jueves, 6 de octubre de 2011

Libertad de Expresión

              Ayer, en una conversación con un colega referente a este tema, surgieron las diferencias de pensamiento entre ambos. Lo que para él era algo normal, para mí era algo impropio. Tal vez al ser una conversación de facebook no me expresé con la claridad suficiente como para posicionar mi punto de vista de forma concreta, así que ahora aprovecho el blog para explayarme un poco más en este asunto.

              Sé que mi opinión al respecto va a levantar ampollas, y que posiblemente no gustará a casi nadie, pero aún así me gustaría dejar constancia de ella y de las razones de porqué pienso así. No voy a callarme para agradar a quién piense diferente, no soy tan “político”(entendiendo esta palabra como un sinónimo de cínico o hipócrita) como para ello, y prefiero que los demás renieguen de mí o de mi opinión, a ser yo mismo quién reniegue de mis principios.

              La noticia en cuestión es la del rapero este al que detuvieron por sus comentarios del estilo de: “Yo seguiré brindando cuando ETA le vuele la nuca a un pepero”, o “Yo fusilaría a Zapatero en la plaza de Las Ventas”. Y mi visión particular del tema es que si bien no estoy de acuerdo con sus afirmaciones y me parecen realmente repugnantes y carentes de cualquier tipo de decencia, no por ello creo que haya que detenerlo. Y la razón de esta afirmación está en la libertad de expresión.

              Cuando se habla de libertad de expresión la gente suele asumir que hay límites a la misma… y eso es un error. La libertad (cualquier libertad) no debe tener ningún límite, pues en ese caso deja de ser una libertad real y pasa a ser una libertad castrada y por lo tanto ya no es libertad. Y en el tema de la libertad de expresión aún más. Pues así como en la libertad individual fija el límite en la libertad individual de los demás, lo cual es lógico pues una invasión por cualquier parte a esa libertad, deja de ser la libertad de uno para ser la asusencia de libertad de la otra parte, por lo que es un límite “natural”, y no un límite “impuesto”. En la libertad de expresión nunca se invade la libertad de expresión de los demás, de forma que no se les elimina esa libertad, y aquellos que no comulguen con las ideas del primero, siempre podrán emplear esa misma libertad para posicionarse en contra.

              La libertad de expresión no debería estar limitada por nada. Pues hay que aclarar varias cosas. En primer lugar saber diferenciar entre opinión y hecho. Una opinión entra dentro de la libertad de expresión, y a nadie se le debería condenar por opinar diferente al resto (al margen de lo repulsivas o denigrantes que pudieran ser esas opiniones). Un hecho entra dentro de la libertad individual, y por lo tanto sí que sería condenable.

              Por ejemplo: Una persona dice en público que a los políticos hay que matarlos a todos. Otra persona saca una escopeta y se dedica a matar políticos. El primero expresa una “opinión”. El segundo ejecuta un “hecho”. Ahora alguien me dirá que eso se dice todos los días y no pasa nada, que a nadie se le condena por ello. Pues en lugar de esa frase empleemos esta otra: “Hay que matar a todos los judíos”, o esta “Los musulmanes son unos cabrones que estarían mejor todos muertos”, o bien esta “Los católicos son la escoria de la humanidad y habría que erradicarlos a todos”… o bien, por dejar de lado la religión, “Los negros son seres inferiores”, o “Las mujeres en la cocina y dos leches si contestan”, o “Esos nórdicos rubiales de ojos azules son todos unos nazis de mierda y habría que exterminarlos como hicieron ellos con los judíos”. Pues seguro que alguna de estas frases se ha escuchado y no ha pasado nada, entonces, ¿porqué cuándo ese rapero dice esas frases sí que pasa? ¿Qué diferencia hay?

              Enaltecimiento del terrorismo… un delito que es demasiado subjetivo como para poder ser considerado como tal. Pues primero habría que definir “terrorismo”, y si lo analizamos bien, en realidad desde el mismo momento en que una persona deposita su voto a un partido, ya habría que detenerla por ese delito… Si vota al PSOE, está “enalteciendo” al GAL, que es ni más ni menos que terrorismo. Si vota al PP, está “enalteciendo” al franquismo y la guerra de Irak, que también se pueden considerar terrorismo (según a quién se le pregunte). Si vota a Bildu, está enalteciendo a ETA. Si vota a ERC, está enalteciendo a Terra Liuvre… y así sucesivamente. Nadie se salva. Pues a según los ojos de quién mira, todo es susceptible de ser considerado “terrorismo”. Y no hablemos ya de los símbolos "populares". Un chaval con una camiseta del Che, también debería ser condenado por apología del terrorismo. Una foto de Stalin o de Lenin... una estrella roja en cualqueir bandera... una imagen de Fidel Castro... una esvástica... un crucifijo... una media luna... una estrella de david... Todos esos símbolos podrían ser considerados por alguna parte como "apología del terrorismo", pues en el caso de las fotos e imágenes de los que he mencionado... menudos criminales asesinos. En el caso de los símbolos religiosos, todos ellos, en algún momento de su historia, significaban la muerte (normalmente precedida de mutilaciones y torturas) para todo aquel que no profesase esa fe (o para cualquiera que le callera mal al religioso de turno, que tampoco es plan "discriminar")

              La única solución real es eliminar esos conceptos que en sí mismos atacan la libertad de expresión. Una persona debería poder opinar lo que le diera la gana, y aquellos que no estén de acuerdo, deberían poder rebatir sus argumentos con la misma libertad. Mientras todo se quede en el concepto “opinión”, no es potestad de nadie (a mi modo de ver) el condenar o privar de libertad a una persona. Ahora bien, cuando de la “opinión” se pasa a la “acción”, entonces sí que ya tenemos algo punible y condenable.

