estropee convirtiéndolo en una Europa "socialdemocratizada" al otro lado del Atlántico, Estados Unidos cuenta con la mejor infraestructura hospitalaria del mundo, los últimos adelantos terapéuticos y los más eficientes equipos de tecnología médica e innovación investigadora. Y todo ello, además, en manos de los mejores profesionales de la medicina y de investigadores reconocidos y premiados por su labor en las más altas esferas de la investigación médica.

Lo que siempre se omite al hablar del 15,6% de norteamericanos no cubiertos por un seguro médico es que no todos están en una situación en la cual no pueden permitírselo económicamente, sino que, la inmensa mayoría, por su juventud o por deseo expreso, no quieren pagar a una aseguradora, ni tampoco esperan que "Papi Estado" les pague el seguro. Es parte de la mentalidad norteamericana, totalmente opuesta a la socialdemócrata europea, la que Obama quiere imponer en Estados Unidos, aumentando aún más el gasto ya existente por parte del Gobierno y cargando a la ciudadanía con más impuestos todavía. El ciudadano cada vez más dependiente de "Papi Estado". Teniendo en cuenta, asimismo esta mentalidad tan arraigada entre los estadounidenses de desconfianza hacia la pretensión de imponerles un "Papi Estado", un Gran Gobierno, se explica bastante bien el rechazo que (sorprendentemente para una mentalidad europea socializante, por supuesto), hasta ahora, encontró desde el principio el plan Obama, en sus términos iniciales, no sólo entre los legisladores norteamericanos sino también entre buena parte del ciudadano medio. Los famosos y desgraciados "americanos sin seguro médico", por tanto, lo son casi todos por propia elección, y no por carencia de medios (lo cual sería inaceptable en una sociedad civilizada). Una cuestión interesante sería preguntarse por qué, si es tan deficiente la sanidad americana, la esperanza de vida es la misma, aproximadamente, que la de cualquier país europeo. O por qué, en Hong Kong, con un sistema sanitario totalmente privado, la esperanza de vida es incluso superior.

Seguramente, como muy bien ha
señalado en alguna ocasión Charles Krauthammer, el problema a resolver sería abaratar el precio de estos seguros. Una buena forma sería eliminando impuestos innecesarios y escondidos que se cargan a la cuenta de los ciudadanos a la hora de adquirir seguros médicos y que sólo logran aumentar los precios. Igualmente, pone el dedo en la yaga sobre dos factores más que incrementan considerablemente el precio de las pólizas de salud en Estados Unidos (y que constituye, aunque no lo cite, uno de las causas del derroche de dinero en la sanidad y del déficit público del que repetidamente ha hablado Obama). El primero, las cuantiosísimas indemnizaciones que el sistema legal establece para el supuesto de negligencias médicas. Es algo totalmente lógico que cuando un profesional de la medicina debe pagar decenas de miles de dólares al año en concepto de seguro de responsabilidad civil, estos deberán pasar elevadas minutas a las aseguradoras, quienes, a su vez, las repercutirán en forma de pólizas más caras para sus asegurados. El segundo, el ingente coste encubierto de la llamada "medicina defensiva", los exámenes y las pruebas que los médicos solicitan sin ningún otro motivo que protegerse de posibles demandas judiciales. Aquí podríamos encontrar, entre otras, una buena explicación a la cuestión de por qué, si el 60% de los americanos están cubiertos por un seguro privado, el 25% por un seguro estatal y el 15% no tiene cobertura, el gasto en sanidad asciende al 16% del PIB (aproximadamente el doble que España). Los médicos transfieren la mitad de sus ingresos, lo que significa que doblan sus honorarios, a los seguros que los resarcen en los casos de las frecuentemente abusivas condenas por errores, mientras que las pingües ganancias de las que los abogados se lucran, de hasta el 50% de las indemnizaciones, son en parte donadas por sus receptores al partido demócrata para que no reforme un tan universalmente denostado sistema, que muchos ciudadanos consideran la condición previa para empezar a hablar de cambios en las sanidad con visos de mejora.

¿Cuál es el motivo por el cual Obama jamás ha hecho una mención a esto al hablar del derroche económico en la sanidad que pretende corregir mediante la socialización? ¿Fenomenales donaciones a los demócratas desde importantísimos bufetes de abogados? Más bien yo me inclinaría por una estratosférica confianza en la ilimitada capacidad progre de vender el humo como realidad. Porque hay que reconocer que es muy meritorio hacer creer que se va a poder disfrutar de una sanidad universalizada, mucho más sólida, con muchos más medios y… ¡a un precio mucho menor! Posiblemente, lo próximo será vender que Irán detendrá su programa nuclear cuando Ahmadineyad reciba en los ojos su angelical mirada.

