viernes, 12 de marzo de 2010

La otra peineta: González llama “fachas” y “herederos de la Inquisición”, a sus críticos.

 

1261500705 Que la izquierda tiene pase de aduana para insultar a diestro y siniestro en España, es cosa sabida. Pero no por ello, debemos olvidarla. Da lo mismo despreciar a un disidente que muere en huelga de hambre en Cuba, que defenestrar a quien critique a algunos de sus “dogmas”, aunque estos duren menos que un duro en la puerta de un colegio. Ellos sueltan sus invectivas, y se quedan tan panchos. Así, la campaña de Aguirre, según De la Vogue, es “obscena”, aunque no es obsceno su fondo de armario.

Cuando el tema ha llegado al hombre del Toisón de Oro, un grande de Europa, el señor González, el tono ha subido más que cuando Aznar levantó el dedo. No se les puede criticar que hagan urbanizaciones a su antojo –recuerden la de Pepiño en Galicia-, ni que, bajo influencia de su amistad con el rey de Marruecos, González vaya a construirse una mansión que es comparable a la que en su día, los socialistas criticaron al líder del PP Balear.

Así que, ni corto ni perezoso, ha calificado a los críticos de “fachas” y “herederos de la Inquisición”. Un discurso rancio, casposo y trasnochado, señor González. ¿Hasta cuándo, señor González vas a agotar nuestra paciencia? No hay más facha que quien se hace un patrimonio desde el servicio público, mientras dice que ha estado defendiendo los intereses de los ciudadanos. Ya no nos creemos las viejas palabras, las cansinas consignas, los vocablos de hace casi un siglo.

Hoy, sin embargo, son ustedes los que pasean su fortuna por nuestras narices, mientras van a las elecciones diciendo cosas tan obscenas como “Por el pleno empleo”, o la más cercana, en nuestro pueblo de “No es por el dinero”. Menos mal que no era por el dinero, señor González, porque puso usted un circo y le crecieron los enanos, y usted mismo, ha visto cómo su patrimonio es recompensado de manera más que notoria, por un señor que lo único que ha hecho, que sepamos, es impedir que su pueblo alcance una renta digna que se merece.

Una de dos, o su patrimonio procede de fuentes no conocidas, o el marroquí le debe a usted algo más que amistad. Permítanos, al menos, que seamos mal pensados. Al fin y al cabo, tenemos todo el derecho. Desde que nos conocemos, nos vemos asaetados por el IRPF y todos los impuestos que sus gobiernos han querido ponernos encima, y solo hemos logrado lo mismo: Seguir en el mismo umbral de pobreza en que estábamos hace 14 años. Justo cuando usted se fue porque alguien metió la mano en la caja.

Ande, buen hombre, modérese, que falta le hace.

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