viernes, 7 de enero de 2011

A vueltas con Cascos

Es difícil analizar lo que ha sucedido en el PP de Asturias.

A muchos militantes populares de aquella región de España les sonaba a música celestial que se presentara Cascos a las elecciones regionales encabezando las listas del PP.

Hablando con militantes asturianos te das cuenta que allí la política apesta, quizás algo más que en el resto de España. Cada partido tiene allí su porción de poder y son continuos los tejemanejes y contubernios entre PP y PSOE.

De hecho el PP de Asturias actual nunca soñó con ganar las elecciones, ni siquiera lo pretendió alguna vez. Acomodados todos, con su cargo, su sueldo y su escasa responsabilidad, los altos dirigentes del PP asturiano son como Pedro Munitis en su paso por el Real Madrid: 500 millones de pesetas anuales por estar sentado en el cómodo banquillo marca Sparco del Santiago Bernabeu. Cobrar por ver, oír y callar.

Pero llegó Cascos, ese temido político mano derecha de Aznar con cara de perro de presa y al que jamás se le ha visto sonreír. Llegó amenazando tormenta, como una galerna cantábrica y los pijines de Oviedo y los de Gijón temieron por su chiringuito y como hacen los mediocres y los estúpidos, se pusieron a insultar al histórico dirigente popular.

Sexagenario era el más flojo de los calificativos, llegando incluso a calificar a Cascos de terrorista callejero. Claro está, Cascos denunció a la jerarquía nacional del PP estos insultos recibiendo la callada por respuesta.

Mariano Rajoy, en su línea de vileza y en su eterno caminar de perfil sin posicionarse jamás a las claras con unos u otros, prometió a Cascos un congreso extraordinario para designar candidato, pero al final todos sabemos lo que pasó: puñalada trapera y a otra cosa mariposa.

La reacción de Cascos es la esperada de una persona temperamental como él. Si se me traiciona, me marcho del partido y además voy a ir a por vosotros.

Está claro que Cascos es un político que no cabe en el nuevo PP de tibios y amanerados. No le quedan bien los trajes, no habla bajito como Pons, ni parece una presentadora de telediario como Cospedal, ni siquiera es un perdedor nato como Javier Arenas.

Cascos ha hecho lo único que puede hacer una persona con dignidad y principios cuando se le traiciona: seguir los pasos de Ortega Lara, de Pizarro o de María San Gil.

Es difícil de analizar, como decía al inicio, que puede pasar por la cabeza de un líder como Rajoy, con encuestas en la mano que dan como favorito a Cascos en las elecciones y a su PP una histórica mayoría absoluta, para desahuciar de esa manera al que puede darte la victoria electoral. Mariano se ha hecho el harakiri político y es consciente de ello. Es torpe hasta la saciedad y muchos militantes del PP estamos hartos de su dedazo y de su indolencia.

n sin la maquinaria del PP y su marca, las encuestas de El Mundo siguen dando como vencedor a Cascos y a una hipotética formación liderada por él, mientras que al PP de una desconocida Pérez Espinosa le vaticinan un descalabro apoteósico.

Pienso que es la hora de copiar lo único bueno que tiene el PSOE: el proceso de primarias.

Si en Asturias se hubieran celebrado elecciones internas, igual hubiera ganado Cascos, igual no. En el caso de ganar, sería el cabeza de lista para las elecciones regionales, en caso de perder, carecería de autoridad moral para marcharse del PP dando un portazo como ha hecho.

Una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo. No se puede presumir de democracia si de puertas para adentro, en tu propia casa, sigue vigente el ordena y mando.

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