La no aprobación en verano del plan sanitario socialista de Obama no le ha supuesto un serio obstáculo para sus propósitos. El faro del progresismo mundial ha conseguido la aprobación de un plan no tan ambicioso como lo que pretendía hacer. De hecho, los demócratas no se aseguraron los votos necesarios para aprobar la reforma hasta que el líder de un grupo de media docena congresistas antiabortistas que se oponían a la medida, Bart Stupak, anunció a media tarde que había llegado a un acuerdo de última hora con la Casa Blanca y los líderes de su partido. Stupak reclamaba garantías de que la reforma no permitiría el uso de fondos federales para la práctica de abortos.

Ninguno de los 178 congresistas republicanos votó a favor de la medida. Más de treinta demócratas se sumaron a su "no". Doce estados se plantean demandar la inconstitucionalidad de esta reforma, incluidos Pensilvania y Michigan, reconocidos bastiones demócratas. No obstante, las dotes como prestidigitador del Obamamesías, últimamente un poco de capa caída, la verdad sea dicha, lo presentarán como el "gran reformador de la sanidad americana", haciendo que no se pierda ni un ápice de su mágia como referente progresista universal, depositario de todo el bien y la bondad.

La Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) señala en su último informe sobre esta materia que,
de cumplirse al pie de la letra el proyecto de Obama, la reforma sanitaria reducirá el déficit público en 143.000 millones de dólares entre 2010 y 2019. Sin embargo, la expansión pública de la cobertura médica tiene un coste de 940.000 millones de dólares, pero si se suman la extensión de las subvenciones a las recetas, el aumento de la financiación para los centros médicos comunitarios y las políticas de prevención, la factura total de la reforma ascenderá a 1,072 billones de dólares en la presente década. Según el CBO, el aumento del gasto público directo en sanidad (382.000 millones de dólares entre 2010 y 2019) se vería compensado por un incremento de los ingresos fiscales (más impuestos) de 525.000 millones. De este modo, la reforma permitirá al Gobierno reducir el déficit público en 143.000 millones hasta 2019. El problema consiste en que tales cálculos son meras previsiones basadas en promesas, cuyo cumplimiento dependerá en todo caso de la voluntad política. Así, si bien por el lado de los ingresos, Obama aumentará los impuestos a empresas (aseguradoras) y particulares (con rentas altas), además de obligar a todos los ciudadanos a contar con cobertura médica, por el lado del gasto todo dependerá de que los próximos gobiernos apliquen un ambicioso plan de austeridad, cuyo cumplimiento futuro nadie garantiza, como es lógico.

Obama no busca objetivos redentores ni salvíficos, sino ideológicos. Para él, como socialista, la posibilidad de ser libres para elegir, responsables para tomar nuestras propias decisiones y asumir nuestros errores, es algo odioso. Nuestra vida debe ser algo predeterminado por un planificador estatal. También buscaría ampliar la base social de su partido y comenzar a crear una base de ciudadanos dependientes, una clientela política.

