Uno de los principales males que aquejan a las democracias
es el control perverso de los medios de comunicación por parte de los partidos
políticos, sobre todo de aquellos que gobiernan una nación o una parte de su
territorio.
El
control de los medios de comunicación, no sólo pretende reducir las críticas al
gobierno de turno, sino que va más allá: Ejercer la ingeniería social.
Al
igual que en los regímenes totalitarios, en las democracias débiles ese control
de los medios de comunicación pretende
modificar la sociedad. El veneno del despotismo se suministra a través de miles
de horas de programación cuyo fin es alienar, manipular, adoctrinar y alterar
las mentes de los ciudadanos, sus escalas de valores y principios morales. El
objetivo es construir una sociedad de ciudadanos acríticos, apesebrados, mansos
y amantes de “Papá Estado”.
Si
Montesquieu tuviera que formular hoy la teoría de la separación de poderes,
además de los tres poderes clásicos, hubiera tenido en cuenta un cuarto:
Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Mediático. La realidad es que en el siglo
XXI el poder de los medios de comunicación constituye un pilar fundamental de
acceso al poder político y de control mental de la ciudadanía.
Recuerdo las palabras de Rosa Regàs,
la que fue directora de la Biblioteca Nacional de España. Me refiero a
esa escritora que representa perfectamente el prototipo de intelectual socialista que sólo excreta iniquidad y sectarismo. Esta mujer entendía el periodismo como una máquina para alimentar a
las masas, hambrientas de guía, desconcertadas, indefensas ante la presencia de
otras formas de entender la vida que no fuera el pseudoprogresismo liberticida.
Para tipas como Rosa Regás su ideología sectaria, rancia y casposa lo
es todo y por eso hay que, por cojones o por ovarios, metérsela en la cabeza a todo ser humano, ya sea a través del cine, los medios de comunicación o en
las aulas. Todos deben ser conformados
y moldeados al servicio del sueño socialista; más bien, pesadilla, diría yo.
Liberticidas como Rosa Regás anhelan un modelo de sociedad en que se adoctrina y alimenta al
"pueblo" a base de consignas, basadas en la irreflexión, la falta de
raciocinio, el odio y la envidia. Se
trata de afianzar la representación paternalista, intervencionista y
colectivista que tiene la pseudoprogresía de la sociedad. Todo lo contrario a
lo que los liberales entendemos como
sociedad, es decir, esa compleja y amplia red de relaciones interpersonales
creada por individuos libres, interdependientes, solidarios, soberanos, emprendedores, responsables, dueños de su
vida y de su destino.
Todos sabemos que la televisión y la radio siempre han
tenido una gran importancia en el esquema propagandístico de los socialistas; y
en menor medida la prensa escrita, puesto que sus lanares seguidores suelen
tener poca afición a la lectura. Un esquema propagandístico en el que más que
ideas lo que se transmiten son emociones y prejuicios adquiridos. “La gente
vota sentimientos conocidos y arraigados, no argumentos" como claramente
afirmó en su blog, el socialista español Jordi Sevilla.
Os invito
a que visionéis el video siguiente,
titulado ”Socialismo: la máquina de
crear pobres” . Fijaos en Chávez, de
cómo afirmaba, para engatusar a los ciudadanos venezolanos, que iba a respetar
la pluralidad de medios de comunicación;
sin embargo ha cerrado televisiones privadas y revocado licencias de
centenares de emisoras de radio; en todos los casos, por mostrar
discrepancias con su sueño de dictadura comunista venezolana.
Para Hugo Chávez no
fue suficiente obligar a todas las emisoras de radio y televisión de Venezuela
a transmitir en cadena nacional, durante miles de horas, sus inacabables y
tediosos discursos, sus zafiedades y malos chascarrillos. Tampoco ha sido
suficiente poseer un ingente número de canales de propaganda oficial: VTV,
Vive, ANTV, TVES y Telesur, centenares de periódicos, decenas de televisiones y
centenares de estaciones de radio.
