sábado, 14 de mayo de 2011

Follódromos como reclamo electoral


Entendemos por follódromos a esa nueva ocurrencia de la casta política populista que, desesperada por trincar votos, decide incluirla en su programa electoral. A mucho zoquete le encantaría tener a su disposición un garito público donde poder follarse a la piva, al pivo o al pive. Lo que no piensan esos mastuerzos es que ese garito no es gratis y que los contribuyentes, a través de los impuestos, lo van a financiar. Personalmente, cuando necesito un lugar para follar me suelo buscar la vida. No necesito a ningún iluminado de la política que me indique dónde y cómo hacerlo.

Cuando el electorado decide votar a un político que promete instalarle un follódromo público, ya lo dice todo sobre el nivel intelectual y raciocinio que tiene ese electorado y esos políticos.



Hoy no quiero centrarme en los follódromos aunque a alguno o a alguna le deleite la idea. Hoy quiero hablar de los políticos arrogantes, ambiciosos, manirrotos y maniobreros. El Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón lo encarna a la perfección, aunque por ahora no ha dejado claro si va a instalar un follódromo en la Plaza de la Cibeles para ganarse unos votos. ¿Y para qué necesita Ruiz Gallardón un follódromo si ya tiene las siglas del Partido Popular (PP) a su disposición? ¡En la sede del PP no se si se folla mucho o poco, pero dar por culo, ya lo dan bastante! Muchos ciudadanos ya están hartos de que “les unten vaselina” tanto por la izquierda como por la derecha.

Desgraciadamente el mundo está lleno de “gallardones”. Me refiero a ese prototipo de socialista de derechas que siempre ansía contar con el respaldo de lo más granado del pseudoprogresismo, o dicho de otra forma, del socialismo de izquierdas.

Dicen que la política es el arte de lograr que los ciudadanos acaten sin pestañear las directrices del demagogo de turno. Es una labor difícil, puesto que a una parte no despreciable de la ciudadanía le desagrada formar parte de un colectivo pastueño que acepta sumiso y sin rechistar las órdenes del pastor. Para afrontar esto, los políticos populistas se han inventado el "espejismo de la libertad" por el cual cada ciudadano cree tener una independencia y libertad ficticias. Por eso a la mayoría de la casta política se les llena la boca con la palabra Libertad, mientras que con sus pezuñas la están pisoteando.

Recordemos como Ruiz Gallardón, en unas de sus declaraciones públicas, en perfecta sintonía con sus primos socialistas de izquierdas, denostaba a la economía de mercado tachándola de "ultraliberalismo trasnochado" al tiempo que defendía el papel esencial e insustituible de la iniciativa privada para crear riqueza. Curiosa contradicción.

Este mismo tipo altanero se erigió en otra de sus intervenciones públicas como uno de los más reconocidos defensores de la libertad de expresión de los medios de comunicación, sólo pocos meses después de querellarse contra Federico Jiménez Losantos, cuyo mensaje en las ondas no le convenía políticamente. Debemos pensar que su renovada fe en la libertad de expresión se prolongará hasta que otro periodista se le cruce en sus ansias de alcanzar un mayor poder y protagonismo político.


http://www.goear.com/listen/655a02a/gallardon-y-la-judicializacion-de-su-inquina-wwwlodicecincinatotk




Gallardón no sabe o no quiere saber que el peor negocio del socialismo de derechas es creerse lo que quiere el socialismo de izquierdas que se crea. Pero tipos como Ruiz Gallardón todo lo hacen con el fin de compensar y, en cierta forma, disimular la imagen de esa prole (carca para él) que le respalda con su voto aunque, eso sí, muchos lo hacen con la nariz tapada votando el mal menor. No obstante, Ruiz Gallardón, a pesar de que cada mañana cuando se levanta de la cama pide perdón por la gente que le vota, gustoso sigue presentándose a las elecciones con unas siglas, las del Partido Popular (PP) donde, hay que decirlo, no todos los simpatizantes y militantes son maricomplejines y dónde también existe algún liberal que otro que conserva la “Esperanza” de que el partido no caiga en el abismo de la estupidez política.



