viernes, 22 de enero de 2010

Pi y Margall: el anarquismo como punto de referencia

A pesar de que Pi y Margal era liberal y creía que no era posible prescindir del Estado, consideraba que había que tener en cuenta al anarquismo como referencia e, incluso, avanzar hacia éste de manera progresiva/reformista, nunca revolucionaria. En opinión de Pi y Margall, el anarquismo no solo no es espantable ni utópico, sino que muchas medidas tomadas y proupestas por el liberalismo tienden hacia él.
El dejad hacer, dejad pasar, era un aforismo anarquista. Queríase con él alejar de la agricultura, las artes y el comercio la intervención del Estado. Los intereses son de suyo armónicos, decían: el Estado es el que los perturba. Oponíase por esta razón Bastiat a que los gobiernos pusieran la mano en las fuerzas sociales: por sí solas se equilibran, exclamaba.

Admitían aquellos hombres el Estado; pero lo reducian a ser una fuerza pública que garantizase el orden y la seguridad de los ciudadanos. Odiaban la guerra, suprimirían los ejércitos permanentes, emancipaban las colonias, se interesaban por la suerte de todo nuestro linaje. Querían libre entre todas las naciones el cambio de productos.

Los anarquistas dicen hoy1 extremando esta doctrina: "Puesto que las fuerzas sociales son de suyo armónicas, el Estado sobra. Dejémoslas libres en todos los ámbitos de la tierra, y combinadas las unas con las otras realizarán la justicia. Iguales en derechos y deberes los hombres, contribuirán todos a la satisfacción de las comunes necesidades; y con poco trabajo, con un trabajo que dejará largos ocios para el cultivo de la ciencia y el arte, disfrutaremos todos de los placeres que la moral no porhiba, de todos los placeres que no degraden el cuerpo ni el alma."

[...]

Consideramos digna de atención la anarquía, y hasta creemos que puede ser un faro para que no se desvíe el progreso. A ella tienen hace tiempo las reformas económicas y las políticas, y a ella entendemos que se debe encaminarlas. El hombre, fuente y raiz de todo saber, de toda moral y de todo derecho, iniciador de todo adelanto, en los comienzos de toda revolución autoridad suprema contra la de todo su linaje, es ley de sí mismo y rebelde por naturaleza a todo poder extraño. A que no tenga ley sobre la suya se ha de dirigir principalmente todo esfuerzo.2



[1] Las Reflexiones politico-sociales, capítulo del cual han sido extraidos estos párrafos, fueron publicadas originalmente de manera independiente en 1901.
[2] Francisco Pi y Margall, Pensamiento social (Madrid: Ciencia nueva, 1968), pp.337-338.

Publicado originalmente en humano sin sentido