miércoles, 21 de julio de 2010

La superviviente del infierno

Yo ascendí de los infiernos. Mi nombre está grabado con fuego. Soy temible, nadie me quiere ver. Ni siquiera quieren escuchar mi nombre. Soy hija del Diablo, de Satanás. Me odian. Pero a la vez me quieren. Es increíble ver cuánta gente quiere verme envuelta en sus entuertos...

Sobreviví a lo largo de la Historia de la Humanidad. Soy eterna. Eso se debe a que hice un firme pacto con el diablo. Le vendí mi alma a cambio de estar presente por los siglos de los siglos en este impío mundo. Hasta que el Sol aguante.

Una eternidad da para mucho. Eso sólo lo sé yo. Soy una privilegiada al poder estar presente en muchos de los grandes acontecimientos de la Historia. Algunas veces mi presencia estuvo justificada, según muchos. En otras ocasiones, aparecí sin que mucha gente me reclamara. Pero yo estaba ahí. A veces sigilosa, pero otras sonando con un estruendo estrambótico.

Gracias a ésto tengo muchas imágenes en la cabeza. Pero todas tenebrosas. Lo peor es que no puedo quitármelas, y poco a poco vienen más... Nunca cesan. La Historia es cíclica. De cada cierto tiempo se repite, y en muchos casos, simultáneamente. Como en la actualidad. Muchas veces intento mirar hacia atrás amparándome en el famoso dicho de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, pero yo en el pasado solo encuentro tinieblas y oscuridad. A pesar de que no hay mucha más luz en la actualidad.

Para mí el siglo mas duro fue el siglo XX. Tuve que estar presente en algunos acontecimientos que constituyen lo más detestable que ha dado de sí el ser humano. Yo estuve durante el asedio de Berlín. Vi el Holocausto judío con mis propios ojos. Viví toda una experiencia inolvidable... para mal. Y de todo ello me culparon a mí. Sobre mi recayó la responsabilidad de que tanta gente que no había cometido ningún delito acabara en un horno.

Pero no fue así. Yo vine para intentar arreglar eso. Al final se consiguió. Lo que no voy a negar es que no pude evitar la muerte de inocentes, la sangría humana, la carnicería que se desató. No pude en el pasado, no puedo ahora, ni podré en el futuro. Eso no depende exclusivamente de mí.

Viví la Revolución Bolchevique en primera instancia. De esta manera presencié cómo el mundo todavía no sabía que le esperaba otra sangría incluso más multitudinaria que la anterior. Y todo en un corto lapso de tiempo. El siglo XX dio todo el mal que puede perpetrar el hombre. A pesar de todo, también salió lo bueno.

No me olvidaré de la Guerra Civil española. Qué cruel es presenciar cómo gente de la misma tierra se acrivilla entre sí. Fue un conflicto cargado de odio por todas las partes. No puedo dejar de sentirme culpable. Y así con tantas y tantas cosas...

Ahora, puedes verme día a día en las televisiones. Estoy cansada. Quiero parar de una vez. Necesito un descanso, pero nadie me lo da. La Historia es cíclica, dicen. Me han requerido y requieren en puntos periféricos, globales... En casi todos los lados. Y no me queda otra que acudir a esa llamada. Pero me canso. Aunque sea eterna, yo también envejezco. Ya me siento anticuada, pinto poco en la modernidad.

Soy hija del Diablo. Soy amiga de la muerte. Solamente exijo respeto. Quiero irme de este mundo con solamente una voluntad: irme de este mundo. El día que el mundo no me necesite, significará que los individuos son completamente libres. Que las personas no necesitan que una panda de ineptos gobernantes intervengan en sus vidas y decidan por ellos. Desafortunadamente, ahora es una utopía.

Te veo más tarde. Tengo que volver a mi trabajo.

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