Lo más sencillo en países poco desarrollados intelectualmente es ser “progre” o aceptar su hegemonía. Por eso Ruiz Gallardón es adicto al Arriolismo. Algún día profundizaré en el Arriolismo o socialismo de derechas post-moderno, es decir, de cómo desarrollar políticas huecas e inútiles salvo para facilitar que puedan medrar ciertos personajillos mediocres en la trastienda de la política, sin importar que un país, como España, se vaya a la mierda por supeditar los intereses de una nación a los suyos. El Arriolismo afirma que los votos que ya se han ganado en anteriores comicios están prácticamente garantizados, así que para ganar las elecciones se debe penetrar en los dogmas y consignas del socialismo de izquierdas. La estrategia presupone que los votantes tradicionales que aman la Libertad, la separación de poderes y la igualdad ante la Ley, no renunciarán a seguir votándoles como si de gilipollas se tratara. Lo cual es mucho confiar.

El Arriolismo es un oportunismo ideológico que ha llevado a un partido serio y honesto, como el PP, a la senda del progresismo naïf y al perfil bajo o medio bobo. El Arriolismo ha conseguido que el socialismo de izquierda construya, a sus expensas, el fantoche de “socialista de derechas bueno” pero no digno de merecer el voto, sino sólo para que haga bulto en el panorama político o ejerza de escupidera de desahogo para algún que otro inconformista poco informado del cambio de régimen que se está llevando a cabo al estilo mexicano; donde siempre tendrá la posibilidad de gobernar el mismo partido político, en este caso el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con la ayuda de los nacionalismos chupasangres y los partidos etarras legitimados. Y si esto no cuela siempre podrán echar mano de algún tipo de golpe de Estado mediático o no.

Con el Arriolismo el PP debe dejar disimuladamente de ser el PP para poder ganarse un puesto en el nuevo régimen, garantizando de por vida a sus líderes un puesto de trabajo bien retribuido y placentero, eso sí, en la oposición perpetua.

No hay que olvidar también que en la trastienda del PP pulula mucho intelectual marxista, así como titiriteros varios, con ansias infinitas de subvención. Tipejos dispuestos a saltarse el “cordón sanitario” y situarse en una lista de salvación nacional del socialismo de derechas español para civilizarlo desde dentro, apartándose del posible ostión electoral que puedan darse los socialistas de izquierdas. Estos tipejos conservan una extraordinaria capacidad de adaptación a cualquier circunstancia porque la “pela siempre es la pela” aunque algunos se sientan muy comunistas.

Esos pseudocomunistas deben dar gracias, al señor Mariano Rajoy (actual Presidente del partido) y a su delfín Ruiz Gallardón, por su fervor en cambiar el significado de las siglas del Partido Popular (PP) que más bien debería llamarse, por pura coherencia, Partido de “El País”, Partido Populista, Partido Peronista, Partido “Payudar”, Partido Progre o Partido de Prisa siguiendo los sueños de los franquistas Jesús Polanco (+DEP) y de un tal Juanito Cebrián, aún vivo y que en el pasado fue director de la TV del Excelentísimo Caudillo. Aunque lo más sensato sería denominarlo Partido Perdedor. Lo digo porque es un partido que ha perdido por completo los valores por lo que toda persona honesta y responsable debe guiarse.

Volviendo a Ruiz Gallardón, todos sabemos que el alcalde de Madrid siempre ha admirado a Jesús Polanco y el "gran proyecto periodístico" del grupo Prisa, cuyo diario sectario “El País” es bien conocido tanto en España como en el extranjero; sobre todo por lo poco idóneo que resulta como papel higiénico, única utilidad que puede tener un panfleto repleto de consignas sectarias, donde la información veraz, imparcial y objetiva brilla por su ausencia.

Para los sectarios liberticidas la importancia del canal es más que la calidad de los contenidos y los profesionales que los elaboran. Con esto queda todo dicho con relación a ese panfleto periodístico llamado ”El País”.