La sanidad no es un derecho, como quieren hacernos ver estos estatistas, sino una necesidad que surge eventualmente. Alimentarse sí es una necesidad diaria y perentoria, y, sin embargo, nadie habla del "derecho a comer" o de que el Estado deba cubrir universalmente las necesidades alimenticias de toda la población. Hay mucha más gente, con la actual crisis económica, pasando hambre y debiendo vivir de la caridad ajena que desatendida en caso de enfermedad. El gasto en alimentos que debe asumir una persona a lo largo de su vida es muy superior a los médicos. Aunque la atención médica sea más costosa que la comida, su necesidad es más eventual. Y, no obstante, nadie exige que se socialice la comida ni que se creen comedores públicos para toda la población. Es más, a muchísimos, no precisamente ricos, no les gustaría que les estuvieran imponiendo día a día un menú concreto en esos imaginarios comedores públicos universales. ¿Qué decir de la vestimenta? Si no socializamos la ropa, ¿andaremos desnudos por la calle? Los verdaderos son derecho a la vida, propiedad, y libertad y buscar la felicidad. Tenemos derecho a trabajar, pero no a que nos den un empleo. Tenemos derecho a usar el dinero que obtengamos por ese trabajo en cubrir las necesidades que entendamos más urgentes. No tenemos derechos a que nos den algo porque digamos "yo no tengo dinero para pagarlo". Un médico sí tiene derecho a que le paguemos por su trabajo, igual que el dueño de la tienda de alimentación a que le paguemos por la comida que le compremos. Los derechos son derechos a hacer, no a recibir pasivamente cosas de otros. Ni a coaccionar a esos otros para que nos las den porque "yo no tengo dinero para pagarlo". Si otros me lo dan cuando yo esté en situación de necesidad será encomiable, pero voluntario (y en EEUU funciona muy comunmente este sentido de la solidaridad, existiendo una amplia red de caridad, tanto pública como privada).
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La sanidad pública no precisa su universalización, ni tampoco hay que defender su supresión. Lo que necesita son reformas. No es de recibo que, como ocurre en España, la sanidad pública financie cambios de sexo pero no cubra el dentista. O, como se pretende, los abortos y las píldoras del día después, mientras mucha gente se hacina en interminables listas de espera para una simple prueba. Y eso que, en España, hasta ahora, gracias a una cierta homogeneidad de la población (que estamos perdiendo), a que somos un país de 45 millones de habitantes y a que todos contribuimos en parte no ha funcionado mal del todo. Pero en un país de más de 300 millones de habitantes este expansionismo estatal es la ruina del propio Estado. No es una cuestión de "derecho" sino de competencia para cubrir una necesidad. No está mal que parte de nuestros impuestos se dediquen a financiar unos servicios sanitarios públicos que se oferten en concurrencia con los privados para aquellas personas sin recursos para acudir a estos últimos. Limitándose la posibilidad de acudir a los mismos en unos determinados niveles de renta. Este caso sí seria una obligación del Estado, el emplear un porcentaje del dinero que ponemos a su disposición en ofertar una serie de servicios sanitarios a quien necesite cubrir una serie de necesidades de este tipo y no pueda costearse uno privado de razonable calidad. Los impuestos a pagar por todos, para financiar este servicio público, serían muy inferiores a la carga fiscal que soportamos. Y los beneficiarios disfrutarían de un servicio público mucho más eficiente y totalmente alejado del torpe elefante burocrático que soportamos. Hay que reiterar que el enorme encarecimiento del servicio sanitario, público y privado, en EEUU tiene unas razones muy concretas, las expuestas párrafos más arriba.

Ahora bien, lo de Obama es un verdadero desastre. El plan obamita obliga a los estados y a la gente a contratar un seguro médico contra su voluntad. Este seguro está, en palabras de Alberto Acereda, "estipulado bajo las regulaciones federales de Washington y controlado por el Servicio de Impuestos Internos (IRS)... como si éste supiera algo de medicina". Estos obligados a contratar un seguro serán subsidiados para ello, suscribiendo un seguro de una calidad ínfima, peor, a buen seguro, que el Medicare y el Medicaid. Para financiar este seguro, aumento brutal de impuestos, más paro y la pérdida del seguro médico de calidad, que la mayoría de americanos tienen a través de su contrato de trabajo... pasando a estos mediocres seguros subsidiados cuando se vean en el desempleo. Y más impuestos para financiar estos nuevos seguros obligatorios que deban contratar los desempleados. ¿Es o no es todo un "genio" el Obamamesías? La reforma deteriorará la economía norteamericana con más impuestos y peores servicios médicos, socializando un asunto individual que nunca estuvo en manos del Gobierno. No puede ser más inconstitucional ni contraria a la libertad. La izquierda ha llegado a la Casa Blanca.

Malo para Estados Unidos, aunque beneficie a los republicanos, quienes deberán oponerse firmemente a esto. El primer paso debe ser noviembre y que los demócratas pierdan la mayoría en las dos cámaras. El segundo 2012 y las presidenciales, arrebatarles la Casa Blanca, recuperando los valores conservadores y renunciando a esa especie de nadar entre dos aguas pseudo-marianista que envolvió a McCainn en 2008. Obama no se lo puede poner más fácil.


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domingo, 21 de marzo de 2010

Entrevista con James Nava

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Tal y como adelanté hace varias semanas, hoy vamos a contar con una intervención de enorme interés, la de James Nava Rueda, asesor militar y de inteligencia en Estados Unidos (y, no obstante lo anterior, persona sumamente accesible), quien aceptó en su día responder a una serie de preguntas formuladas por mí, relacionadas con la política interior y exterior norteamericana.


Pregunta: En primer lugar, James, muchas gracias por aceptar esta entrevista. Es un placer para mí y espero que los lectores la encuentren interesante. Empezando con cuestiones relacionadas con la política interna norteamericana y mirando un poco hacia atrás, la presidencia de George W. Bush, con la cual soy crítico en algunos matices como el excesivo intervencionismo económico y el agrandamiento del tamaño del Estado, ya va quedando un poco lejos, pero no me puedo resistir a pedirte un balance general de sus ocho años.

