Esto es lo que decía el sanguinario Che Guevara:
“Soy todo lo contrario de un Cristo. Lucho por las cosas en las que creo con todas las armas de que dispongo y trato de dejar muerto al otro..”
“Estoy en la manigua cubana, vivo y sediento de sangre.”
“¿Revolución sin disparar un tiro? Estás loco.”
“Estuvo muy divertido con tiros, bombardeos, discursos y otros matices que cortaron la monotonía en que vivía.” "No hace falta hacer muchas averiguaciones para fusilar a uno…. debe dársele al reo la posibilidad de hacer sus descargos antes de fusilarlo. Esto quiere decir, entiéndeme bien, que siempre debe fusilarse al reo, sin importar cuáles hayan sido sus descargos. No hay que equivocarse en esto. Nuestra misión no consiste en dar garantías procesales a nadie, sino en hacer la revolución, y debemos empezar por las garantías procesales mismas"
Son citas reales que ilustran lo que se escondía dentro de la cabeza de ese mito liberticida y que algunos admiran tanto. Mitos como El Che ni son libertadores ni justicieros salvo en el imaginario colectivo de carácter sectario, decadente y enfermizo que poseen algunos mediocres.
Gracias al esfuerzo y el sentido común de unos cuantos que amamos la Libertad, la historia verdadera de asesinos como El Che emergen sobre la ignorancia y la manipulación que tanto han sembrado los liberticidas en las mentes de millones de incautos arrastrados por esa casposa ideología liberticida denominada socialismo.
No soy partidario de las prohibiciones en la exhibición de símbolos. Ciertamente, el Che era un asesino, pero portar su imagen no es asesinar ni promover el asesinato; simplemente, es una estupidez propia de majaderos. La imagen del terrorista argentino Che Guevara, uno de los iconos más reproducidos y vendidos en los mercados capitalistas, es un típico ejercicio de hipocresía roji progre que tanto gusta mostrar a los jovencitos que disfrutan de las comodidades de la economía de mercado.
Lo importante es que se difunda la verdad y no se obstaculice la libertad de cátedra; que se puedan publicar trabajos sin censura y sin que se tenga que hacer frente a la competencia desleal de los historiadores a sueldo del Régimen. Si alguna persona quiere estudiar y publicar virtudes inéditas de Guevara, no se le puede impedir, allá él.
Algunos mentecatos quieren ser como El Che y suelen llevar orgullosos su cara en las camisetas confiriendo heroicidad a un niño pijo malcriado, de familia adinerada, que cuando a su padre se le acabó la pasta no hizo otra cosa que organizarse un viajecito en moto para acabar asesinando a quien se le pusiera por delante mientras exigía la redistribución de la riqueza de otros. Diego Armando Maradona es otro de sus discípulos que mantiene la misma filosofía; una vez gastada toda su fortuna en puteo y drogas ahora se hace socialista y quiere que se repartan las rentas de otros que no se la han malgastado como el. Otro cantamañanas que, después de esnifarse hasta las rayas blancas de los campos de fútbol, lleva retratado la imagen del criminal Guevara en uno de sus brazos.
Que unos descerebrados lleven el careto del Che en una camiseta no es lo peor. Lo grave es lo que hizo este criminal con la vida de otros que no opinaban como él. Llamar asesino al Che Guevara no es un insulto, sino el adjetivo más idóneo para describir a un tipo que iba por ahí fusilando y fusilando ¿No me dirán que puede ser buena persona alguien aficionado a matar?.
El Che era un asesino y esto está demostrado, pero portar su imagen no es asesinar ni promocionar el asesinato; simplemente, es una estupidez propia de gente poco reflexiva y aborregada.
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