Ruiz Gallardón era la esperanza del difunto Polanco para que el Partido Popular entrara definitivamente en la vía del progreso políticamente correcto de acuerdo con la política de “la secta”. Porque para los sectarios que se sienten únicos legitimados para otorgar carnés de demócratas, una victoria del Partido Popular sólo es admisible si se garantiza la presencia en sus listas de políticos de incuestionable vocación progresista. A estos efectos, Ruiz Gallardón es un aval suficiente de que España continuaría progresando adecuadamente incluso de la manita de Mariano Rajoy, hasta que el Faraón se la corte.

Pero para alcanzar el poder, debe parapetarse en esos votantes fachas, calificados así por sus amigos socialistas de izquierdas; porque ya se sabe que todo el que no entre en “la secta” es un facha. Votantes fachas que siguen obstinados en que su país no se divida más a causa de unos perversos nacionalismos periféricos. Votantes fachas que se niegan a arrodillarse y pedir perdón a los terroristas por una guerra singular en la que los únicos que dan tiros en la nuca son los etarras. Unos votantes fachas que están empeñados en que todos sean iguales ante la Ley con independencia de su condición raza, sexo, religión o lugar de nacimiento. En definitiva, unos votantes fachas que aman la Libertad y respetan al prójimo.

Son muchas las complicidades entre Alberto Ruiz Gallardón y el difunto Jesús Polanco; y también las coincidencias en cómo incorporar a España a la idea que tienen ellos de la modernidad basada en la ingeniería social. Más, cuando recordamos los exabruptos de Jesús Polanco, en una de sus últimas intervenciones públicas, llamando guerracivilista al PP, o sea, despotricando contra el PP, y por lo tanto al pepero Ruiz Gallardón, de familia genuinamente franquista. Decir que un franquista puro y duro rinde homenaje a un franquista duro y puro sería lo más normal del mundo, pero a veces no es así. Nos referimos a Alberto Ruiz Gallardón, el alcalde de Madrid, que tiene la ambición de ser Presidente del Gobierno Español presentándose a las elecciones con el PP hoy, quizás mañana con el PSOE (partido golpista del siglo XX y parte del XXI) o con algún sucedáneo pseudocentrista; y del difunto Jesús de Polanco, que concluyó su acomodada vida gracias a que chupó lo suficiente y de forma eficiente de la teta de la dictadura franquista para ganarse su posición y fortuna,

Muchos de esos acomplejados líderes del PP, que se avergüenzan a diario de los ciudadanos que les votan, ya han desfilado por las páginas del diario “El País” o por los estudios de la cadena de radio “La Ser”, a modo de rito oficioso progre. Alberto Ruiz Gallardón no es que desfile cada vez que le dan la posibilidad, sino que repta como si de una sabandija se tratara. ¿Qué debemos pensar del que quiere ser líder supremo de un partido que se arrodilla devotamente ante uno de los peores enemigos mediáticos de ese partido? Por tanto, cabe cuestionarse qué sentido tiene ese partido, o qué hace Ruiz Gallardón en el PP. Aparte de medrar y pillar.

Como todo político socialista, en este caso de derechas, Ruiz Gallardón piensa que las cosas irían mejor si los ciudadanos abandonaran la tediosa manía de pensar por ellos mismos y dejaran la dirección de sus vidas en manos de quienes pueden gestionarla con buenos criterios y solvencia, como los que ellos se arrogan por mandato divino. Pero nada, que no hay manera de que la totalidad de la prole entienda esto, y siempre hay cierta ciudadanía asilvestrada y rebelde que no pasa por el aro.