Respuesta: Lo primero, gracias por la oportunidad de compartir este tiempo contigo y los lectores del blog.

Mi balance de su presidencia es, en general, positivo. Es evidente que hay aspectos como los que mencionas, y algunos otros, con los que también soy crítico, pero debemos tener en cuenta las circunstancias muy complicadas en las que se produjeron. La perspectiva del tiempo nos demuestra que esa excesiva intervención gubernamental, que efectivamente se produjo, fue limitada. La presidencia Obama nos está demostrando lo que es una intervención masiva y continuada, lejos de lo que era la intención de W.


Considero que la presidencia Bush tuvo buenos aciertos en algunos aspectos de la reorganización de la Seguridad Nacional, la Inteligencia, y la Defensa. Tal vez pudo haber gestionado mejor la crisis financiera, pero sus medidas evitaron males mayores, una debacle financiera, y posiblemente otra Gran Depresión. Sus reformas educativas también son destacables y el fortalecimiento de la industria militar y las Fuerzas Armadas muy sobresaliente. El precio mayor se pagó en imagen pública de Estados Unidos, que sufrió una fuerte erosión como consecuencia de medidas impopulares, la guerra, y la campaña brutal de descrédito de los medios en su contra. También fueron muy destacables y positivas sus políticas de reducción de impuestos, el Plan Colombia, la promoción de la reducción de tarifas y el libre comercio internacional, que se materializó en varios acuerdos, la ampliación de la cobertura sanitaria (algo poco divulgado, pero que es una realidad), la renovación del sector energético (con Bush se inició el camino hacia las renovales y más centrales nucleares seguras), algunas medidas de carácter medioambiental, como la creación de la mayor área marítima protegida del mundo, alrededor de las islas estadounidenses en el Pacífico, una zona de más de 500.000 Km2 de valiosísima vida natural, en donde encontramos la Fosa de las Marianas, acuerdos de protección de bosques de gran valor con países africanos, etc, etc. Hubo luces y sombras a lo largo de los ocho años, algo lógico, pero sus aciertos (que los tuvo y muchos) han sido obviados o tergiversados por unos medios mayoritariamente ignorantes y manipuladores a carta cabal, así como por críticos de distinto signo que se han subido al carro porque les beneficiaba de alguna manera.

P: Y, ¿sería comparable en importancia a la de Ronald Reagan, a pesar de haber una distancia de dos décadas entre las dos? Quiero decir, ¿se han defendido los valores liberal-conservadores en la misma medida que entonces? Yo, por mi parte, pienso que Reagan no hubo más que uno.

R: La presidencia de Reagan fue excepcional en muchos aspectos y, efectivamente, se defendieron muy bien los valores liberal-conservadores. Aunque no conviene exagerar las cosas, también incurrió en enormes déficits públicos, y no por eso se le considera que dejara sus convicciones al margen. Tanto en su caso, como en el de George W. Bush, se explica por determinadas circunstancias (la Guerra Fría y el 11/S). Lo importante es que ambos son conservadores genuinos.

Creo que ambas presidencias han sido muy importantes, en momentos decisivos de la historia, con decisiones que han afectado al país de forma profunda y duradera.

Algo que debemos tener en cuenta, y que la gente no suele ser consciente de ello, es que un presidente estadounidense, además de defender sus convicciones ideológicas, debe gobernar para todos y adaptarse a las circunstancias. Y debe hacerlo con sentido presidencial. Esto sólo se entiende perfectamente cuando ya estás en la Casa Blanca.

Con Ronald Reagan tuvimos además de un magnífico presidente con un encanto especial, un grandísimo comunicador con una gran capacidad intelectual y oratoria, y en eso sigue llevando ventaja a George W. Bush y a cualquier otro presidente de las últimas décadas.


P: Como liberal, entiendo que la misión del Estado es defender a sus ciudadanos de las agresiones de terceros contra su vida, su libertad y su propiedad. En este sentido, creo que, al menos, Bush sí cumplió con esto, manteniendo su país a salvo de nuevos atentados terroristas durante siete años. ¿Compartes esta opinión?

R: Sí, por supuesto. Diría aún más, que teniendo en cuenta que en sus años de presidencia ése era el objetivo principal, mantuvo a los Estados Unidos seguros y a salvo de los muchos ataques terroristas que se intentaron, y puso al país en la senda de la victoria en dos guerras muy complejas y en escenarios diferentes. Algo que no sucedía desde la Segunda Guerra Mundial. En ese sentido, y como un presidente en tiempos de guerra, Bush hizo un extraordinario trabajo en condiciones muy difíciles. La Historia lo demostrará y le concederá el lugar que le corresponde, como ya se está viendo.

