La semana pasada fue noticia una vez más el Estatuto de Cataluña. Carod Rovira declaraba: "Si hay una modificación de lo que dijo la soberanía popular, yo creo que sería un hecho de una gravedad extraordinaria porque nadie en democracia está capacitado ni tiene legitimidad para modificar una decisión que es el resultado de la soberanía popular". Después de afirmar que consideraba el Estatuto constitucional, agregó: "Si no cabe, es Cataluña la que no cabe en el marco constitucional. Y el problema fundamental lo tiene España, no Cataluña. Son las instituciones españolas las que tienen que decidir qué quieren hacer con Cataluña, qué futuro prevén para Cataluña. Si tal como somos y votamos democráticamente no cabemos, sólo nos dejan abierta una puerta". Días más tarde, doce periódicos catalanes publicaban una editorial conjunta.
Todo esto evoca voces del pasado. El 12 de abril de 1934 el Parlamento de Cataluña aprueba la Ley de Contrato de Cultivos. Ésta concedía a agricultores catalanes no propietarios el derecho a adquirir la propiedad de la tierra que cultivaban pagando una indemnización a los propietarios de las mismas. El 8 de junio de 1934, el Tribunal de Garantías de la República determinó por 13 votos a favor y 10 en contra que dicha ley era contraria a la Constitución. Como reacción a lo anterior, al día siguiente, periódicos catalanes publicaban en sus páginas: “El Parlamento catalán, que es soberano, responderá a España” (…) ¡No somos más que catalanes!”. “No acataremos la decisión”. El día 11 de junio, Companys, también líder de Esquerra Republicana de Cataluña, declaró en un mitin “El fallo (…) es la culminación de una ofensiva contra Cataluña, un acto de agresión (…) contra Cataluña (…) Obliga a todos los que no han llegado a perder el recuerdo de que son hijos de esta tierra generosa y altiva a (…) defender su prestigio con la sangre de sus venas (…) Hemos de fortalecer nuestro espíritu y decirnos cada día, de cara a nuestro deber presente, que puede convertirse en histórico: Yo soy catalán, soy un buen catalán (…) y tal vez yo os diré a todos: ¡Hermanos, seguidme!(1) Y toda Cataluña se levantará”. Unos cuatro meses más tarde, el 6 de octubre, el mismo Lluís Companys, presidente de la Generalidad de Cataluña, proclamaba el Estado Catalán dentro de la República Federal Española.
(1) Los orígenes de la Guerra Civil Española (pág. 328). Pío Moa. Ediciones Encuentro (1999)
Todo esto evoca voces del pasado. El 12 de abril de 1934 el Parlamento de Cataluña aprueba la Ley de Contrato de Cultivos. Ésta concedía a agricultores catalanes no propietarios el derecho a adquirir la propiedad de la tierra que cultivaban pagando una indemnización a los propietarios de las mismas. El 8 de junio de 1934, el Tribunal de Garantías de la República determinó por 13 votos a favor y 10 en contra que dicha ley era contraria a la Constitución. Como reacción a lo anterior, al día siguiente, periódicos catalanes publicaban en sus páginas: “El Parlamento catalán, que es soberano, responderá a España” (…) ¡No somos más que catalanes!”. “No acataremos la decisión”. El día 11 de junio, Companys, también líder de Esquerra Republicana de Cataluña, declaró en un mitin “El fallo (…) es la culminación de una ofensiva contra Cataluña, un acto de agresión (…) contra Cataluña (…) Obliga a todos los que no han llegado a perder el recuerdo de que son hijos de esta tierra generosa y altiva a (…) defender su prestigio con la sangre de sus venas (…) Hemos de fortalecer nuestro espíritu y decirnos cada día, de cara a nuestro deber presente, que puede convertirse en histórico: Yo soy catalán, soy un buen catalán (…) y tal vez yo os diré a todos: ¡Hermanos, seguidme!(1) Y toda Cataluña se levantará”. Unos cuatro meses más tarde, el 6 de octubre, el mismo Lluís Companys, presidente de la Generalidad de Cataluña, proclamaba el Estado Catalán dentro de la República Federal Española.
(1) Los orígenes de la Guerra Civil Española (pág. 328). Pío Moa. Ediciones Encuentro (1999)
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