Todo eso no fue
suficiente, incluso su idea era meter preso a todo aquel que se atreviera a
informar u opinar algo que le desagradara. A Chávez, como buen socialista, le ha fascinado siempre la figura de
"delito mediático" con la finalidad de "regular la libertad de
expresión", metiendo entre rejas a todo periodista díscolo, los cuales ya
estaban sometidos a las permanentes amenazas y extorsiones del Estado así como
de los violentos grupúsculos pseudobolivarianos.
A los liberticidas como Hugo Chávez, el de
Venezuela; o como Manuel Chávez, el de Andalucía (España), nunca les ha interesado que la ciudadanía se
informe de los mangoneos políticos, del aparatoso descalabro de su gestión
económica, del incremento del desempleo, de la escasez de artículos de primera
necesidad. Los tipos como Chávez/Chaves
intentan crear nuevos súbditos, destruyendo su legítimo derecho a conocer
lo que está sucediendo en su tierra y la forma en que el socialismo del siglo
XXI está destruyendo su futuro.
La diferencia entre el régimen del Chaves andaluz, hoy
continuado por su pupilo Griñán con la compañía de los comunistas de
Marinaleda; y el de Chávez venezolano,
es sólo de grado. En lo sustancial comparten de forma rotunda el mismo fin.
Otro liberticida, el que
fue consejero socialista en Andalucía, Enrique Linde; afirmó lo siguiente, con
respecto al reparto de licencias de radio: “Tampoco veo tan mal que diez
emisoras se hayan dado a personas que tienen un planteamiento ideológico de
izquierdas, por ejemplo…Por el espectro sociológico de Andalucía parece que la
medida se hubiera quedado corta, porque realmente personas que estén próximas a
la órbita de lo que representa el Partido Socialista parece que
proporcionalmente hay mucha más” (
Diario de Sesiones, Parlamento de Andalucía, 18 de diciembre de 1985, página
5323). O sea, a más votos más emisoras, confundiendo la mayoría política, que
en una democracia sana es siempre efímera y respetuosa con las reglas del
juego, con una mayoría de poder que modifica a su antojo dichas reglas para
apuntalar un poder exclusivo y vitalicio en el seno mismo de las estructuras
democráticas.
Está claro que en toda verdadera democracia, en la que rige la separación de
poderes y el Estado de Derecho, la existencia de medios de comunicación
críticos con el gobierno se considera una expresión de pluralismo y todos los
poderes públicos deben velar por preservar ese pluralismo en beneficio de todo el
sistema. Parece que en una parte de España, denominada Andalucía y que pretende
convertirse en la “Cuba revolucionaria europea”, les incomoda sobremanera que algo así suceda. He aquí la
prueba:
Volviendo
a Montesquieu. El mayor peligro para la
Libertad es la concentración absoluta del poder en forma de despóticas
monarquías absolutas o de regímenes totalitarios, por eso es tan necesaria la
separación de los poderes del Estado. Sin la separación de poderes no es posible sistema democrático alguno.
Actualmente
la separación de poderes entre el legislativo, judicial y ejecutivo no es
suficiente para garantizar el
equilibrio entre poderes y su consiguiente garantía de los derechos del
individuo. Un nuevo poder, el de los
medios de comunicación, está adulterando el espíritu democrático hasta
reducirlo a una mueca formal, incapaz de mejorar la libertad y la igualdad de
los ciudadanos ante la ley.
Hoy
ninguna fuerza política puede ostentar el poder o ganar unas elecciones, aunque
las encuestas estén en contra como ha sucedido en Andalucía (España), sin el patrocinio de los medios de
comunicación. Más allá de la bondad o maldad del mensaje político, sólo existe
lo que sale en la televisión o se escucha en la radio. Controlar la maquinaria
mediática es fundamental. Dominar los medios de comunicación para la casta
política es tan vital, como el control del armamento en un conflicto bélico.
A continuación, os dejo
unos vídeos que realicé hace tiempo,
anunciando que la Libertad de Expresión tenía los días contados en
España.
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