domingo, 29 de mayo de 2011

VIOLENCIA DE GÉNERO



Cuando analizamos la violencia de género o violencia doméstica no sólo nos tenemos que ceñir, como causas únicas, las pautas culturales de índole machista que también influyen pero no del todo; sino que tenemos que profundizar más. Tenemos que tener en cuenta las causas de índole natural, es decir, el instinto animal.

No debemos olvidarnos de la inherente conducta del macho cazador, del semental que marca celosamente el territorio, del macho cornúpeta que se siente poderoso gracias a esa fuerza física que le facilita controlar a su manada. Y digo esto porque antes de ser humanos somos animales y, aunque cueste creerlo, un número ingente de seres humanos varones conservan aún y en diferente grado los viejos instintos animales. Una huella genética residual que, en pleno siglo XXI, sigue predominando en algunos ejemplares macho por encima de conductas civilizadas y racionales.

Es obvio que los conflictos de género aumentan siempre que la mujer se rebele y el hombre-macho animal perciba, en ese momento, que está perdiendo el control sobre su hembra. No cuestiono que la mujer se subleve contra el hombre despótico que atropella su dignidad vejándola. Por supuesto es su derecho y su deber, si es que sigue conservando su autoestima; pero para eso debe igualarse en fuerza al macho agresor con la intención de disuadirlo o bien, con la pretensión de que el resultado de la disputa sea a su favor, sin que tenga que ser ella la próxima víctima femenina que sale en otro telediario.

También ciertas creencias religiosas ayudan a justificar ese instinto animal del macho dominante. Podemos observar en el siguiente vídeo como varios hombres asesinan a una joven mujer a base de patadas y pedradas. Los asesinos con una mano lanzan las piedras en nombre de su Dios y con la otra usan sus teléfonos móviles para grabar el crimen. Este salvajismo está sucediendo en el mundo mientras estás sentado en tu sillón disfrutando de esta bitácora. En algunos lugares del planeta la vida de una mujer vale muy poco y mucho menos si no está armada.





Aparte del instinto animal, que es inevitable en algunos varones, existen otras causas relativistas típicas de la cultura occidental o asimilada y que no ayudan para nada a suavizar las estadísticas de muerte por violencia de género. Me refiero a la irresponsabilidad y frivolidad para contraer matrimonio o el lavado de cerebro del falso progresismo camuflado en esa perversa asignatura que disimuladamente los amantes del pensamiento único han denominado Educación para la Ciudadanía. Asignatura que aborda de forma adoctrinadora e ideologizada la educación afectivo-emocional desde una perspectiva radical de género donde el feminismo dialéctico, que ha pasado a ser política de Estado, sitúa a los hombres y mujeres como seres antitéticos e incompatibles, cuyos actos sexuales pasan a ser insignificantes ejercicios gimnásticos practicados por unos actores que son simples objetos fugaces de placer.

Es obvio que para evitar conflictos serios de pareja toda relación matrimonial o extramatrimonial no tiene que dimanar de unas pasiones carnales momentáneas de noche de botellón, sino que su fundamento debe ser siempre la voluntariedad y el anhelo de dos personas en compartir un proyecto de vida común basado en el respeto mutuo, la fidelidad, la tolerancia y el amor. Y por amor entiéndase tanto las relaciones afectivas como las sexuales. Porque follar hay que follar con responsabilidad y mucho, pero con la persona amada. No se trata de tirarte a la primera cosa que se te ponga por delante, ¡y cómo os ha gustado, en un par de semanas, vais y os hipotecáis con un pisito para vivir amancebados!

El proyecto de los ingenieros sociales consiste, ante todo, en cambiar la mentalidad de la ciudadanía respecto a cuestiones fundamentales que hasta ahora dependían sólo y exclusivamente de la conciencia de cada uno. Los ingenieros sociales quieren imponer su concepción de la sexualidad, concepto introducido ya desde la escuela que en la práctica, se resume en una mescolanza de puterío, irresponsabilidad, del todo vale, del sea como sea, de alcoholismo en forma de botellón, de aversión a la institución familiar y de desafección a los hijos. Incluso despreciando, como si de un tumor se tratara, la vida del no nacido que reposa inocente en el vientre de su madre.


Esos pseudoprogres liberticidas amantes de prohibir todo e intervenir en todos los rincones de la vida de los ciudadanos tratan de reprimir por un lado lo que fomentan por el otro, engendrando inútiles aparatos burocráticos mientras se hacen los virtuosos. Incluso hacen que sea una realidad aberraciones como el Ministerio de igualdad. Algo que nos recuerda lo que Orwell imaginó e ironizó en su novela titulada 1984, donde el pesimismo y la amargura se vislumbra a lo largo de toda la obra, haciéndonos ver lo que llegaría a ser el mundo si al final triunfara el pensamiento único. En el siguiente audio lo podemos comprobar:






http://www.goear.com/listen/61a6be1/violencia-de-genero-wwwlodicecincinatotk


La tentación despótica de los ingenieros sociales es patente por su afán de determinar la forma de vivir y la forma de pensar de la ciudadanía, puesto que saben que esa es la clave para el dominio total de una sociedad. Su pretensión es reeducar a todos los individuos para construir, a su antojo, un orden cultural nuevo, una sociedad nueva, un hombre nuevo. Para eso es necesario machacar al discrepante que obstaculiza dicho cometido.