P: Mucha gente en España considera que Bush era una especie de "vaquero que nos llevaba a la III Guerra Mundial" (esto es verídico). Estereotipos que existan en España sobre los EEUU aparte, ¿crees que hay motivos para pensar que el mundo es más seguro ahora con la Presidencia de Obama en Estados Unidos que durante la de Bush?

R: Para empezar, no hay nada de malo en ser un vaquero (cowboy), ese prejuicio hacia la cultura Western me parece de gente bastante ignorante e intolerante en el fondo. De gente que sólo usa clichés, tópicos, y prepotencia hacia esta cultura, que en realidad desconocen.

En cuanto a la III Guerra Mundial, si acaso son otros (yihadistas, iraníes, etc), los que ponen interés en conducir a ella. Le aseguro que Bush estaba, y está, muy a gusto en su rancho vaquero de Texas, disfrutando de la cultura Western sin necesidad de emprender guerras impopulares. Él sólo demostró enorme coraje poniéndose al frente de las contiendas y no desfalleciendo ni un solo día. Él sí fue el Comandante en Jefe que un soldado espera tener.

Había mucha manipulación y desinformación contra Bush, era popular estar en contra (también contra Reagan en su tiempo, si lo recuerda), pero era una postura profundamente demagógica, manipuladora, con tintes de prejuicio ideológico hacia el conservadurismo, y bastantes dosis de desinformación. La gente debería recordar que fue Al Qaeda quien declaró la guerra y Saddam Hussein un dictador sangriento que apoyaba el terrorismo internacional, quien incumplía las sanciones de la ONU y quien buscaba activamente el desarrollo de programas de armas de destrucción masiva.

Bush hizo el mundo más seguro quitando a los Talibán y a Saddam del poder.

Desde luego yo no diría que el mundo es más seguro ahora con Obama que con Bush. De hecho, bastantes riesgos en diferentes teatros de operaciones se han acentuado.

P: En relación a lo anterior, tú, que eres de origen español, ¿ves un poco sesgada o tergiversada la imagen que se tiene de los republicanos en España? Porque aquí, incluso dentro del PP, sólo José María Aznar y Esperanza Aguirre han mostrado claramente sus simpatías por la derecha estadounidense.

R: Un poco no, la verdad, muchísimo. Ha sido tal la campaña de desinformación y propaganda desde la izquierda socialista durante años, que mucha gente tiene una idea completamente equivocada o sesgada del liberal-conservadurismo y de los Republicanos. Incluso son muchos los que lo son sin saberlo o los que ignoran los logros obtenidos históricamente por esta corriente ideológica.

En mi opinión, una gran mayoría de los conservadores españoles (PP, CDS…) no han sabido defender y explicar este pensamiento con eficacia. Como dirían en España, se han dejado comer la merienda por los socialistas. Y, como sucede en el fútbol (que tanto adoran allí), los fallos se pagan caros. En este caso, en derrotas electorales.


P: Y, pasando ya a la presidencia de Obama, ¿qué opinión te merece este primer año? ¿Está justificada la caída de popularidad que ha sufrido en sólo 12 meses? ¿Ha influido en esto su plan de reforma sanitaria?

R: Ha sido un año muy intenso, con un balance muy irregular, con muchas equivocaciones, algunos aciertos, y marcado por una reforma sanitaria que era objetivo prioritario de Obama, pero que ha chocado contra los deseos de gran parte de la población y le ha pasado factura política con un desgaste brutal y una caída de popularidad enorme. Pero sobre todo diría que ha influido en esto las excesivas medidas intervencionistas del gobierno en materia económica, que no gustan nada en Estados Unidos.


P: ¿Se podría considerar apaciguadora la postura de Obama hacia aquellas amenazas no sólo para los Estados Unidos sino para la libertad en el mundo?

R:
En algunos casos, como Irán, Venezuela, o Corea el Norte, ha sido claramente apaciguadora, y con efectos peligrosos. Ahora estamos viendo un cambio de política, pero no lo suficientemente rápido ni contundente. Desde luego tampoco es una postura que haga frente con valentía a los Chávez y otros elementos pintorescos que pueblan el planeta, y que dan cuenta de la enorme biodiversidad que tenemos (esto dicho con ironía, como podrá comprender).

P: ¿Es posible ganar la guerra contra el terrorismo en Afganistán? ¿Hasta qué punto ves cerca a Irak de recuperar la normalidad?

