lunes, 1 de febrero de 2010

Ojalá hubieran tenido razón


A vueltas con la cuestión de las pensiones, como todos sabemos, la Seguridad Social se basa en un sistema de reparto mediante el cual las cotizaciones de quienes trabajan actualmente financian las de los jubilados actuales. Es un sistema piramidal (Madoff lo estudió bastante bien antes de perpetrar su estafa) que depende del número de cotizantes para mantener sus prestaciones y en el cual en el momento en que estos se reduzcan, como está ocurriendo debido al progresivo envejecimiento de la población, habrá que incrementar las cotizaciones que han de pagar los trabajadores o a reducir las pensiones que perciben los pensionistas. Es un sistema en el cual los trabajadores jubilados viven en una inseguridad permanente sin saber si cobrarán una pensión para poder subsistir de una manera mínimamente digna (¡viva el "Estado del Bienestar"!).

Podemos indignarnos con el "pensionazo" del Gobierno de Zapatero, justificado mediante la excusa, entre otras peregrinas y ridículas, de la mayor esperanza de vida de la población española en los últimos años pero la auténtica realidad es que el sistema está tarado en su origen. Recientemente, Zapatero decía en el Congreso que los defensores de las pensiones privadas tenían un serio problema tras el estallido de la crisis y el pinchazo de la bolsa. Lógicamente, no podemos esperar más que esa pobre verborrea socialista de parte del presidente del gobierno progre que padecemos. Cada uno da el nivel que da y este hombre mentalmente no llega a más. Muchos economistas (algunos integrados en los círculos de Zapatero tras dar un giro de 180º en sus planteamientos) habían venido años advirtiendo del riesgo de desmoronamiento del sistema.

Como dije en una entrada anterior, desde Felipe González hasta llegar a Zapatero, una cantinela recurrente del PSOE ha sido la amenaza de que un gobierno del PP iba no sólo a rebajar sino, es más, a desmantelar el sistema público de pensiones. Mentían descaradamente, como es costumbre en estos dos personajes, Felipe y José Luis (la famosa carta firmada por López Aguilar y por él), pero no hubiera estado mal y que por una vez hubieran dicho la verdad. La realidad es que la posición del Partido Popular es la misma que la del PSOE en esta cuestión y así quedó consagrado en el Pacto de Toledo en 1995. Quizás no hubiera estado mal que los socialistas tuvieran razón y que los populares se hubieran planteado, aunque sólo fuera por un momento, la posibilidad de estudiar la implantación de algo parecido al modelo chileno de pensiones (si no les da vergüenza la posibilidad de que el PSOE ponga en marcha toda su maquinaria de propaganda demagógica acusándoles de querer adoptar un sistema creado por el régimen de Pinochet en 1981), introduciendo paso a paso un sistema de capitalización, con posibilidad de elegir entre un fondo público de pensiones y los privados existentes en el mercado, en el que el patrimonio de los trabajadores cotizantes crecería continuamente hasta el momento en que decidieran jubilarse, sin despojar de sus derechos ya devengados a los pensionistas, lógicamente, los cuales se asegurarían con cargo a los presupuestos del Estado. Los trabajadores que se incorporasen al mercado laboral por primera vez, de este modo, tendrían la posibilidad de librarse de las garras de esta maquinaria de expolio piramidal.




Puede que entonces hubiera un poco de seguridad y, lo más importante, social. Es bastante descorazonador que el PP, un partido político con un ideario supuestamente, aunque sólo sea en parte, liberal, no lleve en su agenda el dar a los ciudadanos la posibilidad de tener la libertad de elegir el sistema de previsión social que les sea más rentable y provechoso sino que, en lugar de ello, pretenda tenernos atados a la fuerza a un modelo calcado a una estafa piramidal. Del PSOE no se espera nada más que populismo y no cambiarán ni un renglón. Total, ellos no serán los que se quedarán en el futuro con una pensión irrisoria sino con una de 90.000 euros anuales después de unos pocos años "haciéndonos felices", puesto que, para mantener su nivel de vida (lujoso y costoso), siempre habrá sobras de las que rapiñar.



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