Una manera de acabar con esos incómodos ciudadanos es el paredón, algo muy usado en regímenes socialistas. Pero el paredón, por ahora, es algo bastante siniestro y deja todo teñido de rojo, por lo que el político socialista pseudodemocrático, sin ser tan drástico, tiende a disimular la forma de cambiar el modo de pensar del populacho echando mano de los medios de comunicación amigos. Para eso están los editoriales de “El País” donde se fijan diariamente las consignas que acatan y difunden con religiosidad los políticos del PSOE y tipejos simpatizantes con la secta marxistoide como Ruiz Gallardón. A veces la consigna de un día puede ser todo lo contrario a la publicada un día antes, pero esto no es ningún problema porque el buen “progre”, ya sea de derechas o de izquierdas, sólo se limita a cumplirla al pié de la letra aunque suponga hacer todo lo contrario a lo realizado el día anterior. Para canalizar esta difícil labor alienante y manipuladora ayudará bastante el espíritu aborregado, mediocre y pastueño de una gran parte de la ciudadanía adicta a “El País” o a la cadena “Ser”. La única opinión relevante y cuasi divina para la población lanar.

Como me he referido anteriormente, otra forma de acabar con las voces incómodas que hacen peligrar el futuro de estos perversos políticos es la judicialización de su inquina. En este caso la víctima fue Federico Jiménez Losantos. ¿Aún Alguien puede tener la duda de que si Federico Jiménez Losantos hubiera apoyado a Ruiz Gallardón para liderar el PP, las querellas se hubieran vuelto alabanzas? Ruiz Gallardón, como buen socialista, no tolera el menor reproche cada vez que se mira al mágico espejito mediático. Por eso decidió emprenderla por la vía penal contra esa voz crítica de “esradio.fm”.



Existen dos formas de hacer política en el PP. Una política liberal con ciertos toques populistas y una política puramente socialista . Ambas se encarnan en personas como Esperanza Aguirre y Ruiz Gallardón respectivamente.

El ejemplo de gestión municipal socialista nos la ofrece el Alcalde Ruiz Gallardón. Una gestión cuyo fundamento es el aumento de los impuestos vigentes y la creación de otros nuevos. Ya se sabe que todo socialista piensa que es en sus manos donde mejor está el dinero que el ciudadano obtiene con su esfuerzo.

La gestión municipal de Ruiz Gallardón es una gestión repleta de concesiones a los socialistas de izquierdas, de peloteo con los titiriteros marxistoides y de proyectos faraónicos como el traslado de la sede del ayuntamiento al Palacio de Correos de Cibeles o la mastodóntica obra de soterramiento de la circunvalación M-30. No olvidemos también sus dos apuestas fallidas para organizar unos Juegos Olímpicos en Madrid. Apuestas que él sabía que iba a perder pero eso no importaba, puesto que lo pagaba el sufrido contribuyente. Incluso los contribuyentes pagaban a las “tías buenas” que le acompañaban en su séquito para promocionar en el extranjero la imagen de Madrid.

Un socialista de derechas como Ruiz Gallardón sabe vender progresismo subiendo los impuestos para afrontar la crisis. Nunca pensará en reducir los ingentes gastos del Ayuntamiento, ni el número de asesores que son completamente innecesarios puesto que para asesorar ya están los funcionarios de carrera. Como buen socialista, Ruiz Gallardón cree en el gasto, en las políticas keynesianas basadas en la fiscalidad. Una fiscalidad que estruja a quien produce, y todo para mantener un aparato parasitario y propagandístico. Mientras tanto, los proveedores siguen sin cobrar como ocurre en la mayoría de los ayuntamientos endeudados como nunca.

La crisis ha estropeado los sueños mesiánicos que el Alcalde de Madrid tuvo en aquellos tiempos de euforia y elevadas recaudaciones fiscales. Vienen malos tiempos para los políticos manirrotos y, especialmente, para los planes de Ruiz Gallardón , cuya único objetivo es el de gastar toda la pasta que pueda robar al contribuyente madrileño con el fin de hacerse un hueco en la política nacional. ¡Para colmo el tío presume y se siente orgulloso de la monstruosa deuda que tiene el Ayuntamiento!

http://www.goear.com/listen/dc063bd/encantados-con-endeudar-a-los-ciudadanos-wwwlodicecincinatotk






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