R: Sí, por supuesto que es posible. De hecho se derrotó a los Talibán y se expulsó a Al Qaeda de sus bases; se ha ganado al terrorismo en amplias zonas del país y por largos períodos de tiempo. Queda exterminar todo reducto de terrorismo o resistencia Talibán y estabilizar el país. Tareas nada fáciles, pero que son perfectamente posibles si hay compromiso y voluntad.

En el caso de Iraq, veo cada vez más cerca que recupere la normalidad, aunque aún llevará tiempo y veremos ataques terroristas aislados. Todo proceso como el que hay allí en marcha lleva años, pero están en el buen camino, como hemos comprobado recientemente con las elecciones democráticas que han tenido lugar. Algo impensable antes de la intervención militar norteamericana y que, mire usted por dónde, reivindican con enorme fuerza a George W. Bush, ese cowboy tejano cabezota que un día se empeñó en que hubiera democracia en Iraq. Un éxito histórico.

P: ¿Se está haciendo lo correcto frente al desafío nuclear iraní?

R: Se está haciendo lo que se puede en un contexto lleno de riesgos potenciales; algunas cosas son correctas, como el apoyo a los demócratas iraníes, pero considero que habría que endurecer la postura norteamericana y tomar más decisiones valientes en este tema. Millones de iraníes esperan de Estados Unidos que defienda la libertad más activamente. Tampoco podemos esperar mucho más a que el régimen iraní culmine su rearme nuclear antes de actuar.

P: Una cuestión sobre la cual quería preguntarte afecta directamente a España: el cierre de Guantánamo. Aquí vamos a tener a cinco presos contra los que, al pasar a ser prisioneros de guerra a presos comunes, no hay cargos por terrorismo al no haber sido capturados mientras preparaban o cometían atentados. El primero, en concreto, Walid Ibrahim Abu Hijazi ya ha llegado y es alguien de quien se sabe que ha recibido entrenamiento yihadista. Tanto él como los otros me inquietan profundamente. ¿Es un sentimiento compartido por ti?

R: Completamente. Allá cada cual con quién lleva a su casa o país, pero hay elementos que están mejor en Guantánamo, al menos mientras no haya otra prisión de alta seguridad disponible. No comparto los politiqueos de Zapatero con Obama para congraciarse con él y la Administración Demócrata. No comparto que presos de Guantánamo vayan a España, se me ocurren mejores sitios a los que enviarles. Y no comparto nada de lo que tenga que ver con ese incompetente de Zapatero, incapaz de sacar a España de la crisis como es su obligación como presidente.

P: Me consta que no compartes la doctrina de Obama sobre el nuevo carácter de los presos de Guantánamo, es decir, presos comunes que deben ser juzgados por tribunales civiles, ¿por qué motivo?

R: Es simple, porque son “combatientes enemigos”, en todo caso prisioneros de guerra, pero no delincuentes comunes. Nunca he visto a un delincuente común que se entrene para matar, que se fanatice en el estudio del Islam hasta el punto de justificar el terrorismo, o que sea un riesgo evidente para la seguridad nacional. Estamos en una guerra, no confundamos los términos y tratemos a los combatientes como otra cosa. No creo que los derechos constitucionales estadounidenses deban otorgar ventajas no razonables a los terroristas.

No obstante, en este tema debo puntualizar que la postura del presidente Obama podría cambiar en las próximas semanas y permitir finalmente los juicios en cortes militares a los principales acusados de terrorismo, como preveía la Administración Bush. Soy de los que prefiere convencer al presidente de la necesidad de replantearse ciertas decisiones antes que criticar a tumba abierta y no conseguir nada. Convencer es mejor que limitarse a criticar. Así que confío que Obama escuche a los asesores que estamos pidiendo llevar los juicios a la justicia militar.


P: Hablando un poco sobre cuestiones internas, ¿qué perspectivas se abren en noviembre para los republicanos, tras los últimos resultados electorales?

R: Muy buenas, el sistema norteamericano tiende al equilibrio bipartito, y creo que tras este año y tres meses de Administración Obama, veremos un resurgir importante de los Republicanos y de las políticas conservadoras. Ya lo estamos viendo.

P: Es un poco pronto para hacer apuestas sobre posibles candidatos a la presidencia pero ¿ves especialmente bien colocado a alguien dentro del Partido Republicano? ¿Hay serias esperanzas de que los republicanos recuperen la Casa Blanca en 2012?