En nombre de la democracia, de la paz, de la solidaridad, de las instituciones o de la igualdad se criminalizan aquellos puntos de vista que escapan a su control. Es aquí donde entran en juego la ideología de género, los Ministerios de la Igualdad, los Ministerios de la Felicidad o los Consejos Audiovisuales que en otros tiempos pasados se conocían como la Santa Inquisición. El cometido de estos monstruos burocráticos, totalitarios y liberticidas será juzgar al margen de la ley, sancionar sin necesidad que lo dictamine un poder judicial independiente y perseguir con criterios ideológico-pseudoculturales a quien ose cuestionar su visión despótica del mundo.

Las Leyes de Violencia de Género de los ingenieros sociales no sólo no reducen la violencia, como podemos comprobar, sino que la incentiva porque, con mayor virulencia, hace emerger en algunos hombres la figura del macho animal; sin perjuicio de que muchas de las supuestas víctimas femeninas, azuzadas por el “machismo con faldas”, abusan perversamente de la norma para zanjar desavenencias de carácter doméstico. Lo que conlleva a una espiral de ensañamiento interminable donde las verdaderas víctimas son los hijos.

Incluso la aberrante desigualdad sancionadora, gran atropello legal; penalizando más a los hombres agresores que a las mujeres agresoras que también las hay en menor cuantía, no ha evitado el incremento de la violencia de género sino que ha fomentado la inseguridad jurídica.

La realidad es que cuando el hombre-macho animal sale a escena en toda su plenitud, veja y ataca violentamente a su mujer-hembra con reiteración, la amenaza con nuevos ataques o incluso con la muerte. La bestia se siente poderosa gracias a su mayor fuerza y tamaño; la mujer por naturaleza es de menor envergadura y más débil, por lo que se vuelve más vulnerable.

Si la mujer decide abandonarle siempre que cuente con medios económicos para hacerlo, y esto es importante, las amenazas del hombre-macho animal persistirán puesto que su conducta ahora la dirige el instinto animal, no los sentimientos humanos o el raciocinio.

Ni las leyes ni las denuncias ante la policía son frenos para esos hombres-macho animales que han dejado de ser personas y se han transformado en bestias. Estos siempre cumplirán sus amenazas empujados por su instinto salvaje de forma involuntaria. La prueba de su involuntariedad la podemos comprobar en el momento en el que el macho-animal vuelve a ser persona y muestra su arrepentimiento, llegando una gran parte a suicidarse, algo que nunca ocurre en el resto del reino animal en similares conductas de dominio instintivo sobre la hembra. Los psiquiatras lo llaman enajenación mental transitoria pero yo lo denomino “animalismo genético”, simplemente.

¿Solución?. Está claro que no se trata de legislar más porque no se puede variar la evolución biológica a través del Boletín Oficial del Estado como quieren hacer con todo los ingenieros sociales; sino que la mujer pueda defenderse eficazmente hasta que, dentro de miles de años, desaparezca por completo esa huella animal de nuestros genes.

Tampoco podemos meter entre rejas a todos los hombres de forma preventiva puesto que, afortunadamente, el instinto animal de dominación no se presenta en todos los varones de forma extrema y, como he escrito antes, existen diferentes grados en función de la proporción de huella genética que cada hombre conserve. La mayoría de las desavenencias se resuelven con una racional discusión conyugal sin llegar a la sangre, en la que la mujer vocea tanto como el hombre, porque en eso sí están igualados.

Tampoco podemos poner a un policía detrás de cada mujer, pero si podemos permitir que toda mujer amenazada de muerte, si así lo estima conveniente, pueda tener acceso a un arma de fuego para su autodefensa, enseñándole a utilizarla de forma efectiva, segura y responsable con el propósito de situarla en las mismas condiciones de fuerza que el hombre-macho animal que quiere acabar con su vida. La función del arma sería disuasoria, que junto a las pulseras GPS para el control de cercanía del presunto maltratador, nos ayudaría realmente a reducir el número de víctimas mortales, si es eso lo que se pretende.

La mujer con un arma de fuego deja de ser más vulnerable. Si conseguimos que el agresor desista de su insensatez se salva una vida, en caso contrario las víctimas no serán siempre las mismas.

Es obvio que la palabra que resume la pesadilla de las víctimas de la violencia de género es la indefensión. Indefensión que sigue y seguirá existiendo mientras nos ciñamos únicamente a crear leyes inútiles que no impedirán que esas víctimas, en la mayoría de los casos, sean del género femenino como lo fueron en el pasado y como seguirán siéndolo en el futuro si no lo evitamos.



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2 comentarios:

  1. Felicidades por el blog ,te sigo de hace tiempo.

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  2. Sr. Vicent: El siglo XXI ofrece infinitas posibilidades de supervivencia a los que amamos la Libertad y la prosperidad de los ciudadanos, gracias a un fabuloso invento del siglo pasado que es Internet y que va a facilitar algo tan antiguo como es la obstinación de una parte de la ciudadanía en no dejarse avasallar por los tiranos y por los imbéciles, porque nunca debemos olvidar que el poder de la mentira y de la propaganda al servicio de la imbecilidad produce desastrosas consecuencias para el ser humano.

    Desgraciadamente la imbecilidad como el universo son infinitos.

    Mi intención no es llamar a la violencia, recurso típico de las ideologías sanguinarias, sino sacudir las conciencias de las masas pastueñas y sumisas para que empiecen a reflexionar por sí mismas. Los ciudadanos no necesitan iluminados que les guíen y piensen por ellos, ni necesitan acampar en la Puerta del Sol para poder cambiar las cosas. Muchos llevamos años intentando que las cosas cambien debatiendo ideas en nuestras bitácoras, sin molestar a nadie, ni limitando la Libertad del prójimo.

    Siempre es un alivio la consideración de gente reflexiva y que conserva el sentido común. Tú como yo, y todos aquellos que amamos la Libertad podemos realmente cambiar las cosas a mejor. Recibe un cordial saludo.

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