              En este tema en concreto, el del gilipollas este (yo, en mi libertad de expresión, opino que este tío debería sufrir en sus carnes lo que significa el terrorismo, a ver si entonces opinaba igual), lo único que se ha conseguido al detenerlo, es darle fama y poder. Antes lo conocían en su casa a la hora de comer… ahora está en boca de todos. El “hecho” de detenerlo ha logrado lo opuesto a lo que se pretendía. Si lo que se quería era “callarlo”, en realidad ahora, gracias a las maravillas de la información, todo el mundo lo conoce, todo el mundo opina al respecto, su mensaje llega a más gente… ¿Se ha logrado algún bien con esto? Creo que no. De haberlo dejado en paz, ahora mismo seguiríamos como siempre, pasando de él y de sus tonterías.

              Si le damos valor al hecho de que la libertad de expresión debería estar “limitada”, “controlada” y “acotada”, lo que estamos haciendo es dándole potestad a los políticos a que hagan con ella lo que quieran. Primero será la “apología del terrorismo”… ahora Rubalcaba quiere añadir también a los partidos políticos que fomenten el odio ideológico (en este caso, el primero debería ser el propio PSOE, pero mejor dejar este tema para otra ocasión). Luego vendrá otro que crea que también hay que eliminar las connotaciones peyorativas hacia las personalidades públicas. Luego otro opinará que también hay que impedir que… Y podría seguir así eternamente, al final se podría llegar al absurdo de tener que cuidarse mucho en el lenguaje, no sea que un tercero nos denuncie por hablar mal de nosotros mismos… Y no es tan descabellado el pensar así. Sólo recordad en cuantas ocasiones se denuncia a la gente por sus palabras, sean amenazas, sean insultos, sean simples comentarios peyorativos, o también expresiones populares que se han malinterpretado. Ahí caemos en lo “políticamente correcto”. Por ejemplo si a una persona de raza negra se le dice “negro”, te pueden denunciar por racista, xenófobo, por daños morales o lo que quieras imaginar. Si a un homosexual se le dice “maricón”, pues te denuncian por homófobo, machista, retrógrado o lo que sea (por cierto, una de las acepciones de la RAE de maricón es: “Hombre afeminado u homosexual”, la otra es “insulto”, ahora bien, la denuncia te la hacen siempre, independientemente de cuál sea la acepción empleada)… y así con todo.

              Las palabras pueden herir, y mucho, desde luego. Pero esas mismas palabras pueden ser usadas por todos. La dialéctica es el arma perfecta. Con argumentos se pueden conquistar ciudades, así como también liberarlas. Con argumentos se pueden evitar guerras, así como también empezarlas. Con argumentos se pueden unir pueblos, así como también dividirlos. Si limitamos, por poco que sea, la capacidad de expresarnos, estamos limitando también esos argumentos… pero estamos limitando más a los beneficiosos que a los perjudiciales, pues los que mandan no suelen emplear la dialéctica, simplemente “mandan” y punto. Y es la base, la ciudadanía, el pueblo, el que emplea esos argumentos para evitar que los de arriba se desmanden. Limitar, por poco que sea, esa capacidad, no evita que los de arriba sigan mandando, sino que evita que los de abajo puedan protestar.

              Habrá ocasiones en que la “libertad de expresión” de otra persona nos duela, nos incomode o nos repugne. Pero nosotros podemos emplear esa misma “libertad de expresión” para contraatacar. Si creamos leyes que limitan esa expresión, ¿con qué derecho luego podemos nosotros argumentar en contra? Hemos perdido ese derecho, y aún encima le hemos dado alas a los otros para que nos odien aún más.

              Por lo tanto, y para terminar, el colofón a esta parrafada viene a ser el siguiente: “La libertad de expresión es algo que no se debe limitar en ningún caso”, pues cuando una persona, en el uso de esta libertad, hace afirmaciones que no nos gusten y nuestra respuesta es la condena física, entonces es como si le estuviéramos dando valor a esas afirmaciones.

              Si de verdad queremos luchar contra ese tipo de gente, tenemos dos posibilidades fantásticas, la primera es el uso de esa misma libertad de expresión para decirle lo que opinamos de él y de sus ideas. La segunda es hace caso omiso, ignorarlo… y esta segunda suele ser la que más les duele.

              Detener a ese idiota sólo sirvió para darle fama y darle peso a sus palabras… precisamente lo contrario de lo que se pretendía.


               Y ahora queda aquí este post para que cualquiera opine al respecto, en libre ejercicio de su libertad de expresión

1 comentario:

  1. Me ha encantado.Hoy precisamente un compañero de trabajo opinaba que habría que recuperar el impuesto de sucesiones y que habría que quitarles las propiedades a los nobles (tema Duquesa de Alba), yo le he dicho que no estaba de acuerdo y punto. En el momento en que él o el partido al que vota, lo haga será un hecho. Que opine lo que quiera, pero por favor que no me suban más impuestos.

    PD: No soy el hijo de la duquesa de Alba, gano menos de 1500 al mes. jeje

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