R: Hay esperanzas fundadas, sobre todo si el presidente Obama no corrige sus políticas más extremas ni hace cambios sustanciales. O si la economía sigue en crisis. Hay varios candidatos con grandes posibilidades: Mitt Romney, John Thune, Sarah Palin, Mitch Daniels, Jon Huntsman, Rick Perry, Jeb Bush…Ellos estarán ahí, en la carrera.

Pero aún queda mucho tiempo hasta 2012 y con seguridad se van a perfilar nuevos líderes que ahora no conoce apenas la gente, al menos de forma masiva, pero que se convertirán en front-runners en la carrera electoral. Pero permítame que no le desvele sus nombres, eso podría quemarlos antes de tiempo.


P: Recientemente he escuchado a Alberto Acereda decir, en una entrevista radiofónica, que Sarah Palin es "una amenaza existencial para la izquierda norteamericana y para el propio Obama". ¿Hasta qué punto es así? ¿La ves como una posible candidata en un futuro?

R: Es una amenaza real porque defiende convicciones de forma firme, sincera, y conecta con la ciudadanía. Como presidenta, Palin impulsaría una agenda netamente conservadora que mandaría a la izquierda a hibernar por un largo período de tiempo. A Sarah la veo en la pelea porque ella tiene un valor tremendo y un potencial de crecimiento político enorme. Ser candidata son palabras mayores y eso hay que ganárselo, la lucha será complicada, pero podría serlo perfectamente si hace una buena campaña. Considero que Palin sorprendería a todos, a admiradores y detractores acérrimos. Sería una magnífica presidenta. Pero no podemos limitarnos a un nombre y un candidato, el Partido Republicano es grande y hay otros buenos valores que podrían alcanzar la presidencia y dar al país lo que necesita. Para saber quién es ese candidato ideal (o candidata) necesitamos esa carrera electoral en 2012, porque es ahí donde se demuestra la valía, el proyecto, las propuestas…Todo lo que hay que demostrar para ser presidente de Estados Unidos.

P: Una pequeña cuestión. Creo que, como yo, eres partidario del derecho de autodefensa, de la libertad de armas, ¿estoy en lo cierto?

R: Sí, lo soy, es uno de los derechos más genuinos de los norteamericanos, uno de los que mejor defiende la plena libertad del ser humano. Un ciudadano armado es garantía de libertad y la libertad de armas de una autodefensa eficaz y una sociedad que puede defenderse a sí misma.

P: Y, ¿en relación a la hipotética legalización de las drogas? ¿Todas, alguna o ninguna?

R: De entrada, y como convicción personal, ninguna. Pero en las sociedades actuales creo que se podría contemplar el uso restringido y médico de algunas de ellas.


P: Cambiando un poco y para acabar hablando un poco de tu última novela, "Lobo Gris" (reconociendo que no ha leído todavía ninguna), ¿cómo nos la recomendarías?, ¿qué encontraremos en ella?

R: Lo primero, te recomendaría que la leyeras porque te va a sorprender por todas partes y va a hacer que recuperes el gusto por leer. Es una novela que combina tantos elementos, como el thriller de acción, la aventura, el ecologismo, la política, el romance, o el misterio, que será difícil que no encuentres algo que no te guste o te motive para continuar leyendo.

El lector se va a encontrar con una novela que podrá leer hoy y también dentro de un año o diez, una novela bien trabajada y documentada, escrita con pasión y con mensajes interesantes para el lector.

P: ¿Es necesario conocer un poco los entresijos de la política y la inteligencia estadounidenses o eso no es obstáculo para pasar buenos ratos con la novela?

R: No es necesario, se puede aprender mucho leyendo y pasar muy buenos ratos. Muchos lectores me comentan que la han leído dos veces o más, así que en ese sentido debe gustar.

P: ¿Por qué el título? ¿Por qué "Lobo Gris"?

R: El argumento nos acerca al mundo de los lobos grises en las Montañas Rocosas, ellos son los protagonistas del espíritu de la novela. En concreto, uno de los lobos se alza como figura principal. También refleja el espíritu del agente de la CIA, ese lobo gris que lleva en su personalidad.

P: ¿Nos harías alguna recomendación sobre otros libros acerca de temas militares y de inteligencia norteamericana?

R: Cualquier título de autores estadounidenses nos va a aportar opiniones interesantes, datos, información, etc. Mi consejo es que lean libros desde todas las perspectivas ideológicas, de manera que cada uno se haga una idea propia, aprendiendo a pensar por sí mismos.

Le recomendaría los manuales e informes de la CIA y de la DIA, por interesantes, pero no va a tener acceso a ellos, así que olvide el tema.

P: Una pequeña curiosidad, ¿has leído alguna novela de Tom Clancy? Yo las veo, quizás, un poco fantasiosas, aunque es cierto que al final de "Deuda de Honor" casi pronosticó el 11-S.

