lunes, 10 de mayo de 2010

Lecciones que aprender


Como se preveía, las elecciones del jueves en el Reino Unido han supuesto un vuelco nunca visto en décadas, con la victoria del Partido Conservador de David Cameron, obteniendo 306 escaños de los 650 de la Cámara de los Comunes, y el hundimiento de los laboristas, pero no han despejado, justo cuando era más necesario, las incertidumbres sobre el futuro en las islas británicas. Ni se conoce quién va a ocupar el cargo de primer ministro ni qué políticas va a seguir, sobre todo, estando ahí Nick Clegg, pese al bluff que ha resultado ser, obteniendo 57 escaños, sí que es verdad, en parte, debido al sistema electoral británico, diseñado para buscar las mayorías absolutas.

Los tories han vuelto a ser la fuerza más votada del país, algo que no ocurría desde las elecciones de 1992, pero la victoria puede ser insuficiente para volver a ocupar el 10 de Downing Street. El Partido Laborista del primer ministro, Gordon Brown se ha quedado en 258 escaños. Y eso, a pesar de ser uno de los políticos más impopulares de la larga y añeja historia democrática de la Gran Bretaña, alguien a quien incluso se le grabó insultando a una viuda. Además de ser amigo de Zapatero, con lo que eso supone, por otro lado.

El resultado será un hung Parliament (un Parlamento colgado, sin mayoría absoluta), algo que no ocurría desde 1974. La Cámara de los Comunes británica (cámara baja del Parlamento) está formada por 650 diputados (533 ingleses, 59 escoceses, 40 galeses y 18 norirlandeses), pero en una de las circunscripciones, Thirsk and Malton, en el norte de Inglaterra, la elección se celebrará el 27 de mayo por la muerte de uno de los candidatos.

Con una alta participación, que superó el 64 por ciento, las urnas dejaron en el aire el futuro político del Reino Unido, porque el primer ministro tiene la prerrogativa legal de intentar formar un Gobierno y porque los tories no han logrado superar los 326 escaños necesarios para gobernar en solitario, ni una cifra cercana a los 320 que les hubiera permitido hacerlo en minoría con el apoyo de otras fuerzas, como los unionistas de Irlanda del Norte. Por esta razón, la aritmética parlamentaria dejó la puerta abierta a que los laboristas de Brown busquen una mayoría en el Parlamento, lo que supone negociar con el Partido Liberal Demócrata.

En resumen, todo esto nos lleva a que Cameron no ha conseguido endosarle a Gordon Brown la derrota que, sin duda merecía, después de una nefasta gestión durante la cual ha quebrado todo el sistema bancario inglés, se ha disparado el déficit público por encima del 10% y la economía se ha estancado. La situación en el Reino Unido no difiere mucho de la que dejaron los laboristas en 1979 y los ingleses lo saben. El gobierno laborista de James Callaghan llevó al país a un estado de bancarrota virtual en 1976, cuando un colapso en el valor de la divisa obligó al gobierno a negociar un préstamo con el FMI, una cosa inaudita en un país desarrollado. Hoy día, los británicos padecen el mayor déficit del Primer Mundo, su deuda es mayor que la griega, recuerdo haber leído que, en cinco años, podría superar el billón de libras, y necesitan medidas impopulares (las que, desde el socialismo, se llaman "recortes sociales") pero necesarias si no se quiere ir de cabeza a un abismo aún mayor, las medidas de Thatcher.

Precisamente, la tibieza de Cameron es lo que le ha hecho dilapidar toda la ventaja que tenía. No parece haberse dado cuenta de que cuando más "thatcherista" ha sido su discurso más se han incrementado sus expectativas. La gente conservadora es muy rigurosa y percibe cuando sus candidatos reculan y caen en los clichés del socialismo. Inglaterra y la parte protestante del Ulster siguen siendo thatcheristas; en todo caso, la Dama de Hierro, durante su mandato, donde fue altamente impopular fue en Escocia y Gales. El Reino Unido es la unión de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte, pero el tronco del cual brotan todas sus ramas sigue siendo Inglaterra, no debería olvidarlo Cameron. E Inglaterra ha dejado claro que no quiere más Brown ni más socialismo laborista. Puede que Cameron no le convenza del todo pero tiene muy claro el camino por el que no se puede seguir.

No se trata de desmantelar de golpe el Estado del Bienestar, en todo caso, ir dando pasos para hacerlo más racional, como Thatcher en su primera legislatura. Si se suprimiera de golpe sería una catástrofe precisamente por el descomunal tamaño que ha adquirido el Estado-niñera y el empobrecimiento y gente dependiente de él que ha creado. Aquí en España sucedería algo similar. Esto no es darwinismo social como defienden los libertarios y los ancap pero lo que está claro es que con políticas de derroche insostenible como las de Gordon Brown o las de José Luis Rodríguez Zapatero no habrá ni que esperar a un hipotético "desmantelamiento" del Estado de Bienestar por parte de la derecha: ellos mismos, los socialistas, se lo van a fundir mediante la ruina que van a generar.
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En cuanto al futuro, veremos. Clegg se definirá como "liberal" pero en Inglaterra los verdaderos liberales son los tories. Los liberal-demócratas no son más que el típico partido de nueva izquierda de corte obamita, obsesionada por incrementar los impuestos a "los ricos", lo que ellos definen por "ricos" y por seguir expandiendo el Estado del Bienestar. Atarán las manos de Cameron, de llegar éste a primer ministro, todo lo que puedan a la hora de acometer las reformas que precisa con urgencia el Reino Unido en materia de reducción del gasto público y equilibrio de las cuentas.
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En todo caso, aviso a navegantes para los liberal-conservadores de otros países.
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