Párrafo extraido del libro Apología para la historia o el oficio de historiador, de Marc Bloch. El libro se encuentra incompleto, ya que en 1943 March Bloch interrumpió su trabajo para incorporarse a la resistencia antinazi. Finalmente, fue torturado por la Gestapo y fusilado por los nazis en 1944. Su colega, Lucien Febvre publicó una primera versión del texto. Posteriormente, su hijo, Étienne Bloch, revisó el texto con los manuscritos de su padre y publicó una nueva versión.
Porque la historia no es sólo una ciencia en movimiento. Es también una ciencia en pañales, como todas las que tienen por objeto el espíritu humano, este recién llegado al campo del conocimiento racional. O, para decirlo mejor, vieja bajo la forma embrionaria de relato, por mucho tiempo saturada de ficciones y por mucho tiempo atada a los acontecimientos más inmediatamente aprehensibles, sigue siendo muy joven como empresa razonada de análisis. Se esfuera por penetrar finalmente los hechos de la superficie, por rechazar, después de las seducciones de la leyenda o de la retórica, los venenos, hoy en día más peligrosos, de la rutina erudita y del empirismo disfrazado de sentido común. En algunos de los problemas esenciales de su método, no ha superado sus primeros tanteos. Por lo que Fustel de Coulanges y, antes que él, Bayle, probablemente no estaban totalmente equivocados al llamarla "la más difícil de todas las ciencias".1
[1] Marc Bloch, Apología para la historia o el oficio de historiador (México: Instituto Nacional de Antropología e Historia: Fondo de Cultura económica, 2001).
Publicado originalmente en humano sin sentido
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