R: Sí, he leído bastantes. Creo que se toma abundantes licencias literarias, pero no son tan fantasiosas. La mayoría son muy realistas. Su dominio de la tecnología y la estrategia militar son incuestionables. Aparte de eso, una novela ante todo debe entretener al lector. Eso, Tom Clancy, lo consigue.

P: ¿Algún nuevo libro en mente?

R: Sí, un par de novelas en preparación para ser publicadas, un ensayo que saldrá posiblemente en Estados Unidos, y otra novela en la que ya estoy trabajando.

Para finalizar, muchas gracias por dedicar parte de tu tiempo a esta entrevista, ha sido un placer y espero que los lectores la disfruten.

Gracias por esta oportunidad de compartir con los lectores algunas de mis ideas y proyectos. También ha sido un placer para mí.

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Pues sí, efectivamente, no hay nada malo en ser un vaquero. Esta muy bien, si se viaja a los EEUU, visitar Nueva York o Los Ángeles, pero tampoco está de más pasarse por estados como Tejas o Arizona para hacernos una idea de lo que es este país. Allí encontraremos una idiosincrasia bastante cercana a los principios sobre los que se fundaron los USA, amantes de la libertad, convencidos del valor de la responsabilidad individual, recelosos y vigilantes hacia las tentaciones expansionistas del Gran Gobierno.


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martes, 19 de enero de 2010

La anomalía fue lo de 2008


Es algo que, evidentemente, no tiene apenas eco informativo aquí, pero, este martes, Barack Obama se enfrenta a una nueva prueba de fuego, de la que está por ver si sale airoso. Se celebran elecciones en el estado norteamericano de Massachussetts para elegir el sucesor del senador demócrata Ted Kennedy (hermano de JFK, recordemos), fallecido en agosto del año pasado, a consecuencia de un tumor cerebral maligno, y quien había ocupado el cargo de senador por este estado desde 1962.

Massachussets puede considerarse el estado progre por excelencia, con un control que dura décadas por parte de los demócratas. En las presidenciales de 2008 Obama obtuvo 1.891.083 votos populares frente a los 1.104.284 que consiguió McCainn, aunque las tornas parece que pueden cambiar en esta ocasión en favor del Partido Republicano.

Tras el resultado de las elecciones estatales y locales de Virginia y Nueva Jersey, celebradas a principios de noviembre, y el jarro de agua fría que supusieron para la izquierda norteamericana en general y para el Partido Demócrata en particular, y con la popularidad de Obama hundida en el 47%, frente al 68% de justo hace un año, el faro mundial del progresismo puede quedar aún más bajo mínimos y ser la constatación de que la refundación de Estados Unidos bajo postulados socialistas (previa redención, a ojos de los progres, de los, hasta entonces, malvados e imperialistas yankis), que algunos quisieron ver en noviembre de 2008, no ha sido tal. Entre otras cosas, el republicano Scott Brown se ha comprometido a votar contra el plan de socialización de salud promovido por Obama, de ahí la importancia crucial de lo que ocurra en este estado, puesto que los demócratas perderían la mayoría de 60 votos en el Senado. Los conservadores norteamericanos no están muertos, en absoluto, y, sin hacer grandes méritos, bien es verdad, sí están sabiendo aprovechar las torpezas y el sectarismo de Obama. Gracias, en buena medida, a que Estados Unidos es liberal-conservador, pese a que gran parte de los votantes se decantasen por él frente al insípido John McCainn, desencantados con Bush, hartos de la guerra en Irak y Afganistán y en medio de una grave recesión económica.

Para experimentos socialistas, y sus nefastas consecuencias, Europa, no Estados Unidos, parece entender el pueblo americano. Obama no es un centrista como Bill Clinton, sino alguien con una agenda política radical y una disposición firme a llevarla a cabo para transformar la sociedad americana según el patrón clásico del socialismo. Pero hete aquí que los americanos están oponiendo una resistencia que el socialismo no se está encontrando en otros sitios, prueba de ello son las multitudinarias manifestaciones populares, calificadas peyorativamente por los medios de comunicación progres de aquí y de allí como algaradas minoritarias organizadas por ultraconservadores, frente a sus medidas tendentes a instaurar el Gran Gobierno en Estados Unidos.

La anomalía, lo de 2008.


Obama, palpable decepción. Por Aníbal Romero
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Elección en Massachussets, desastre en potencia para Obama. MSN Latino Noticias
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Cálculos electorales para 2010. Por Alberto Acereda
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